RD ofrece la presentación a cargo del obispo auxiliar de Madrid José Cobo escribe los comentarios al 'Evangelio 2024' de San Pablo

José Cobo escribe los comentarios al 'Evangelio 2024' de San Pablo
José Cobo escribe los comentarios al 'Evangelio 2024' de San Pablo

"La Palabra no se queda en los libros, ni tampoco en los oídos ni en los labios, está llamada a transformarse en carne, abrazo, mirada samaritana, profetismo esperanzador"

"No se trata de buscar fuera, ni de apostar en retos inalcanzables. Si eres capaz de acoger diariamente el regalo de la Palabra y te dejas conducir, entonces en tu propio interior sonará la voz amorosa de Dios. Voz que te entrelazará con la comunidad y te llevará a entrar en la dinámica de la misión"

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Es un atrevimiento el poner palabras a la Palabra. Sobre todo cuando lo que se pretende es colocar un granito de arena en el arte de acompañar el camino del discipulado entre la espesura de la vida cotidiana. Caminar, conocer y adentrarnos en la alegría de Dios es la meta, pues seguimos a quien se defi ne como la Palabra. Acercarse a este misterio es ahondar directamente en la experiencia de amistad con Cristo que seguirá, con paciencia y mimo, explicándonosla, desgranando personal y comunitariamente su amistad, porque es la Palabra que se hizo carne y acampa entre nosotros, como se anuncia en Navidad.

La Palabra no se queda en los libros, ni tampoco en los oídos ni en los labios, está llamada a transformarse en carne, abrazo, mirada samaritana, profetismo esperanzador. Este es el sentido de estos textos que salen de la oración, esa sencilla que resuena en la vida diaria. Su pretensión es ser pistas que sepan acompañar la densidad de esta Palabra de Dios que se pronuncia diariamente sobre el Pueblo, y que se proclama en mil rincones diversos y fecundos de nuestra Iglesia.

Evangelio 2024 de San Pablo
Evangelio 2024 de San Pablo

Esta Palabra tiene la peculiaridad de ser el diario que se nos regala en el regazo de la eucaristía. Tenemos la posibilidad de poder lanzar su música en el acontecer de lo que sucede a nuestro alrededor y, así, dejar que se convierta en ayuda para aprender a caminar como lo hacen los discípulos, y proyectar su luz sobre los detalles de cada día, los que vemos y los que nos serán mostrados al filo de su claridad. Tenemos el don de no andar a oscuras, ni desesperanzados. Es la Palabra diaria la que hace de cada día un portillo que da a Dios y abre la posibilidad de perforar la realidad para descubrir el rostro de Dios que toma carne en ella.

No está lejos de nuestras posibilidades: «El reino ya está entre vosotros» (Lc 17,21). «La palabra está bien cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la pongas en práctica» (Dt 30,14). No se trata de buscar fuera, ni de apostar en retos inalcanzables. Si eres capaz de acoger diariamente el regalo de la Palabra y te dejas conducir, entonces en tu propio interior sonará la voz amorosa de Dios. Voz que te entrelazará con la comunidad y te llevará a entrar en la dinámica de la misión.

Acoger la siembra de la Palabra cada día del año es la tarea del discípulo. Un camino que comenzó con una llamada en el bautismo y que nos capacita para estar con Jesús, caminar y recorrer tras él la complejidad de los días, entre el calor de la comunidad y desde los ojos del maestro.

Escuchar, ahondar la realidad, y hacerlo juntos, nos ciñe y nos acerca a la vida como comunidad viva que camina con el Señor. Es un milagro que, en el ritmo de los días, suene la misma Palabra en vidas tan diferentes y complejas, en sus peculiaridades y con la fecundidad de cada una. Escucharla nos hace partícipes, como parte armónica, de una gran sinfonía que el mismo Dios hace sonar, vivifi cando siempre, en la singularidad de cada uno.

