Liturgia del CORPUS 2025 (C)

Liturgia del CORPUS 2025 (C)
Liturgia del CORPUS 2025 (C)

Reflexión Inicial:


Cuando hace años oí hablar de "religión sin magia" salí huyendo como gato escaldado. Yo soy un católico de los de verdad y no leo patochadas contra mi fe católica.


Con el tiempo, cuando fui aprendiendo a meterme dentro de mí y dejar aflorar mi "libertad esencial de ser humano" empecé a cuestionarme muchas de las lecciones obligadas de los "guías mitrados" de mi religión.


Más tarde me di de bruces con la "determinada determinación de hacer oración personal todos los días" de la Santa de Ávila en un Curso de Teología Mística. Y, ay, qué gozo abrirme enteramente a la LUZ y la LIBERTAD.


Empecé a comprender los disparates en que están anclados nuestros "poderosos líderes" y su empeño en seguir obligándonos a creer que la tierra es plana. Bueno, es solo un símil.


Con lo gozoso que resulta descubrir la INTERIORIDAD y los milagros reales que en ese "salón oscuro" de Teilhard de Chardin se producen todos los días para quienes se atreven a bajar y entrar.


Los disparates a que nos han sometido tanto en el "esperpento de la Misa" como en el "Corpus Christi" y todas sus piadosas aberraciones, será un capítulo esencial del Examen de Conciencia a que serán sometidos nuestros "gurús religiosos".


Al parecer, a ellos no les importa si somos CRISTIANOS de verdad o simples "pollos de granja" con la fe del carbonero que, "como las gallinas, tragan todo, sean granos, sean chinas", con tal de que nos dejemos someter a su "autoridad", aunque el mandato que recibieron fue SERVIR, no SOMETER, y mucho menos DESVIAR.


Merece la pena leer y meditar la HOMILÍA de hoy.


Desde la insignificancia en que me siento sumido, os mando mi cariño.


Empezamos:


El amor de Dios Padre que nos habita y nos impulsa, la presencia de Jesús resucitado y el impulso del Espíritu está con todos vosotros.

MONICIÓN DE ENTRADA


Hoy se habla mucho de encontrar ese ADN genuino del cristiano. El relato de la multiplicación de los panes y la fiesta del Corpus Christi son algo esencial para los seguidores del Galileo, aunque no todos lo entendamos de la misma forma. Si no hay acuerdo en las creencias, al menos imitemos a Jesús en la entrega de su vida a los demás.

ACTO DE RECONOCIMIENTO


Para imitar a Jesús en su entrega a los demás sólo debemos hacer una cosa: dejar rebosar los dones y cualidades que Dios Padre nos ha dado, para que iluminen nuestra vida y la vida de los demás.

Por eso comencemos la celebración reconociendo esos dones y cualidades y comprometiéndonos a seguir poniéndolos al servicio de todos.


Queremos vivir el don de la PAZ cultivando cada día nuestra paz interior y construyendo con los hermanos la paz en nuestros ambientes y en el mundo. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR


Queremos vivir el don de la ALEGRÍA,  la alegría interior de sentirnos amados y acompañados por Tí nuestro Padre, y la alegría de compartir la vida con los hermanos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR


Queremos comprometernos a vivir los dones de la BONDAD y la AYUDA preocupándonos de nuestro desarrollo personal y ayudando a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: NOS COMPROMETEMOS SEÑOR.


Dios Padre amoroso TIENE siempre misericordia de nosotros, conoce nuestras limitaciones y nos guía de su mano a la vida eterna.

GLORIA


Gloria a Dios en el cielo….

Tú que quitas el pecado del mundo, TÚ tienes piedad de nosotros...

Tú que quitas el pecado del mundo,  TÚ atiendes nuestras súplicas

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,  TÚ tienes piedad de nosotros

ORACIÓN COLECTA


Recordamos que Jesús,

en la Cena de la Pascua,

inventó la Eucaristía,

memorial de Acción de gracias.


«Tomad, comed». Es mi «Cuerpo»,

tierno Pan de harina blanca.

«Tomad, bebed». Es mi «Sangre»,

Vino de la Nueva Alianza.


