'El Jesús histórico'. Gerd Theissen y Annette Merz. Sígueme, 2000. Alfonso Pérez Ranchal: "Una investigación científica del Jesús histórico sin expulsar la fe en el mismo moviento"

Gerd Theissen y Annette Merz.
Gerd Theissen y Annette Merz.

"Se dice que del Jesús histórico no se sabe apenas nada, ni tampoco se llegará a conocer en el futuro. La razón de todo ello es que los principales testimonios, los evangelios, lo que retratan es un constructo imaginario que se centra en el Cristo de la fe"

"El presente volumen pretende aplicar la investigación científica al Jesús histórico y no por ello expulsar la fe en el mismo movimiento"

"Los autores Gerd Theissen y Annette Merz no han elaborado lo que podríamos llamar un libro corriente, sino que se trata de un manual sobre el Jesús histórico con un formato más grande del habitual"

"Al ser un manual, el lector consigue tener una idea panorámica de cómo han ido evolucionando las ideas en torno a Jesús, y cuáles son los actuales progresos y consensos entre los especialistas"

"Este tipo de honestidad intelectual, esta posición de dejar abierta una puerta al misterio de la vida está casi ausente en cualquier otro libro considerado como 'científico', por tanto, es todavía más destacable"

Al presente, el debate sobre el Jesús histórico y el Cristo de la fe parece haber decaído ya que se ha tomado como algo demostrado la oposición entre ambos. De esta forma, se dice que del Jesús histórico no se sabe apenas nada, ni tampoco se llegará a conocer en el futuro. La razón de todo ello es que los principales testimonios que nos hablan de él, los evangelios, lo que retratan es un constructo imaginario que se centra en el Cristo de la fe.

Casi nadie niega que realmente Jesús existió, que nació y vivió en la Palestina del siglo I y que acabó sus días crucificado en una cruz. El gran problema surge cuando se pretende ir más allá ya que este personaje histórico estaría totalmente oculto, transformado y reinterpretado por sus propios seguidores, y es lo que aparecería registrado en los textos evangélicos. Por ello, cuando se abren sus páginas tenemos una ficción, una elaboración ficticia a la luz de las experiencias pospascuales. Aquellos discípulos, sin duda, tuvieron una experiencia que los llevó a declarar que Jesús había resucitado y a vivir con base a una nueva fe, pero esta experiencia no fue histórica sino subjetiva, interna, existencial. Por tanto, reinterpretaron todas sus vivencias anteriores y construyeron un personaje ahistórico al que llamaron Cristo, el Mesías.

Cuando leemos que Jesús sanó a un paralítico o que habló de perdonar pecados no estaríamos ante eventos históricos (aunque esto último admite discusión), sino de reformulaciones de experiencias vividas. La dirección sería siempre hacia atrás, desde la experiencia de haber “visto” al resucitado, y nunca lineal, esto es una acción real de Jesús y que después se vería confirmada con su literal resurrección.

La elaboración de este Cristo de la fe habría tenido en Pablo al gran impulsor. Este habría dado a conocer la nueva fe dotándola de su genio. El cristianismo “ortodoxo” no sería así nada más que un cristianismo paulino que habría triunfado entre otros muchos tipos de cristianismos originales.

Ante este panorama, los posibles perfiles de Jesús son de lo más variado. Parece que cada autor prefiere uno y así los hay de todo tipo: un Jesús esenio, otro zelote, un profeta apocalíptico fracasado, un filósofo judío cínico, un...

El cristianismo conservador y tradicional que creyó y cree en él como el Señor y Salvador, y sostenida está fe en buena medida en los relatos evangélicos, sería considerado por muchos como el resultado de una gravísima ignorancia. Una ignorancia que se niega a aceptar la crítica bíblica moderna, los resultados de aplicar la investigación científica sobre el Jesús histórico. Pero dicho lo cual, el presente volumen pretende precisamente esto: aplicar la investigación científica al Jesús histórico y no por ello expulsar la fe en el mismo movimiento.

Tras el prólogo y una introducción, el libro se articula en cuatro partes compuesta de tres capítulos tanto la primera como la segunda; de cinco la tercera y de cuatro la cuarta. En total dieciséis capítulos.
En el último tramo del libro aparece una recopilación a modo de resumen, las soluciones a las tareas de cada capítulo, un apéndice, y un índice de citas y otro onomástico y analítico.

La primera parte se llama “Las fuentes y su evaluación” y los capítulos que la componen son “Fuentes cristianas sobre Jesús”; “Las fuentes no cristianas sobre Jesús”; y “El uso de la fuentes: escepticismo histórico y la investigación sobre Jesús”.

De esta forma, se trata de buscar la información pertinente para poder abordar el estudio del Jesús histórico, y para ello deben ser consideradas todas las fuentes provengan de donde provengan. Una vez recopiladas se trata de, por medio de una serie de principios críticos, ir dilucidando la validez de estas fuentes. Los autores reconocen que son los evangelios sinópticos nuestras mejores fuentes de información aunque agregan otro evangelio a los canónicos como es el de Tomás. Dicen que tiene un enfoque gnóstico algo que también creen del evangelio de Juan.

