LA DECONSTRUCCIÓN DE ESPAÑA

El pasado 24 de octubre, el Presidente Sánchez fue recibido por el papa Francisco. El Gobierno y sus corifeos mediáticos,  incluso quienes, desde la orilla religiosa mal consumen el tiempo repartiendo ADN del papa Bergoglio, buscaron atraer adhesiones a favor del Gobierno socialcomunista. Seguros ellos del éxito, lanzaron las campanas al vuelo.

Sin embargo, se les  cayó el badajo  y, de este modo, no consiguieron el resultado esperado y, para más inri, lo obtenido fue todo lo contrario a lo soñado.

Ni unos ni otros conocen a Francisco. Estoy seguro que, si hubiesen intuido o sospechado el tenor de las palabras de Francisco, habrían renunciado a la visita o, al menos, habrían bajado el tono de la expectativa creada  de modo tan interesado por unos y otros. Así suelen salir las cosas cuando se procede sin conocimiento de causa y desde la improvisación o la ignorancia.

El Papa desarrolló con brevedad la difícil misión del político. No rehuyó el tema y, de este modo, desconcertó a propios y extraños. Como habrá sido la cosa que todos ellos se han visto obligados a guardar un elocuente silencio. Vamos, que les salió el tiro por la culata. Quedaron fuera de juego y en evidencia.

Habría, desde luego, que resaltar el coraje de Francisco. Dejó a un lado, como debía, las habituales equidistancias. En  momentos complicados de las relaciones mutuas (Acuerdos y Ley de educación), no quiso hacer dejación de su función. No apeló a la falsa prudencia, que inhibe del deber. No quiso resignarse y habló alto y claro. Con respeto, por supuesto, pero sin ocultar la verdad a la que se deben todos, políticos y eclesiásticos. Gran lección de pastoral y de gobierno para nuestros obispos, tan medrosos y tan tácticos a la hora de afrontar la realidad de lo que está pasando en España. ¡Ya lo lamentarán!

Lección que, aunque moleste en ciertos ámbitos, quiero hacer extensiva sobre todo a los obispos, que llaman del ‘Papa de la primavera’, liderados por los cardenales Osoro y Omella. ¿Habrán tomado buena nota para el futuro?  ¡Vaya papelón! ¡Se les ve un tanto nerviosos! Muchas cautelas, demasiado tactismo, miedo cobarde a molestar a la fiera, silencio cómplice! Ya veremos el resultado final. Pero, de momento, ahí esta la reforma educativa aprobada. ¿Acaso esperan que haya marcha atrás? Probablemente habría sido ineficaz cualquier  otra posición. Personalmente, no lo dudo. Pero, al menos, ustedes, señores obispos, habrían sido coherentes con su misión y habrían dado testimonio a todo el país. Tampoco había que ser grandes lumbreras para sospechar que este sectario gobierno socialcomunista iba a poner el acento en la educación:  garantizarse el adoctrinamiento y la adhesión futura. ¿Qué les pasa?

En el marco de mi derecho y mi deber en la Iglesia, me atrevo a decirles, señores obispos, que “resignarse es una cobardía, es el sentimiento que justifica el abandono de aquello por lo cual vale la pena luchar, es, de alguna manera, una indignidad” (Ernesto Sábato en la Resistencia). ¿No piensan que, en la España de ahora mismo,  hay cosas por las que merece la pena luchar y no resignarse?  ¡Ustedes mismos!

Pues bien, Francisco le recordó a Sánchez que tiene entre sus manos una misión muy difícil para con el país, para con la nación y para con la patria. “Quizá lo más difícil sea hacer progresar la patria porque ahí entramos en una relación de filiación. La patria es algo que hemos recibido de nuestros mayores. Patria, paternidad viene de ahí; y es algo que tenemos que dar a nuestros hijos. Estamos de paso en la patria. Y construir la patria es lo que yo diría en este caso. Si para con el país hacerlo progresar, con la nación consolidarla y con la patria la tenemos que construir. Construir la patria con todos. Eso no es fácil. Construir la patria donde no nos es permitido el borrón y cuenta nueva. En una empresa es permitido, en la patria no, porque es algo que hemos recibido. Y tampoco nos es permitido irnos a refugiar allá, en lo que fue hace cincuenta, cien años”.

¡Casi nada! Dio en el clavo. Retrató  un aspecto particularmente negligente de la política de Sánchez respecto a la patria. Y le marcó un camino, diametralmente opuesto al que ha diseñado y sigue a pie juntillas. Construir la patria se hace con todos, sin excluir, como es habitual, a nadie. Sin los archiconocidos sectarismos que les son propios. Al construir la patria, señor Sánchez, “no nos es permitido el borrón y cuenta nueva”, hacer tabla rasa. ¿No me digan, señores obispos, que no han percibido hasta ahora esta política tan sectaria y de división de los ciudadanos en el Gobierno socialcomunista  y ha tenido que venir Francisco a recordárselo a su Presidente? ¡Responsabilidad!

“Para mí–prosiguió el Papa-es lo más difícil de lo político: hacer crecer la patria. Porque siempre se encuentran como coartadas para eso. Coartadas, disfrazadas de modernidad o de restauracionismo. Los movimientos son varios. Pero coartadas para que la patria sea lo que yo quiero y no lo que he recibido y que tengo que hacer crecer libremente y ahí entran a jugar las ideologías: armar una patria a mi cabeza, a mi mente, con mi idea, no con la realidad del pueblo que yo recibí, que estoy llevando adelante, que estoy viviendo”.

¡Puro sentido común! No valen coartadas ni atajos, de ningún tipo. La patria no es lo que quiere persona individual alguna, aunque  haya llegado a la Presidencia del gobierno. La patria es lo recibido y que hay que hacerlo crecer libremente. Nada de construir la patria conforme a ideologías personales. ¿Les suena, señores obispos, todo esto? ¿Por qué vienen guardando silencio frente a la actual deconstrucción de la patria? A ustedes, señores obispos, también les incumbe construir la patria. ¿Lo están haciendo? ¡Gravísima omisión!

Por si todo lo anterior no hubiese sido suficiente, Francisco insistió en subrayar al Presidente Sánchez, que es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país y desfiguran la patria”. ¡Voz y gesto de atención y alerta! ¿Es, señores obispos, lo que está ocurriendo en España? ¿O, al menos, no es el riesgo que estamos corriendo por la acción impulsora de este Gobierno de izquierda radical? Pues el papa Francisco entiende que “las ideologías sectarizan, las ideologías deconstruyen la patria, no construyen. Aprender de la historia eso”. Pero, todos. La cosa también va con ustedes.

Creo, sinceramente, que nuestros obispos están obligados a repensar la actitud que, en este aspecto, vienen manteniendo hasta ahora. No se trata de propiciar enfrentamientos. Eso no. Pero sí de hacer oír su voz serena, segura y orientadora. Lo contrario, el quitarse de en medio (tentación muy cómoda), se llama corrupción de la función episcopal.

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