Pan y vino simbolizan

toda mi vida entregada,

fiel expresión de mi amor

encarnado en mis entrañas.


Comulgad en las dos mesas

del Pan y de mi Palabra.

Dar la vida, por amor,

es también vuestro programa.


«Yo me paseo en los pobres»,

no en las custodias doradas.

Mucha gente hambrienta espera,

sobre la hierba, sentada.


«Dadles de comer, vosotros».

Al compartir las hogazas,

gratis y por puro amor,

sobrarán doce canastas.


Señor Jesús, Pan de Vida,

Sol de Amor, nuestra Esperanza.

Gracias por tu Eucaristía.

A Ti, gloria y alabanza.

Lectura del libro del Génesis (14,18-20):


En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abram, diciendo: «Bendito sea Abrahán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.» Y Abram le dio un décimo de cada cosa.

Palabra de Dios

Salmo 109


R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec


Oráculo del Señor a mi Señor:

«Siéntate a mi derecha,

y haré de tus enemigos

estrado de tus pies.» R/.


Desde Sión extenderá el Señor

el poder de tu cetro:

somete en la batalla

a tus enemigos. R/.


«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

entre esplendores sagrados;

yo mismo te engendré, como rocío,

antes de la aurora.» R/.


El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):


Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):

R/Gloria a ti, Señor.


En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»


Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»

Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.


Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»

Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor

R/Gloria a tí Señor Jesús

HOMILÍA

Sobre la Eucaristía se han escrito y se siguen escribiendo tantos libros, ha habido tantas discusiones a lo largo de la historia, se ha tergiversado tanto, que es difícil distinguir el trigo de la paja.

Y es que se ha olvidado de alguna manera el mensaje del evangelio. Por ello hay que volver al principio, al evangelio y a la tradición primitiva, es decir, a cómo los primeros cristianos entendieron y vivieron la Eucaristía, para comprender y recuperar su verdadero sentido como sacramento.

Partiendo pues del evangelio pensemos: A Jesús lo último que se le hubiera ocurrido es pedir a los demás seres humanos que se arrodillaran ante él. Él sí se arrodilló ante sus discípulos para lavarles los pies; y al terminar esa tarea de esclavos, les dijo: “vosotros me llamáis el Maestro y el Señor. Pues si yo, el Maestro y el Señor os he lavado los pies, vosotros tenéis que hacer lo mismo”.

Esa es la primera y principal lección que nos ha dejado sobre la Eucaristía -el sentido que él le dio a su vida y que resumió en la última cena-.

Pero esa lección del SERVICIO a los hermanos la hemos marginado. Es más cómodo convertirle en objeto de adoración que imitarle en el SERVICIO a todos los hombres. Es más fácil imaginar MILAGROS que aceptar la REALIDAD de arrodillarnos ante los hermanos.

Hemos convertido la Eucaristía en un RITO, en una obligación que muchos ya han aborrecido e incluso han huido de las iglesias. Se ha convertido en una ceremonia rutinaria sin compromiso, que en vez de UNIR y COMPARTIR, ha incitado a la diáspora, a la huida por aburrimiento y falta de contenido religioso real. Eso sí, muy bonita estéticamente: Imágenes cuidadas, cargadas muchas veces de joyas, ornamentos litúrgicos ostentosos, mucha floritura, una religión estética.

Para las primeras comunidades fue el acto más subversivo posible. Los cristianos que la celebraban se sentían dispuestos a vivir lo que el sacramento significaba, recordaban lo que Jesús había sido y se comprometían a compartir como él compartió su vida entera y su amor. De hecho iban a la Eucaristía llevando cada uno lo que podía para compartir y ofrecer a los que menos tenían.

Uno de los problemas es haber cambiado el nombre por Misa, que significa ENVÍO y que era el último acto de la celebración, es decir, la invitación a vivir FUERA lo que se había compartido DENTRO de la celebración. Es decir se le puso el nombre de una parte, a lo que es un todo.

Y además se puso el acento en aspectos secundarios o erróneos, como SACRIFICIO o como PRESENCIA real de Jesús a lo que era y es un SIGNO, un SACRAMENTO. Postergando la REALIDAD del SACRAMENTO: nuestro COMPROMISO repetido y comunitario de SEGUIR a Jesús.