Jesus el Cristo

La segunda parte se titula “El marco de la historia de Jesús” y los capítulos que la componen son “El marco histórico y religioso de la vida de Jesús”; “El marco cronológico de la vida de Jesús”; y “El marco geográfico y social de la vida de Jesús”.

Lo segundo que es esencial después de haber seleccionado las mejores fuentes es colocar a Jesús en su contexto adecuado. Los autores sostienen que el mismo es el judaísmo llamado del Segundo templo y cualquier otro contexto lo único que provoca es una distorsión del galileo. Una vez aquí, se ha de comparar lo que Jesús dijo e hizo en este marco de referencia. Así se pondrá de relieve lo diverso que era este judaísmo con sus diversos grupos religiosos, y cómo Jesús concordaba en algunos aspectos con ellos y se diferenciaba en otros esenciales. Con ello se logra demostrar que Jesús, sin duda, fue un judío del siglo primero en su forma de pensar y vivir, pero que a la vez trajo una enseñanza de la que no es posible encontrar otras referencias anteriores en el seno del judaísmo. Así es que resalta y despunta por sobre cualquier otro judío en cualquier otro momento histórico.

La tercera parte es “La actividad y la predicación de Jesús” y los capítulos bajo esta división son: “Jesús carismático: Jesús y sus relaciones sociales”; “Jesús, profeta: la escatología de Jesús”; “Jesús, Salvador: los milagros de Jesús”; “Jesús, creador literario”; y “Jesús, maestro: la ética de Jesús”.

Si en la anterior división se comparó a Jesús de forma general con las sectas religiosas judías de su tiempo, esta se enfocará en hacer lo propio pero en temas concretos. Así se analizarán las acciones, las predicaciones, su carácter profético, de sanador y su ética en contraste con otros personajes que vivieron en este tiempo. Es una mirada crítica, un presentar antecedentes y declarar si existen coincidencias y divergencias. No es necesario en ningún momento acudir al helenismo, por ejemplo, para comprender estos aspectos del Jesús histórico.

La cuarta y última parte es “Pasión y pascua”. En la misma están los capítulos llamados “Jesús, fundador cultual: la última cena de Jesús y la eucaristía del cristianismo primitivo”; “Jesús, mártir: la pasión de Jesús”; “Jesús resucitado: la pascua y sus interpretaciones”; y “El Jesús histórico y los inicios de la cristología”.
Esta es una de las partes claves del libro y de toda la investigación en torno a Jesús. Mención especial merece la historia de la interpretación de la resurrección de Jesús y en donde se le ha dado a este tema los sentidos más diversos. Más abajo realizo una cita amplia de esta parte del libro ya que creo que es necesaria por ser vital en todo el acercamiento al Jesús histórico.

Los autores Gerd Theissen y Annette Merz no han elaborado lo que podríamos llamar un libro corriente, sino que se trata de un manual sobre el Jesús histórico con un formato más grande del habitual y con una extensión de 680 páginas. Su propósito, además, es didáctico y cada capítulo comienza con una breve introducción y unas tareas a modo de ejercicios a realizar por el lector para profundizar en el tema que cada capítulo toca.

También cada capítulo tiene tablas, comparaciones y esquemas a modo de resumen y contraste de lo más significativo de las cuestiones tratadas. De hecho, al ser un manual, se hace un recorrido histórico por los estudiosos más destacados y sus posturas hasta llegar a nuestros días. Con ello el lector consigue tener una idea panorámica de cómo han ido evolucionando las ideas en torno a Jesús, y cuáles son los actuales progresos y consensos entre los especialistas. Cada capítulo finaliza con una serie de tareas a realizar para comprobar si se ha entendido y retenido lo más esencial. Son como una especie de pequeños exámenes de conocimientos adquiridos. Al final del libro aparecen las soluciones.

Lo primero que hay que destacar de esta importante obra es la acertada inserción de Jesús en el contexto del judaísmo palestino del primer siglo. Para los autores, esta cuestión está clara ya que si no se coloca a Jesús en él no hay forma de entender nada. Esto es un acierto de primera magnitud y que la llamada Tercera búsqueda ha sabido defender frente a otros contextos, como el helenístico, que únicamente hacían de Jesús una caricatura. Jesús fue un judío palestino que vivió y murió en un entorno judío, por tanto, no hay que acudir a las religiones de misterio o al hermetismo, por ejemplo, y ya no digamos a influencias egipcias. Buscar paralelos, como hizo la Historia de la Religiones, fuera del judaísmo y colocárselos a Jesús es un error mayúsculo tal y como demuestran estos autores.

Jesucristo

Dicho lo cual, el presente manual choca con algunas posiciones sostenidas por el cristianismo más conservador. Allí donde los evangelios apuntan que Jesús dijo o hizo algo, y que no está conectado con un milagro o con una declaración de tipo profética o mesiánica, los autores suelen darle una credibilidad de ser real bastante alta. Al fin y al cabo Jesús se movía y actuaba dentro de los patrones judíos de su época. Pero la cuestión es distinta en los relatos de milagros y aun aquí Theissen y Merz diferencian entre los que consideran como propios de un taumaturgo y los denominados de la naturaleza.