Tendremos por delante la oportunidad de recorrer la vida y las obras de Jesús, los misterios de la fe, uniéndolos a la historia personal, a la de la humanidad, a la de la Iglesia y a la de los pobres

El ritmo de los días va unido al ritmo de la liturgia. Tendremos por delante la oportunidad de recorrer la vida y las obras de Jesús, los misterios de la fe, uniéndolos a la historia personal, a la de la humanidad, a la de la Iglesia y a la de los pobres. Viviremos el tiempo, no como algo que se va y se esfuma, sino como testigos de una vida íntimamente vinculada a la de Dios, donde el paso de los días es un instrumento para vivir el amor de Dios, como fermento de ese amor para toda la humanidad.

Ofrecemos cada día un comentario y una oración. Son sugerencias modestas a la sombra de la fuerza de la Palabra, que siempre nos dará otras direcciones nuevas. Las vigas que esconden estas líneas quieren ser las mismas que este cambio de época nos reta: la primera nos lleva a escuchar el paso de Dios por su historia, haciéndola historia de salvación para todos, siempre contando con sus hijos, y desde la fortaleza y guía del mismo Espíritu Santo.

Jesús. Luz
Jesús. Luz

Otra línea de fuerza que nos muestra este camino es poder aprender a ser en el día a día los discípulos misioneros que el reino de Dios precisa, arraigados en el corazón de Cristo y enviados a construirlo desde ese plan que Dios tiene, y que conduce a la Vida plena y eterna.

La comunidad será otro eje de este itinerario. Es la que nos vincula a Cristo y donde vivimos de una u otra forma la fe. Es la compañía que el Señor nos ha regalado, que se construye sobre él y que nos hace amigos, cercanos, fraternos. Es alentador saber que cada día hay una multitud de discípulos escuchando a los pies del maestro para luego desplegar su experiencia entre los mil rincones de nuestro mundo. Pero seguro que esta comunidad tiene rostros, hermanos y hermanas concretos. Son las vidas e historias de las gentes con quienes celebramos, con las que nos vinculamos, con quienes rezamos y somos enviados. Ese es nuestro espacio concreto de escucha y de tarea.

Esta comunidad tiene rostros, hermanos y hermanas concretos. Son las vidas e historias de las gentes con quienes celebramos, con las que nos vinculamos, con quienes rezamos y somos enviados. Ese es nuestro espacio concreto de escucha y de tarea

Y el silencio. Esa es otra dovela de este camino. Será el cauce de nuestra oración, lugar donde pongamos nuestro corazón y nuestras pobrezas a la luz de Dios para que las haga diálogo y regalo para otros. Este silencio estará lleno de ecos de todo el día, de sentimientos y hasta de heridas. Pero siempre será un lugar de ofrenda y seguimiento del que quiere aprender a ser discípulo.

Y siempre nos acompañarán las fragilidades y los más pobres. Cristo nos los ha encomendado especialmente para que sean lugar desde donde se mira la espesura de la vida y puerta de entrada al seguimiento. La palabra escuchada desde el sentir de los pobres siempre nos iluminará. No son una alegoría. Seguro que a tu alrededor hay últimos, pobres y necesitados de justicia. Ellos serán la plataforma para aprender a escuchar y lugar de discernimiento y juicio de nuestras vidas. Con ellos aprenderemos el valor de nuestras pobrezas.

El obispo José Cobo, auxiliar de Madrid
El obispo José Cobo, auxiliar de Madrid

Y en este camino discipular María está siempre presente, en sus fi estas y sus presencias discretas. Ella nos iluminará y acogerá como intercesora maternal que bien sabe lo que signifi ca el seguimiento en el día a día.

Gracias por acoger el reto de acercarte a la Palabra hecha tiempo, liturgia y vida. La Iglesia toda se enriquece con el eco en tu vida, con tu oración fraterna y con la misión que compartimos. Solo queda orar y agradecer que sea el mismo Cristo quien se comprometa a ir con nosotros. Él «cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos» (Is 50,5), así podremos hacer carne el misterio de la Palabra.

Buen camino.

+ José Cobo Obispo auxiliar de Madrid

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