De esa exageración milagrosa de considerar la Misa como PRESENCIA REAL hemos pasado a la ADORACIÓN, algo que Jesús jamás buscó.

La Eucaristía es un sacramento y sacramento significa SIGNO, no realidad. Los SIGNOS o  sacramentos no son ritos mágicos ni milagros. Si tienes hambre, no puedes comerte una “pintura de huevos fritos”, porque es solo un símbolo del alimento que deseas.

La idea que nos han transmitido de “presencia real de Jesús en el pan” no es cierta, es una piadosa exageración. La “presencia real” está dentro de ti, en tu corazón, aunque no comulgues.

Y cuando comulgas estás abrazando el SIGNO de esa “presencia real” dentro de ti del Dios que te habita. Recibes el SIGNO (sacramento), el pan consagrado donde no está Dios, pero abrazas la REALIDAD de Dios dentro de ti.

Me explicaré mejor: COMULGAR el “pan eucarístico” es ACEPTAR y ABRAZAR a ese Dios que está REALMENTE dentro de ti. En la boca solo está el SIGNO que tú recibes. En tu corazón está la REALIDAD, Dios mismo al que te adhieres.

Es lo que los teólogos llaman: “Dios Inmanente”, el que siempre permanece dentro, te habita y jamás te abandona.

Tú podrás olvidarle y hasta rechazarle, pero Él seguirá dentro de ti, dándote vida, inteligencia, amor, paz y entrega a los otros. Podrás ignorarlo, taparte las entendederas y mirar a otro lado, pero ahí dentro siempre te estará esperando y abrazando como una madre.

Eso es lo que significa el “sacramento o signo de la Eucaristía”, una inyección en vena para que despiertes y recuperes la memoria del Dios que te habita y te da VIDA.

Los signos sabemos muy bien lo que son, porque los utilizamos todos los días para comunicarnos. Por ejemplo “los emoticonos” que cada día utilizamos. El beso, el abrazo o la felicitación no están en el móvil, pero te expresan lo que estoy sintiendo realmente.

El “pan que comulgas” es el emoticón, el signo, que el Cura te da para recordarte la REALIDAD de un  “Padre y Madre que te abraza dentro de ti” siempre, siempre, siempre. Así de sencillo. Y tú, al comulgar, le devuelves voluntariamente el abrazo. Esa es la alegría de la Comunión.

Que en la Eucaristía haya dos signos: Pan y Vino, tiene también un sentido: El PAN es símbolo del ALIMENTO (cuya base es el pan), es decir, de la PERSONA de Jesús, al que queremos seguir y constituye nuestro alimento.

Y el VINO es el símbolo de su sangre, es decir, de su VIDA (la sangre para los judíos era la realidad de la vida).

En la Eucaristía se concentra todo el mensaje de Jesús, que es el AMOR. Un Amor, que es Dios mismo, queriendo crecer dentro de nosotros, arropando y guiando nuestras vidas.

Todas las muestras de respeto hacia las especies consagradas están muy bien. Pero arrodillarse ante el Santísimo y seguir menospreciando o ignorando al prójimo, es un sarcasmo. Si en nuestra vida no reflejamos la actitud de Jesús, la celebración de la eucaristía seguirá siendo magia barata para tranquilizar nuestra conciencia.

A Jesús hay que descubrirlo en todo aquel que espera algo de nosotros, en todo aquel a quien puedo ayudar a ser él mismo, sabiendo que esa es la única manera de llegar a ser yo mismo.

Muchos todavía se aferran a la irracional “magia de la transustanciación” que nos enseñaron de pequeñitos. Es una visión mítica de hace siglos, no real. De hecho la “Religión Mágica” sigue siendo una tentación primitiva todavía presente en personas con poca formación o muy sometidas al Cura, es decir, al Clericalismo, y que no han desarrollado su propia conciencia o libertad de pensamiento.

Pero la REALIDAD de un Dios que nos habita y nos invita a abrazarle en el SIGNO del  sacramento de la Eucaristía, es mucho más racional, alegre y consoladora. 

