Responder y tomar posición

Experimentar la necesidad de lo espiritual y lo trascendente es una realidad y, al mismo tiempo, una necesidad en el ser humano, creado a imagen y semejanza divina (cfr. Delgado, Somos como dioses, RD). A partir de esta energía (Elain Pagels) es posible dar sentido a la propia vida y llegar a encontrar a Dios. “Sólo lo trascendente puede salvar al mundo” (Huxley y Simone Weil). Nada de este itinerario tan sugerente, un verdadero crecimiento personal y de plenitud de vida, es concebible ni realizable si, por el modo de vida adoptado, uno mismo se ha cerrado la puerta a la verdad o, mejor, ha imposibilitado de hecho la conexión con la fuente interior de origen divino (luz y fuego), que se manifiesta, por ejemplo, en forma de deseo y anhelo (San Agustín. Cf. Byung-Chul Han, Sobre Dios, Paidós, 2025, págs. 11-36) y que debería fijar nuestra trayectoria de vida.

La seducción hacia ese itinerario espiritual puede prender en el interior de la persona que la percibe mediante las más variadas formas y maneras. En mi caso individual provino, curiosamente, a través de la lectura de la monumental obra de Charles Moeller, Literatura del siglo XX y cristianismo. Y, más en concreto, el volumen I. El silencio de Dios. En definitiva, como ha subrayado León XIV, ha de aparecer un deseo y una decisión, aludiendo, sin duda, a la Homilía de Francisco en la Epifanía del 6 de enero de 2022. 

“Sólo lo trascendente puede salvar al mundo” (Huxley y Simone Weil)

¿Qué viene pasando, sin embargo, en la Iglesia católica en este momento? 

Como Hamlet, a la pregunta de Polonio, se puede responder: “Palabras, palabras, palabras”. Muy abundantes, por cierto. Todo el mundo protesta, reivindica algo, sale a los medios y a las redes sociales, tiene la solución y la pertinente reforma para todo. Da igual que sea simple fiel o miembro de la jerarquía, clérigo que laico. Todos dan la impresión de que les duele la situación de la iglesia y lo que pasa en el mundo. Todos parecen sentir el deseo de lo trascendente. Pero, junto a este supuesto despertar, se advierte que todo sigue igual, que no se da el paso y la respuesta esperada, que no se toma posición (León XIV), que no se opera la conversión personal, el cambio de modo de vida. Sor Lucía Caram lanzó, unos días atrás, esta angustiosa llamada en las páginas de RD: “Menos palabras, y más compromiso”. Esto es, si queremos seguir a Jesús, no podemos conformarnos y permanecer en una ‘calma inerte’ (León XIV) e indiferente.

En la Iglesia abundan demasiado las palabras. No se da la respuesta esperada y se toma posición.

Hay que dar un paso al frente, responder y comprometerse en el seguimiento. Hay que operar en uno mismo la conversión y transformación personal, imitar a Jesús y colaborar plenamente en la obra de la creación. Esto es, vivir en una perspectiva de encarnación y humanización. Practicar la nueva religión, la que nos enseñó Jesús. Es, cabalmente, lo que, en general, no se practica en la Iglesia. Creo que en Ésta se olvida el dicho de Jesús que dijo: “A todo aquel al que se le dio mucho, mucho se le exigirá, y a quien mucho le confiaron, más se le pedirá” (Lc 12, 48).

Acaba de recordarlo a todos el propio León XIV en la Audiencia Jubilar del 22 de noviembre de 2025: “La paz que Jesús trae es como un fuego y nos exige mucho. Sobre todo, nos pide que tomemos posición. Ante la injusticia, la desigualdad, donde se pisotea la dignidad humana, donde a los vulnerables se les niega el poder de hablar: tomemos posición. Esperar es tomar posición. Esperar es comprender de corazón y demostrar con acciones que las cosas no deben seguir como antes. Este también es el buen fuego del Evangelio” (cf. Lc 12, 49; Mt 10, 34-36; Ev. Tomás, 10, 16, 82).

En conclusión, sigo pensando que la urgencia en la Iglesia no radica ni en las palabras ni en las reformas de estructuras. Radica en la superación de la escandalosa contradicción entre doctrina y vida (Delgado, La despedida de un traidor, 97 ss.). Urge, en palabras de Sor Lucía Caram, “la revolución de (la) coherencia”. Urge responder y tomar posición.