"Estar en la escuela", nuevo libro de PPC Pedagogía e interioridad

(Antonio Aradillas).- De feliz, oportuna y hasta de providencial se podría calificar la coincidencia de Helena Esteve (Licenciada en la Facultad de Bellas Artes), Ruth Galve (Licenciada en Filología Catalana) y de Lluís Yila (Ingeniero Agrícola), para afrontar la tarea bibliográfica de Estar en la Escuela, editado por PPC en su colección "Educar".

En los tiempos tan inclemente en los que pedagógicamente nos encontramos, dentro y fuera de España, la idea y el planteamiento de un libro como este es una gracia de Dios cuya síntesis se expresa y manifiesta como "imprescindible para la armonización del individuo con el entorno, para establecer puentes de diálogo con los otros", y cuyo contenido responde a la perentoria necesidad que se tiene de que convenientemente se "explique que la interioridad no es solo el ámbito de las emociones subjetivas, sino también el espacio para desarrollar vivencias que imprescindibles para reconocer experiencias de profundidad , sin las cuales el proceso de aprendizaje escolar (y, por extensión, la existencia personal), es mutilado: admiración, sorpresa, agradecimiento, recuerdo, memoria...".

En su prólogo se asegura y demuestra que "el libro es, por una parte, un ensayo sobre la espiritualidad y, por otra, una propuesta pedagógica integral", que se apunta y desarrolla en capítulos como "la nebulosa de la interioridad" (el interés por un mundo interior), "los niños y los jóvenes ante el mundo interior", "la interioridad en la escuela", "apuntes para una pedagogía de la interioridad" y "un breve recorrido por los caminos de la geografía interior", entre los que destacan apartados como los dedicados a la palabra, al diálogo, al silencio, al arte y la estética, a la naturaleza, ocio, deporte y juego, religión y espiritualidad, "las nuevas búsquedas" y a la exterioridad.

En el planteamiento más elemental de la escuela y de la pedagogía en general, el libro de nuestra referencia entraña una verdadera y leal renovación-revolución, muy aproximada a la que se echa de menos en multitud de sectores, también religiosos, en los que los exteriorismos e hipocresías campean a sus anchas, mientras que la interioridad se ve obligada a enclaustrarse como un subproducto de la educación imperante y triunfante.

Por ejemplo, acerca del silencio y de su necesidad educadora para el crecimiento y mantenimiento de la interioridad, se asevera que "el mismo puede ser una de las condiciones esenciales para el crecimiento de la interioridad: no hay escucha interior profunda sin experiencia de alguna forma de silencio. Pero nuestra cultura es ruidosa. Encontrar lugares y sitios, espacios y ocasiones de silencio en las escuelas, es muy difícil. El silencio no se opone al diálogo o a la palabra, sino al ruido. A veces, a los jóvenes, y a quienes no lo son, les da miedo el silencio, donde una se pone delante de uno mismo sin defensas. Casi todas las respuestas se obtienen desde dentro".

Las secciones ya apartados están tachonadas de pensamientos y de frases de autoridad, como las de "un beneficio considerable que debiera inducir a la lectura atenta, es el cultivo de nuestra conciencia individual"; "si la prisa te apremia, ve poco a poco"; "lo que una persona tiene realmente, es lo que hay en su interior"; "la naturaleza es clave en la educación, y su fruto es hacer personas libres, capaces de pensar por ellas mismas"; "la hipótesis de una escuela que ignorase el mundo interior no sería real, ni imaginable, debiendo hoy cuidar el mundo interior de manera explícita".

En definitiva, el libro es un buen manual escolar para todos los colegios -profesores y alumnos-, con preferente inclusión de los llamados, considerados y etiquetados de "religiosos", a cuyos responsables máximos tendrá que servirles como puntos claves para sus exámenes de conciencia.

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