Y ahí, en ese zambullirte en tu vida íntima con el Abbá de Jesús, aprenderemos a abrir los brazos con amor a nuestros prójimos y conducirnos como Jesús. Por eso, solo por eso, nos llamamos CRISTIANOS. Puro Evangelio. 


CREDO


Sacerdote.- ¿Creéis en Dios , que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?.

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios?.

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia para hacer un mundo mejor?.

Todos. Sí, Creemos.

ORACIÓN UNIVERSAL

El compartir es una seña de identidad de los seguidores de Jesús, compartir sin límites lo que somos y tenemos. Oremos.


Queremos ser vida partida y compartida


• Soñamos como Jesús que  la Iglesia ponga su empeño en hacer llegar el alimento de cada día a todos los rincones del mundo, que sea signo del banquete del Reino.


Queremos ser vida partida y compartida


• Soñamos como Jesús que nuestras comunidades parroquiales y religiosas sean espacios para la solidaridad: casa y acogida para los refugiados de tantos países en conflicto; un plato de comida para los que no tienen pan.


Queremos ser vida partida y compartida


• Soñamos como Jesús que todos nosotros seamos signo de la Presencia de Jesús en nuestros contextos cotidianos, dando de comer al que no tiene, trabajo a quien está en paro, consuelo al que sufre, cobijo a los excluidos.


Queremos ser vida partida y compartida


• Soñamos como Jesús que los gobiernos e instituciones trabajen para alcanzar una distribución justa de todos los bienes de la tierra para que a nadie le falte el pan, el techo, el trabajo y la libertad.


Queremos ser vida partida y compartida


• Soñamos como Jesús que en este tiempo vacacional para muchos nos ofrezcamos en tiempo junto a los que sufren soledad, seamos colaboradores en la construcción de una sociedad más justa y humana.


Queremos ser vida partida y compartida


Padre Madre buena, queremos que  la celebración de esta Eucaristía sea signo de nuestro compromiso solidario con una nueva sociedad, en la que la distribución de los bienes sea el pilar central. Gracias por Jesús vida compartida y partida en favor del mundo.


En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso

El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…

ORACIÓN OFRENDAS

Padre nuestro y de todas las criaturas: nos sentimos invitados a compartir con todos nuestra vida, generosamente, siguiendo el ejemplo de Jesús, y te ofrecemos pan y vino, frutos de la Tierra y de nuestro trabajo, y con ellos nuestros esfuerzos y mejores deseos, para agradecerte cuanto nos das y prometerte fidelidad y entrega completa a tu proyecto, a tu sueño, a tu reino. Por tu hijo Jesús, nuestro Señor y hermano. Amén.

PREFACIO


El Señor está con vosotros

Y con tu Espíritu

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor

Damos gracias al Señor nuestro Dios

Es justo y necesario


A tu bondad, Dios del Amor y Padre nuestro, queremos elevar un can­to de gratitud en esta celebración y en todo momento de nuestra vida. 

Con amor paternal nos has llamado a la vida, nos mantienes en ella y nos muestras su verdadero sentido: la promesa de vivir para siempre junto a Ti. 

Caminantes que no debemos quedar al margen de lo humano, tenemos que dar testimonio de servicio en favor de los hombres y apostar una y otra vez por la paz, la justicia y la libertad.

Caminantes que, reconocien­do nuestra fragilidad, debemos dejarnos llenar por la luz de tu palabra y por el Pan y el Vino de la eucaristía que representan la Persona y Vida de tu Hijo que fortalece la vida de cuantos a Él nos adherimos.

Y aunque no necesites nuestras alabanzas, queremos demostrarte nuestro cariño y agradecimiento con este canto de bendición.

SANTO, SANTO, SANTO


CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA

SANTO eres en verdad, Padre,

y con razón te alaban todas tus criaturas,

ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,

con la fuerza del Espíritu Santo,

nos das Vida y santificas todo.

Congregas a tu Pueblo sin cesar,

para que ofrezca en tu honor esta OFRENDA

desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino

y se conviertan para nosotros

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús,

en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.


