¿Qué sociedad necesita el Hombre que decís?

Haber rebajado la actividad humana, - el trabajo, -a la calidad de mera fuerza productiva material, nos ha degradado hasta el abismo y ha creado moles infranqueables de injusticia y dolor: hombre-mercancía y la violencia-código normal de nuestro convivir.

Pregunta importante, clave: ¿son válidas y posibles las propuestas evangélicas para una sociedad correcta?
¿en qué se conoce?

Tras de todo, también por la vía filosófica, científica, política, económica, social… hay que llegar a Cesarea de Filipo: "Y vosotros ¿quién decís que soy Yo?”(Mt.16,15).

Actualmente hay cansancio de tanto guerrear sin sentido, de conformarnos con baratijas, de llamar “progreso” a cualquier esperpento.

Por otra parte vivimos avances científicos espectaculares para los cuales nuestros esquemas y paradigmas se quedan cortos. Hasta ahora, han sido eficaces en crear instrumentos, en conocer datos y potencialidades, en facilitar encuentros de creciente variedad de razas y colores…

Ahora ya necesitamos una talla humana más madura que, superando el impacto desconcertante de lo asombroso desconocido, logre encontrar su propio sitio en un universo sensiblemente diferente del que habíamos imaginado.

Hay síntomas y atisbos de naciente futuro. Se busca sencillez y hondura en la existencia. Nacen voces decididas a diálogo. El vivir tan agitado, tan descolocado, tan sin sentido que padecemos, reclama caminos, espacios y vida en consonancia con las maravillas técnicas.

Se habla de tolerancia, de respeto al diferente, de solidaridad… Palabras que, aún teniendo baja intensidad, anuncian caminos de esperanza. La historia nos dice que la Humanidad convierte las crisis en crecimiento. Estamos en buenas condiciones para abordar las preguntas claves planteadas hace siglos y para emprender rutas creativas y complementarias.

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