“Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra” de Tomás Jesús Marín, en PPC Fidelidad a la tierra

Tomás Jesús Marín Mena
Tomás Jesús Marín Mena

“Una síntesis razonable de la fe en clave humanizadora y ecológica” es el subtítulo, donde el joven autor define el contenido de la obra

El libro, de la tan recomendada y nutrida colección “GS”, luce y avala en su contraportada nada menos que la condición de haber obtenido “El primer premio de ensayo teológico joven PPC”

Lo más aconsejable es que se inicie cuanto antes la lectura del texto con su rica documentación

En disfavor, -es decir, en contra-, de la oratoria sagrada tradicional expresada y predicada en triduos, homilías, sermones, novenarios y aún en catequesis, la ecología no alcanzó todavía tener buena prensa. En las misas dominicales, por poner un ejemplo, hablar de ecología y amor a la tierra, equivale a hacerlo sobre la política o sobre el pecado. De cuanto refieren los evangelios acerca de la doctrina y del comportamiento de Jesús con la madre tierra, y de cuyas enseñanzas el papa Francisco se hace eco con tanta, tan fervorosa y teologal frecuencia, apenas si de ello queda referencia religiosa y “sagrada” .

El título completo del nuevo libro editado por PPC, es el de “Fidelidad a Cristo, fidelidad a la tierra”, con el subtítulo explicativo precisamente de “Una síntesis razonable de la fe en clave humanizadora y ecológica”.

La fidelidad, que es “lealtad o constancia en las ideas, afectos y obligaciones”, a la vez que “exactitud o precisión en la ejecución de algo”, es referencia suprema que acapara la atención del autor, con certera proyección e influencia en conceptos tan enaltecidos y enaltecedores, humanos y divinos, como “Cristo”, la “tierra”, y la “clave” consiguiente de “humanidad” y “ecología”, que abre y cierra las 148 páginas del texto, en el empeño de educar –reeducar- en la fe.

El libro, de la tan recomendada y nutrida colección “GS”, luce y avala en su contraportada nada menos que la condición de haber obtenido “El primer premio de ensayo teológico joven PPC”. De su autor, joven por supuesto, - Tomás Jesús Marín Mena- se narra que “nació en Don Benito (Badajoz) en 1993, bachiller en Teología por la Facultad Teológica de Granada, estudiante también de Filosofía, quien hasta el momento ha publicado dos artículos en revistas especializadas en Teología, con los títulos de “Principios teológicos para una ecología cristiana desde los Padres de la Iglesia” y “Una espiritualidad cristiana secular desde Madeleine Delbrel”.

Huelga añadir que “está muy interesado en el ecologismo y la evangelización en el mundo universitario”, además de que la formación y preparación que manifiesta tener este joven extremeño, para sí la quisieran muchos profesores de las más altas alcurnias docentes y universitarias.

De la dedicatoria destacan las siguientes, prósperas y sentidas, palabras: “ a quienes han hecho surgir en mí este ensayo: compañeros de diálogo sobre lo humano, lo terreno y lo divino, mis profesores de teología, hijos del Corazón de María, autores vivos y eternos, mi familia, la madre Tierra, Silencio hablado”.

Lo más aconsejable es que se inicie cuanto antes la lectura del texto con su rica documentación, partiendo de la cita de san Juan Damasceno, tomada de su “Pregón pascual de la liturgia ortodoxa”: “La luz lo inunda todo el cielo, la tierra y los infiernos, ¡Celebrad, oh criaturas, la resurrección del Cristo, por la que sois restablecidas…¡

En la página siete del libro, con prestaciones de “atrio”, Tomás Jesús destaca, con autoridad, honradez y madurez, y “por la gracia de Dios”, que “el discurso de Dios solo puede ser religioso si es Dios quien habla por medio del ser humano. De lo contrario será proferir palabras vacuas… Lo único que puedo asegurar con certeza es mi profundo deseo de vivir lo que he escrito. Quiero creer, esperar y amar “a” Cristo. Quiero creer, esperar y amar “en” Cristo a cada ser humano, y a la tierra, Amén”.

Portada del libro

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