Para explicar los primeros reconocen que Jesús tenía un carisma extraordinario que atraía a las gentes hacia sí; también que posiblemente se reconocía como alguien enviado por Dios con un mensaje. Los milagros de la naturaleza no serían históricos, sino resultado de la fe pospascual. Pero, dicho lo cual, los autores realizan dos declaraciones de lo más significativas en dos partes distintas del libro y que más allá de los argumentos a favor o en contra de que Jesús, por ejemplo, calmara una tempestad, se encuentra una cuestión esencial que todo estudioso, autor y lego tiene que considerar, y que hace que finalmente tome una postura determinada. Aquí está la razón esencial de todo, en donde toda cuestión sobre el Jesús histórico y el Cristo de la fe se resuelve, y no se trata de un argumento o un descubrimiento de la moderna investigación, sino de una posición de tipo personal. En la página 348 en el capítulo llamado “Jesús, salvador: los milagros de Jesús” los autores dicen lo siguiente:

Los milagros se convierten en problema cuando la propia experiencia no dispone de analogías para valorar a los taumaturgos. Todos enjuiciamos los relatos históricos con arreglo a un principio de analogía: tendemos a considerar ahistórico lo que en ellos contradice nuestra experiencia. No podemos imaginarnos el “caminar sobre el lago” o la “multiplicación de los panes”; por eso somos escépticos, con razón, sobre tales historias.

Décadas y décadas de erudición, centenares de miles de páginas de elaborados argumentos dependen de esta cuestión, la misma moderna historiografía aplicada a los textos bíblicos: ¿pueden existir los milagros en un mundo que conocemos y que se mueve por leyes naturales fijas? ¿Debemos negar por ello cualquier otra posible realidad? Aplicado a nuestro tema: ¿debemos hablar de un hombre llamado Jesús que no tiene nada fuera de lo normal o, por el contrario, Jesús y Cristo son una misma persona que participaba de dos naturalezas, una humana y otra divina?

Resurrección

Estando incluso de acuerdo con lo que dicen los autores, ¿no es precisamente esto lo que muchos creyentes sostienen? Dios así ha creado un mundo autónomo en donde puntualmente realiza actos que alteran lo que podría esperarse que ocurriera.

El segundo texto está en el capítulo llamado “Jesús resucitado: la pascua y sus interpretaciones”:

La resurrección de Jesús ajusticiado en la cruz, que el nuevo testamento afirma con unanimidad, se contradice con la imagen moderna del mundo. Tomando por criterio los axiomas del método histórico de Troeltsch, la resurrección de Jesús no puede ser un acontecimiento histórico: carece por definición de analogías en la historia, no tiene una causa intrahistórica (se contradice en el principio de correlación) y, desde la conciencia creyente no se puede valorar con arreglo al juicio de probabilidad, porque implicaría reconocer la posibilidad de que no sea un hecho histórico. A la hora de traducir esta fe pascual al lenguaje de nuestro tiempo, hay en principio dos posibilidades: primera, interpretar la realidad pascual de forma que pueda integrarse en el mundo moderno de creencias; segunda, modificar las premisas modernas desde la fe pascual.

La interpretación de la realidad pascual dentro de las premisas modernas incluye las explicaciones racionalistas del sepulcro vacío en la época de la Ilustración (robo del cadáver por los discípulos, muerte aparente, traslado) y sus variantes modernas (cf. supra, 526), la teoría de la visión subjetiva en la teología liberal y en teólogos de hoy (cf. supra, 527, 531s) y la idea consecuente de la resurrección como un ‘interpretament’ o recurso interpretativo, hoy superfluo (w. Marxsen, H. Braune, D. Söelle y otros). Entre las interpretaciones de la realidad pascual que modifican las premisas modernas hasta hacerlas compatibles con la fe pascual está la teoría de la visión objetiva. Según la cual las apariciones de pascua fueron obra de Dios y muestran un contenido real, y la teología de la aparición objetiva, que se apoya en apariciones reales desde otro mundo (pp. 533, 544).

Este tipo de honestidad intelectual, esta posición de dejar abierta una puerta al misterio de la vida está casi ausente en cualquier otro libro considerado como “científico”, por tanto, es todavía más destacable.

En conclusión, se trata de un libro, un manual que contiene un enorme caudal de información realizado por dos especialistas reconocidos. Se podrá estar de acuerdo o no en lo que en él se dice, pero sin duda el lector y estudiante tras su lectura tendrá una visión panorámica de la historia del debate sobre el Jesús histórico y el Cristo de la fe, y podrá abordar las cuestiones más delicadas con una soltura y una confianza renovada. Un libro igualmente provechoso tanto para escépticos como para creyentes, muy lejos de posicionamientos excluyentes, lo cual, y hoy en día más, se agradece mucho.

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