'Muéveme', de Fermín José Negre en Sal Terrae La sonrisa de los peces

'Muéveme' de Fermín José Negre, editado por Sal Terrae

No pretende dogmatizar ni dar recetas. Comparte experiencia y así, sin pretenderlo, se convierte en maestro. Con ternura, porque no hay agresividad ni dureza en sus palabras

Con prólogo de José María Rodríguez Olaizola, sj.

En su autoprólogo, el autor del libro que presento, refiere literalmente que “mi casa y mii vida están llenas de peces. El pez me representa. Es resbaladizo, parece que va para allá, pero de repente hace un regate y se marcha en otra dirección. Se escabulle y hace movimientos súbitos. Pica fácilmente el anzuelo y muchas veces termina en una red, o logrando escapar maltrecho y malherido. Continuamente en el agua. Es su hábitat. Si lo sacas, se muere en un corto lapso de tiempo…”

Pero el libro de mi referencia, pese al autoprólogo y al mismo prólogo de José María Rodríguez Olaizola, de la Compañía de Jesús se intitula “Muéveme”, está editado por” Sal Terrae,” y , con sus 232 páginas, lleva el número  169 de su acreditada colección  “Servidores y  Testigos”. Para tranquilidad canónica, advierto que, al igual que los otros títulos de la colección, también en este destaca el detalle del “Imprimatur”, concedido por el Obispo de Santander.

Cariñosamente el libro lo dedica su autor a “Juan y Conchita, mis padres (cada vez me parezco más a ellos), a Mariola, Nuria y Conchi, mis hermanas (mis tres reinas magas), a Dios, mi Pez y mi Todo, (lo mejor que me ha pasado)”.

'Muéveme', de Fermín José Negre, en Sal Terrae

Fermín José Negre Moreno es sacerdote diocesano de Málaga  y previamente fue maestro de escuela. Párroco de diversos pueblos , misionero, es fundador  e integrante  del grupo musical  “Ixcis”, escritor de oraciones y comentarios , compositor de más de 200 canciones , tan conocida como  la titulada “Muéveme, ”y co-autor  de dos libro- discos.

Tal y como refiere el prologuista, “Fermín habla de la imperfección, de la oración, de las derrotas importancia de la oración, de las derrotas, de palmadas en la espalda, de las divisiones en la comunidad, de la gente buena, de los sueños que nos motivan…No pretende dogmatizar ni dar recetas. Comparte experiencia    y así, sin pretenderlo, se convierte en maestro. Con ternura, porque no hay agresividad ni dureza en sus palabras…”.

Sí, cada capítulo  es una profunda lección de vida, que es lo que importa de verdad y en definitiva, cuando la  vida fue y es marco de  convivencia con los otros y más en calidad de maestro, cura, amigo, compositor  y  cantor  y cuyas homilías es seguro que sean portadoras de músicas no solo de las mal llamadas” celestiales”, sino  de todas las otras, gregorianas o no.

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