'Y yo te digo, ¡imagina!' (Verbo Divio) El difícil arte de la predicación

Y yo te digo, ¡imagina! (Verbo Divino)
Y yo te digo, ¡imagina! (Verbo Divino)

En esta época en la que la información  circula de una manera cada vez más rápida y superficial, y en la que captar la atención del público  es toda una hazaña, los padres Steeves y Piccolo  abordan con vivacidad  y humor el difícil arte de la homilía

La editorial “Verbo Divino” –EVD-, en su colección “Acción Pastoral” ha colocado en  la contraportada de su nuevo libro “Y yo te digo:¡imagina!, este alegato profundo,  oportuno, veraz, audaz  y para algunos, hasta  irrespetuoso:

“Muchos feligreses huyen  de las celebraciones eucarísticas  porque no soportan ya la homilías vacías, y repetidas sin convicción. En esta época en la que la información  circula de una manera cada vez más rápida y superficial, y en la que captar la atención del público  es toda una hazaña, los padres Steeves y Piccolo  abordan con vivacidad  y humor el difícil arte de la homilía.  Entre renunciar a mejorar las homilías e imitar el estilo de los programas de televisión, otro camino es posible: el de la imaginación, a la que alude  especialmente el papa Francisco  en su “Evangelii gaudium”, una verdadera llamada a difundir la alegría del Evangelio”.

Los autores de  las 176 páginas del texto del nuevo libro de EVD son los dos jesuitas,  - Nicolás Steeves y  Gaetano Piccolo-, profesores   de la Universidad Gregoriana  de Roma, con abundantes experiencias docentes , títulos universitarios y libros, que les confieren autoridad  y praxis, como para que la lectura atenta del texto  sea imprescindible,  en unos tiempos como los actuales, de paupérrima baratería intelectual, también teológica y pastoral, evangelizadoras “en el nombre de Dios”, en cuyos procesos de educación en la fe estamos inmersos los cristianos de a pié y la propia jerarquía.

Apuntando a  uno de los males mayores que padece  la predicación religiosa, en la página  53, expresan con claridad vigilante su opinión, denunciando la falta de preparación inmediata de los predicadores, con estas palabras:”

“Existen miles de buenas razones, o de pésimas excusas, para no preparar la homilía, de gran superficialidad y que cansan mucho a los oyentes…Cuando ocasionalmente al célebre padre jesuita  Didier  Rimaud   le tocaba presidir la misa diaria, decía con sensatez y humildad: “desde esta mañana trato  de ver qué podría decir sobre este Evangelio y no lo consigo. Os pido disculpas y propongo  que oremos juntos unos minutos en silencio…”

En las páginas  53 y siguientes,  reflexionando sobre la duración excesiva de las homilías, alertan con sano humor los autores, que “otro de los defectos  es su duración abusiva. En los noviciados jesuitas se enseña  que las homilías dominicales  no han de rebasar los diez minutos, y cinco en las de la semana. Y es que los primeros cinco minutos mueven  el corazón y el resto, las piernas”.

Y yo te digo, ¡imagina! (Verbo Divino)

Con citas frecuentes y oportunas del papa Francisco y del cardenal John Henry Newman, en vísperas de su discutida canonización,  los autores  lamentan, entre otros errores, la “referencialidad” personal religiosa del predicador,  el moralismo, el espiritualismo, el intelectualismo y el desconocimiento e interpretación  de los textos bíblicos, dando tristemente la impresión  de la casi infinita capacidad que les asiste para aburrir a los oyentes, sin que además se les ocurra pensar que, en idéntica proporción en la que ellos –los predicadores- educan en la fe, deberían, o podrían, ser educados ellos mismos por el resto del pueblo de Dios…”El primer verbo del predicador es  “escuchar”, no “hablar”.

La elección de la cubierta del libro con la dulce  imagen de  “San Francisco predicando a los pájaros”, mucho más que de bucólica y con las alas caídas, es portadora de intencionalidades evangelizadoras.

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