Caminamos juntos con María Esta 'es la hora de todos'

Peregrinación Virgen del Camino
Peregrinación Virgen del Camino

"Hemos clausurado la fase diocesana del «Sínodo 2021-2023. Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación y misión». Ha sido un momento de gozo en el camino que estamos decididos a continuar"

"En este Año Santo Compostelano, subir al santuario de la Virgen del Camino ha puesto de manifiesto nuestra determinación por mantenernos en peregrinación"

"Llegar hasta aquí ha sido posible porque desde el 17 de octubre de 2021 hemos sido conscientes de que esta 'es la hora de todos' y 'todos somos la sal de la tierra y la luz del mundo' (cf Mt 5,13-16)"

"Damos testimonio de la intensa vida de nuestros grupos diocesanos. El deseo más expresado en ellos es el de proseguir el dinamismo aprendido"

"Así, creemos en la escucha, en la celebración, en la corresponsabilidad inherente a nuestra condición bautismal, en el testimonio personal y comunitario"

"Confiamos al Espíritu esta nueva etapa, contando con la inestimable intercesión de la Virgen del Camino, reina y madre del Pueblo de Dios sinodal, fraterno, misionero, evangelizador y samaritan"

Queridos hermanos y hermanas:

Hemos clausurado la fase diocesana del «Sínodo 2021-2023. Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación y misión». Ha sido un momento de gozo en el camino que estamos decididos a continuar.

En este Año Santo Compostelano, subir al santuario de la Virgen del Camino —el particular “Tabor” de nuestra diócesis, al mismo tiempo que tramo del Camino de Santiago— ha puesto de manifiesto nuestra determinación por mantenernos en peregrinación. Hemos anunciado en esta meta volante del proceso sinodal que «Caminamos juntos con María». Al compás del mes tradicionalmente dedicado a la Virgen, esperamos con ella un nuevo Pentecostés como aquel que los apóstoles esperaron orando junto a la madre de Jesús.

¿Cómo va el Sínodo de la sinodalidad?
¿Cómo va el Sínodo de la sinodalidad?

Llegar hasta aquí ha sido posible porque desde el 17 de octubre de 2021 hemos sido conscientes de que esta “es la hora de todos” y “todos somos la sal de la tierra y la luz del mundo” (cf Mt 5,13-16). No queremos que la sal se vuelva sosa; no estamos dispuestos a que se apague ni se oculte la luz. Porque son muchos los que todavía no conocen a Cristo y no saben el bien que pueden experimentar personalmente a través de la fe, ni el que, sin ninguna duda, pueden llevar a otros.

Durante estos meses hemos vivido un tiempo de gracia que queremos continuar como Iglesia diocesana, grupo a grupo, en las parroquias, en las comunidades de vida consagrada, en los colegios, en los movimientos y asociaciones, en las cofradías, en los arciprestazgos y en las delegaciones diocesanas. Que cada grupo e institución sea un espacio de comunión fraterna abierto a nuevos hermanos.

Damos testimonio de la intensa vida de nuestros grupos diocesanos, algunos ya existentes con anterioridad y otros de nueva creación con motivo de esta convocatoria sinodal. El encuentro, la escucha y el aprendizaje del discernimiento han jalonado las sesiones comunitarias en clima de oración. El deseo más expresado en ellos es el de proseguir el dinamismo aprendido, dando fe de las seis palabras que el equipo diocesano sinodal nos ha devuelto, a modo de espejo, tras haber sintetizado las aportaciones recibidas tanto de pequeños como de mayores.

La fase diocesana termina en agosto de 2022
La fase diocesana termina en agosto de 2022

Así, creemos en la escucha, que es camino para el encuentro y el diálogo; en la acogida de lo nuevo y de la unión en la diversidad. Creemos en la celebración, que necesitamos comprender mejor y unir más con la vida; en la formación, que fundamenta y posibilita cada clave sinodal. Creemos en la corresponsabilidad inherente a nuestra condición bautismal. Finalmente, creemos en el testimonio personal y comunitario que hace a la Iglesia verdaderamente evangelizadora y misionera.

El Espíritu Santo nos acompaña y nos guía en esta senda —no nos cansaremos de repetirlo— y nos impulsa a ensanchar la tienda diocesana del encuentro con Dios y con los hermanos para que crezca la comunión, la participación y la misión.

Confiamos al Espíritu esta nueva etapa, contando con la inestimable intercesión de la Virgen del Camino, reina y madre del Pueblo de Dios sinodal, fraterno, misionero, evangelizador y samaritano que peregrina en la Iglesia particular de León. Ella nos muestra a su Hijo Jesús vivo y glorioso y nos ayuda a caminar con un solo corazón y una sola alma, siendo caritativos y solidarios con los hermanos que precisan acogida samaritana.

Nuestra acción de gracias a Dios y a los hermanos, nuestro amor que refleja el suyo, nuestra esperanza cierta y nuestra confianza en la novedad de Cristo constituyen el alimento para el camino.

Iglesia que camina

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