Sobre el derecho a decidir la propia muerte "Una muerte feliz": la decisión de Hans Küng

(Trotta).- Para el creyente cristiano se ha impuesto hasta ahora sin discusión la prohibición de quitarse la vida. Sin embargo, en Una muerte feliz argumenta Hans Küng que un tránsito feliz a la muerte está fundado en el respeto profundo hacia la vida infinitamente valiosa de toda persona y no tiene nada que ver con un desdichado suicidio arbitrario. Pues, si todos tenemos una responsabilidad sobre nuestra vida, ¿por qué habría de cesar esa responsabilidad en su última fase? Precisamente como cristiano que cree en la vida eterna, hace Hans Küng un nuevo llamamiento en favor del derecho de cada cual a decidir responsablemente el momento y la forma de su muerte.

"Nadie va a hacerme creer que por la voluntad de Dios tendría yo que aceptar finalmente una vida en un nivel vegetativo. Y precisamente, como cristiano que soy, tampoco quiero que se les haga creer eso a otras personas afectadas". Hans Küng

Tras Morir con dignidad (Trotta, 2010), este «opúsculo » sumamente personal surge de la voluntad, como precisa el autor en el prólogo, de «contribuir a un proceso de debate continuo» sobre la controvertida cuestión de la eutanasia, aportando la voz del teólogo, «él mismo afectado de una manera existencial por esta problemática». El testimonio en primera persona de Hans Küng se recoge de un modo especial y con toda su viveza en la conversación con Anne Will incluida en este libro.

El libro recoge una conversación de 2013 con la periodista Anne Will en la que habla sobre su delicada situación vital, la enfermedad y el final de la vida.

Hans Küng. Nacido en Sursee (Suiza) en 1928, se cuenta entre los pensadores sobresalientes de nuestro tiempo. Después de estudiar filosofía y teología en Roma y París, se dedicó a actividades de pastoral práctica, y a partir de 1960 fue catedrático de Teología Ecuménica en Tubinga. Participó activamente en el concilio Vaticano II como perito. En 1979 el Vaticano le retiró la licencia eclesiástica para enseñar. Pasó a ser catedrático emérito en 1996. Su estudio, a lo largo de varios decenios, de las religiones mundiales desembocó en el Proyecto de una Ética Mundial (1990) y en la creación de la Fundación para la Ética Mundial, de la que es presidente de honor.

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