Así lo afirma Josep Maria Ràfols en su libro 'La increíble historia del obispo Irurita' Un libro desvela que el obispo Irurita fue asesinado en 1939 y no en 1936

Manuel Irurita, obispo navarro
Manuel Irurita, obispo navarro

El obispo de Barcelona entre 1930 y 1936, Manuel Irurita, nacido en Larráinzar el 19 de agosto de 1876,  fue asesinado en 1939 por dos militantes del Sindicato de Alimentación de Barcelona de la CNT-FAI

La versión oficial franquista difundió que fue fusilado en 1936 en Montcada i Reixac (Barcelona)

El periodista e historiador catalán Josep Maria Ràfols, en su libro "La increíble historia del obispo Irurita" (Editorial Base), explica su investigación sobre el obispo navarro y resuelve la controversia que despertó su desaparición

"Al general Franco le convenía más que Irurita fuera un mártir del terror rojo que un intercambiado a quien los republicanos habían perdonado la vida", asegura Ràfols

El obispo de Barcelona entre 1930 y 1936, Manuel Irurita, nacido en Larráinzar el 19 de agosto de 1876,  fue asesinado en 1939 por dos militantes del Sindicato de Alimentación de Barcelona de la CNT-FAI en un lugar no identificado entre La Seu d'Urgell (Lleida) y Andorra, y no fusilado en 1936 en Montcada i Reixac (Barcelona), como difundió el franquismo y consta oficialmente hasta ahora.

Así lo desvela el periodista e historiador catalán Josep Maria Ràfols en su libro "La increíble historia del obispo Irurita" (Editorial Base), donde explica su investigación sobre el obispo navarro y resuelve la controversia que despertó su desaparición tras huir del Palacio Episcopal de Barcelona el 21 de julio de 1936.

"Encontré un documento en el que un espía del jefe de la policía de Barcelona, Luis Martí Olivares, marqués de Rebalso, se infiltra en 1939 entre los exiliados anarcosindicalistas de París y, en contacto con Federica Montseny, García Oliver y otros líderes cenetistas, asegura que el obispo fue realmente asesinado en febrero de 1939 durante la retirada de La Seu d'Urgell hacia Andorra por dos miembros de la CNT", ha explicado Ràfols a Efe.

La versión oficial que promovió el franquismo, que se ha mantenido hasta ahora, era que Irurita (Larráinzar, Navarra 1876) había sido fusilado la noche del 3 al 4 de diciembre de 1936 en la tapia del cementerio de Montcada i Reixac a manos de la CNT, junto a su sobrino lejano Marcos Goñi y dos miembros de la familia que lo ocultó durante cuatro meses.

Esta versión empezó a ponerse en duda durante el cambio de siglo cuando, ante el avance del proceso de beatificación del prelado, algunos testigos dijeron que lo habían visto salir del Obispado dos días después de la entrada de las tropas de Yagüe en Barcelona.

Ràfols ha confirmado que monseñor Irurita, que fue obispo de Lleida entre 1927 y 1930 antes de serlo de la archidiódesis de Barcelona, logró salir con vida de la checa de Sant Elies, donde permaneció dos días, y que no falleció en Montcada i Reixac, sino que fue encarcelado en el Castillo de Montjuïc y en prisiones clandestinas bajo el control de grupos políticos y sindicatos.

Irurita, uno de los trece obispos asesinados en la zona republicana durante la Guerra Civil, fue propuesto para cinco intentos de intercambio con prisioneros republicanos.

"Ningún intercambio dio resultado, tres de estos cinco intentos fueron frenados por el propio general Franco, a quien le convenía más que Irurita fuera un mártir del terror rojo que un intercambiado a quien los republicanos habían perdonado la vida", según Ràfols.

La dictadura de Franco, a pesar de conocer la situación del obispo de Barcelona, mantuvo el relato oficial de su muerte e identificó el cuerpo de Marcos Goñi, el sobrino de Irurita fusilado la noche del 3 de diciembre de 1936, como el del mismo obispo.

De este modo, los restos de Goñi fueron trasladados solemnemente, como si fuera el prelado, del cementerio de Montcada i Reixac a la catedral de Barcelona, donde fueron enterrados con honores de general, concedidos personalmente por Franco.

En 1999 se hizo la prueba del ADN del cuerpo sepultado en la catedral, comparándolo con el de una hermana del prelado y el resultado confirmó que se trata de un familiar por línea materna, sin descartar que pudiera ser el sobrino.

Según Ràfols, el verdadero cuerpo del obispo, un carlista considerado muy conservador, "se encuentra soterrado en algún lugar entre la capital del Alt Urgell y la frontera andorrana, un lugar lejano, pero no muy diferente de su tierra natal que tanto quería".

Tras cuatro años y medio de investigación, Ràfols celebra haber logrado esclarecer el enigma de una historia que considera "complicada".

"Cuando tenía el borrador del libro, seguía sin tener la solución del enigma y pensaba que no conseguiría resolver la desaparición del obispo, pero amplié el margen de la investigación, busqué referencias donde teóricamente no debía haberlas y pude esclarecer qué pasó", ha confesado.

La investigación se originó en la cartuja de Tiana (Barcelona), donde el historiador hizo amistad con el monje Paul Melis, que antes había estado en la Cartuja de Farneta (Italia).

"Me dijo que sabía que Irurita había estado refugiado allí. Pero, cuando el archivero de Farneta revisó sus registros, no halló constancia de la presencia de Irurita. En otras cartujas de Francia tampoco apareció ningún rastro. El hermano Paul se habría confundido. El obispo catalán que residió en Farneta, exiliado durante la Guerra Civil, fue Vidal i Barraquer, cardenal de Tarragona", detalla Ràfols.

"Mi información de base era un error, pero cuando me di cuenta ya había llevado la investigación demasiado lejos como para poder frenarla", añade.

Más de cuatro años tardó en encontrar finalmente, en el Archivo Histórico Nacional en Madrid, una nota mecanografiada del espía que engañó a Federica Montseny y a los anarquistas de París para conocer el verdadero destino del prelado.

Algunos historiadores, entre ellos el monje benedictino de Montserrat Hilari Raguer, ya habían manifestado sus sospechas de que Irurita no había sido fusilado en 1936. Estas dudas frenaron el proceso de beatificación del obispo, que sigue acumulando polvo en algún cajón del Vaticano.

Obispo Irurita

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