"Noto en la sociedad española algunas corrientes de antipatía a la Iglesia y a la religión que no se dan en Italia" Juan Vicente Boo: "Francisco ayuda a mejorar a los buenos, a humanizarse a los indiferentes y a empeorar a los malos"

Juan Vicente Boo
Juan Vicente Boo

"El Vaticano, sin duda. Y no hay motivo serio para eso. Cuando me ocupaba de la Unión Europea, sabía quizá el 80 por ciento de lo que pasaba. De la OTAN conocía el 40 por ciento. Del Vaticano creo que estoy en el 20 por ciento en los terrenos importantes"

"Informar con veracidad ayuda a controlar el poder. Pero me temo que algunas instituciones eclesiásticas -las más anticuadas o aburguesadas en cada país- viven de espaldas al mundo real, y apenas reaccionan ante lo que publique la prensa"

"Francisco trata cada tema con naturalidad: los positivos y los negativos"

"En estos últimos cinco años el ritmo de la comunicación se ha acelerado tanto, que muchas diócesis y conferencias episcopales se han quedado todavía más atrasadas"

"Por fortuna, el carrerismo que tanto ha combatido Francisco está en retirada. Cuando promulgue la constitución 'Predicad el Evangelio' pasará a ser marginal gracias a los requisitos de cuatro años de trabajo pastoral antes de cualquier cargo en el Vaticano, y a la limitación a dos mandatos de cinco años"

Como buen gallego, Juan Vicente Boo (A Pobra do Caramiñal, 1954) es un periodista fino y equilibrado, corresponsal de ABC en el Vaticano desde hace 22 años, que ha vertido toda su sabiduría vaticanista en 'Descifrando el Vaticano. Desde dentro y desde fuera' (Espasa). Para dejar en evidencia las abundantes 'fake news' sobre Roma y ayudar a los jóvenes informadores religiosos a "no desfallecer en el intento".

Sin presumir de nada, a pesar de ser uno de los más prestigiosos vaticanistas actuales y tras conocer a tres Papas, asegura que "Francisco ayuda a mejorar a los buenos, a humanizarse a los indiferentes y a empeorar a los malos" y está consiguiendo doblegar dos de los grandes pecados de la Curia romana: el cclericalismo y el patriarcalismo.

Reconoce, sin embargo, que de las tres instituciones en las que trabajó (ONU, UE y Vaticano), ésta última es la menos transparente. Y esa falta de transparencia en otras instituciones eclesiásticas que "viven de espaldas al mundo real" y eso hace que, dada la aceleración de la comunicación, "muchas diócesis y conferencias episcopales se han quedado todavía más atrasadas".

¿Qué persigues con el libro, en un momento en que las obras sobre temática religiosa venden cada vez menos?

Lo escribí con dos intenciones muy claras, que orientaron todo el trabajo. La primera, ayudar a personas con interés por el Papa y el Vaticano a orientarse en esa jungla y separar las noticias verdaderas de las “fake news”, que hoy tanto abundan.

La segunda, facilitar a los periodistas jóvenes que empiezan a cubrir el Vaticano una “guía” o un “manual de uso” para no desfallecer en el intento.

En realidad no es un mero libro religioso, pues aborda temas como los Museos Vaticanos, la Biblioteca Vaticana, el Observatorio o las Academias, referentes mundiales en otros terrenos.

Trabajaste en la UE, en la ONU y, ahora, en el Vaticano. ¿Cuál es la institución menos transparente de las tres?

El Vaticano, sin duda. Y no hay motivo serio para eso. Cuando me ocupaba de la Unión Europea, sabía quizá el 80 por ciento de lo que pasaba. De la OTAN conocía el 40 por ciento. Del Vaticano creo que estoy en el 20 por ciento en los terrenos importantes. En los temas secundarios te llueven todo tipo de informaciones y comunicados, pero no me interesan a mí ni a los lectores.

En el Vaticano he conocido a tres papas extraordinarios, unos Museos Vaticanos o una biblioteca sin parangón en el mundo, pero también, a veces, fragmentos de burocracia muy mediocres.

Una de las funciones del periodista es controlar el ejercicio del poder. ¿En la Iglesia, también?

Informar con veracidad ayuda a controlar el poder. Pero me temo que algunas instituciones eclesiásticas -las más anticuadas o aburguesadas en cada país- viven de espaldas al mundo real, y apenas reaccionan ante lo que publique la prensa.

El papa Francisco nunca nos ha sugerido, ni de lejos, silenciar lo que va mal, pues verter luz en sus rincones oscuros ayuda a cualquier institución. Varias veces nos ha dicho que los escándalos tienen una función saludable: facilitan hacer limpieza y solucionar problemas. Al menos en las entidades vivas.

En teoría, la Iglesia no debería tener nada (o poco) que ocultar. ¿En la realidad, es así?