Porque Él mismo,

la noche en que iba a ser entregado,

habiendo amado a los suyos,

que estaban en el mundo, hasta el extremo,

mientras cenaba con sus discípulos,

tomó un pan, y dando gracias te bendijo,

lo partió y lo repartió a sus discípulos, diciendo:

Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi cuerpo,

que será entregado por vosotros.

Del mismo modo, acabada la cena,

tomó el cáliz,

y, dándote gracias de nuevo,

lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi sangre,

sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestras vidas.

haced esto en conmemoración mía.

Este es el sacramento de nuestra fe.


Anunciamos y proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús.


Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial

de la ENTREGA de Jesús,

de su admirable resurrección y ascensión al cielo,

mientras esperamos su venida gloriosa,

te ofrecemos, en esta acción de gracias,

TODO lo que somos y tenemos.


Tú diriges tu mirada sobre esta OFRENDA de tu Iglesia

y reconoces en ella nuestra adhesión a Jesús,

que vino a revelarnos tu rostro

de verdadero Padre, que nos ama sin límite.

Nos unimos en este sacramento al Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

que se entregó por nosotros para dejarnos su ejemplo de Vida.

Y nos abrimos de todo corazón a tu Espíritu Santo

para ser iluminados y fortalecidos en el seguimiento de Jesús, tanto individual como colectivamente.

Y así, unidos como hermanos,

formemos con Cristo un solo cuerpo

y un solo espíritu.

Él nos transforma en verdaderamente humanos

en nuestro diario caminar hacia tu Heredad,

donde seguiremos alabándote 

junto con tus elegidos,

con María, la Virgen Madre de Dios y madre nuestra, su esposo san José,

los apóstoles y los mártires,

y todos los santos,

que nos precedieron en el camino hacia Ti.

Te ofrecemos, Padre, nuestro compromiso de adhesión a Jesús,

que ratificamos en esta celebración,

para que contribuya a la Paz y

la Humanización del mundo entero.

Confirmamos nuestra lealtad con esta tu Iglesia,

que peregrina en la Tierra,

fortalecida por nuestra fe y caridad.

Nos unimos a TODOS tus hijos de este Pueblo,

iluminado y fortalecido por Jesús,

junto con sus servidores: el Papa León,

nuestro Obispo N…,

el orden episcopal, los presbíteros y diáconos.

Tú atiendes los deseos y compromisos

de esta Familia,

que has congregado en tu presencia

en este domingo, día en que Cristo

venció a la muerte.

Él nos ha hecho partícipes de su Sabiduría y Fortaleza

para que imitemos su ejemplo

en el camino hacia tu Heredad eterna.

Te damos GRACIAS porque nuestros

hermanos difuntos…, familiares,

amigos y miembros de nuestra Comunidad,

tras su maduración en este mundo,

ya disfrutan contigo en tu casa del Cielo.

Queremos ser parte del Reino interior,

que tu Hijo nos reveló,

y extenderlo a nuestro mundo

para que podamos gozar TODOS de tu felicidad eterna,

junto con Cristo, Señor nuestro,

por quien concedes al mundo todos los bienes.


Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén

PADRENUESTRO


PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.


TÚ NOS DAS HOY 

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amen


CORDERO DE DIOS


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, TÚ TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, TÚ TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, TÚ NOS DAS la paz


Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.

ORACIÓN FINAL


Amor de ti nos quema, blanco cuerpo;

amor que es hambre, amor de las entrañas;

hambre de la Palabra creadora

que se hizo carne; fiero amor de vida

que no se sacia con abrazos, besos,

ni con enlace conyugal alguno.


Sólo comerte nos apaga el ansia,

pan de inmortalidad, carne divina.

Nuestro amor entrañado, amor hecho hambre,

¡oh, Cordero de Dios!, manjar te quiere;

quiere saber sabor de tus redaños,

comer tu corazón y que su pulpa

como maná celeste se derrita

sobre el ardor de nuestra seca lengua:

que no es gozar de Ti; es hacerte nuestro,

carne de nuestra carne, y tus dolores

pasar para vivir muerte de vida.


Y tus brazos abriendo como en muestra

de entregarte, amoroso nos repites:


¡Carne de Dios, Verbo encarnado,

encarna nuestra divina hambre carnal de Ti!


(Miguel de Unamuno)

BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

Y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,

Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Amén.

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