El legado del sacerdote y periodista Martín Descalzo en el nuevo libro de Juan Cantavella Un cura entre la prensa

Juan Cantavella
Juan Cantavella

"Los tiempos del Vaticano II, así como la conciencia apenas perceptible, de apertura a la democracia en España, fueron muy 'recios'"

En este contexto, es preciso leer y releer el libro que acaba de editar San Pablo, con sus 342 páginas, con el título de 'Martín Descalzo, un cura entre la prensa y la literatura', de Juan Cantavella"

"El autor 'ahonda en los escritos y actitudes de Martín Descalzo para extraer el fruto que contienen sus obras literarias y recordar el papel que jugó a través de textos periodísticos, tanto en la renovación conciliar, como en la búsqueda de una Iglesia independiente del poder político'"

"A los colegas –informadores religiosos- les sugiero que les presten santa, sana y sanante atención al septenario de sugerencias que se insertan en la página 192 del capítulo 'Sin despegarse de los periódicos. Lo agradecerán"

Al cura José María Javierre, colegas y allegados solíamos llamar “Javierre el Malo”, para distinguirlo de su hermano Antonio, “Javierre el Bueno”, salesiano, instalado en la Curia Romana, nada menos que como “Prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino”, con nombramiento y elección de Cardenal, personalmente por Juan Pablo II el día 28 de junio de 1988.

José María, o “Javierre, El Malo”, fue eje y centro de la profesión periodística, en unos tiempos en los que había que cursar los estudios en la “Escuela Oficial de Periodismo”, no habiendo otra. Ni siquiera la Iglesia contaba con ella en el organigrama de sus estudios.

En determinada ocasión, formado y titulado también yo en la referida Escuela Oficial, junto con José Luís Martín Descalzo, los tres, -José María, José Luis y yo-, decidimos publicar el libro “Control de Natalidad”, editado por “Alameda”, el año 1967, por supuesto que sin censura eclesiástica, denegada después de haberla solicitado repetidamente. Una “travesura” curial que nos supuso algún que otro ”mónitum” y dolor de cabeza, en los alrededores de la encíclica de Pablo VI, “Humanae Vitae,” ya entonces y ahora, tan discutida, y expuesta a múltiples interpretaciones.

En realidad, y teresianamente dicho, los tiempos de referencia fueron muy “recios”. El Vaticano II, así como la conciencia apenas perceptible, de apertura a la democracia en España, justificarían certeramente este diagnóstico.

Y en este contexto, y como figura de singular relevancia, es preciso leer y releer el libro que acaba de editar “San Pablo”, con sus 342 páginas, con el título de “Martín Descalzo, un cura entre la prensa y la literatura”. Su autor es Juan Cantavella, periodista de la referida Escuela Oficial, reportero del “YA”, director de “Menorca” y catedrático emérito en la Universidad CEU San Pablo, repetidamente invitado a impartir conferencias y cursos en Universidades hispanoamericanas, a la vez que autor de una docena de libros.

Del contenido del que Martín Descalzo es su protagonista, me limito a referir que “su autor ahonda en los escritos y actitudes para extraer el fruto que contienen sus obras literarias y recordar el papel que jugó a través de textos periodísticos, tanto en la renovación conciliar, como en la búsqueda de una Iglesia independiente del poder político”.

Los perfiles de José Luis están autobiografiados por él ya en el atardecer de su vida, con estas limpias y sentidas palabras: “Si Dios me regaló algún bien fue el de ser impermeable a la amargura, el entender que tras la noche de dolor viene siempre el día de la esperanza, el saber que, de todas las cosas de este mundo, las dos que únicamente cuentan son el amar y ser amado, el pensar que la vida y cada una de sus horas, son demasiado hermosas para desperdiciarlas”

A los colegas –“informadores religiosos”- les sugiero que les presten santa, sana y sanante atención al septenario de sugerencias que se insertan en la página 192del capítulo “Sin despegarse de los periódicos”, del libro de Juan Cantavella. Lo agradecerán.

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