En el Vaticano hay todavía funcionarios de nivel intermedio que tienden a ocultar como un curioso “default”. Quizá sea un reflejo psicológico en burocracias más centradas en defender su propio organigrama que en ayudar a los demás. En las largas conferencias de prensa nocturnas con Francisco durante los vuelos de regreso a Roma nos enteramos de muchísimas cosas. Trata cada tema con naturalidad: los positivos y los negativos.

¿Sigue siendo cierto que la Iglesia no sabe venderse bien, especialmente en esta época de la imagen y de la información instantánea?

Me temo que en muchos lugares todavía es así. En Estados Unidos vi que la mayoría de las diócesis comunicaban bien. Vivían en el mundo real y consideraban que informar a los fieles y a los ciudadanos en general era una de sus prioridades, pues facilita la credibilidad y la transmisión del mensaje.

En otros países, incluidos muchos de cultura latina, han descuidado esa tarea. Lo peor de todo es que en estos últimos cinco años el ritmo de la comunicación se ha acelerado tanto, que muchas diócesis y conferencias episcopales se ha quedado todavía más atrasadas.

Aseguras que, en general, la prensa italiana es hostil al Vaticano. ¿Y la española?

Hay grupos de prensa sistemáticamente hostiles pero, sobre todo, hay demasiada “fantasía informativa” en muchos medios. Incluso diarios con vaticanistas rigurosos cuelan mercancía falsa en la sección de sucesos o cotilleos. A una parte del público le gustan las historias falsas, aún sabiendo que lo son.

En los medios y lectores españoles, por fortuna, estos fenómenos son menos graves. En cambio, noto en la sociedad algunas corrientes de antipatía a la Iglesia y a la religión que no se dan en Italia.

¿Cuándo sentiste con mayor fuerza la emoción y el cosquilleo de la exclusiva?

En mi sector no suele haber exclusivas importantes. Las diferencias en el trabajo periodístico están más bien en la calidad del análisis y en dar importancia solo a lo que la tiene. Pero estoy contento de haber sido, junto con Eva Fernández de COPE y Elisabetta Piqué de “La Nación” de Buenos Aires uno de los tres primeros periodistas que sacamos a la luz la maniobra del cardenal Robert Sarah para presentar a Benedicto XVI como coautor de un libro suyo cuando en realidad no lo era.

También me alegró mucho que ABC tuviese la exclusiva mundial en lengua española de la entrevista del Papa con su principal biógrafo, Austen Ivereigh, sobre la pandemia y el futuro de la humanidad el pasado mes de abril.

El Papa saluda a Boo
El Papa saluda a Boo

¿Hay curiales santos, a pesar de la mala imagen de carreristas que tienen?

¡Absolutamente sí! Me he encontrado con muchos. Por ser santos, sufren más ante las cosas que van mal. En el Vaticano no es oro todo lo que reluce, pero hay mucho oro que no reluce precisamente porque su prioridad es servir, no ascender. Por fortuna, el carrerismo que tanto ha combatido Francisco está en retirada. Cuando promulgue la constitución “Predicad el Evangelio” pasará a ser marginal gracias a los requisitos de cuatro años de trabajo pastoral antes de cualquier cargo en el Vaticano, y a la limitación a dos mandatos de cinco años.

¿Recibiste presiones de personas u organismos vaticanos?

Cuando llegué, hace veintidós años, eran más frecuentes. Jamás las había recibido en mis corresponsalías anteriores en Bruselas o Nueva York. En ocasiones he tenido que informar a alguno de mis siete directores en ABC del riesgo de represalias, y siempre me apoyaron. Nunca cedimos a presiones, y nunca llegué a sufrir represalias. Eran solo amenazas, que ahora ya no se dan. En cambio, sufrimos la insistencia de algunos departamentos secundarios en que informemos de actividades suyas de muy poco interés.

Libro de Juan VIcente Boo
Libro de Juan VIcente Boo

¿El clericalismo y el patriarcalismo siguen siendo los dos grandes 'pecados' de la Iglesia?

A Francisco, que lleva ocho años batallando contra ambos, se le resisten quizá más de lo que esperaba. Pero hay otros frentes. Es muy interesante leer de vez en cuando su discurso de 22 de diciembre de 2014 sobre las catorce enfermedades de la Curia vaticana. Es lo más duro que se ha dicho en público a los “curiales” en los últimos siglos.

¿Francisco es un ser de luz que ilumina?

Él se enfadaría con quien escribiese eso. He observado una paradoja. Francisco ayuda a mejorar a los buenos, y ayuda a humanizarse a los indiferentes. En cambio, empeora a los malos, pues se revuelven contra él y se vuelven más tóxicos.

¿Cuajarán sus reformas o serán 'tormenta de verano'?

Las reformas más importantes, como la unión de espiritualidad y caridad para todos los fieles, la revalorización de la misericordia, o la reforma cultural en la Curia vaticana, están muy avanzadas. No creo que pueda haber grandes pasos atrás. Tengo la impresión de que el ritmo se agilizará a medida que vayan desapareciendo los lastres. Y es probable que el próximo Papa pise el acelerador.

Descifrando el Vaticano
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