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En nota pública denuncian el abandono al que se está viendo sometida la Amazonía
En un país donde el presidente de la República se empeña en negar las evidencias y toma medidas contrarias a todo lo que puede parar y combatir la epidemia del coronavirus, la Iglesia católica de la Amazonía brasileña, una de las regiones más castigadas del país, a través de la Comisión Episcopal para la Amazonía, presidida por el Cardenal Claudio Hummes, acaba de lanzar una nota pública, en este 4 de mayo en la que muestran su inmensa preocupación y exigen una mayor atención de los gobiernos federales y estatales.
La nota se lanza en un momento en que el colapso del sistema de salud se ha instalado en las dos principales ciudades de la región, Manaos y Belém, denunciando que “las estadísticas proporcionadas por los medios de comunicación no se corresponden con la realidad. Las pruebas son insuficientes para conocer la expansión real del virus. Muchas personas con síntomas evidentes de la enfermedad mueren en casa sin asistencia médica y sin acceso a un hospital”. Son sin duda situaciones muy graves, ante las que la Iglesia católica no quiere mirar para el otro lado.
Los 67 obispos firmantes, entre ellos algunos eméritos y administradores diocesanos, piden que se atienda responsablemente a los sectores de población más vulnerables, que son quienes enfrentan un riesgo mayor, todavía más en una región donde el número de plazas en los hospitales es el más bajo del país, no llegando en muchos casos a los requisitos mínimos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A la grave situación social se unen las consecuencias del avance de la minería, la agricultura y ganadería extensivas y la deforestación, todo ello agravado por el hecho de que el actual gobierno, el más anti indígena de la historia de Brasil, ha reducido drásticamente las inspecciones, llegando a dimitir a quienes han querido combatir los crímenes ambientales y sociales que se están llevando a cabo en la Amazonía. La nota denuncia el aumento de la violencia en el campo y el colapso estructural de una región cada vez más devastada, cada vez más en riesgo ante futuras pandemias.
Ante esa situación, los obispos de la Amazonía brasileña exhortan a la Iglesia y a toda la Sociedad a exigir medidas urgentes del Gobierno Federal, del Congreso Nacional, de los gobiernos estatales y las Asambleas Legislativas. En la lista, que contiene 13 propuestas, se enumeran una serie de medidas urgentes, buscando la defensa de los pueblos de la región, una necesidad cada vez mayor en un país donde las decisiones parecen no responder a la lógica y sí al interés y desvarío de quien lo comanda.
NOTA DE LOS OBISPOS DE LA AMAZONIA BRASILEÑA SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS PUEBLOS Y LA SELVA EN TIEMPOS DE PANDEMIA DE COVID-19
"A los emprendimientos que dañan la Amazonía
hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen"
"Es necesario indignarse".
(Papa Francisco - Querida Amazonía)
Nosotros, obispos de la Amazonía, ante el avance incontrolado del COVID-19 en Brasil, especialmente en la Amazonía, expresamos nuestra inmensa preocupación y exigimos una mayor atención de los gobiernos federales y estatales a esta enfermedad que se está extendiendo cada vez más en esta región. Los pueblos de la Amazonía exigen especial atención de las autoridades para que sus vidas no sean violadas. La tasa de mortalidad es una de las más altas del país y la sociedad ya está presenciando el colapso de los sistemas de salud en las principales ciudades, como Manaos y Belém. Las estadísticas proporcionadas por los medios de comunicación no se corresponden con la realidad. Las pruebas son insuficientes para conocer la expansión real del virus. Muchas personas con síntomas evidentes de la enfermedad mueren en casa sin asistencia médica y sin acceso a un hospital.
Frente a este escenario de pandemia, corresponde a las autoridades públicas implementar estrategias de atención responsable para los sectores de población más vulnerables. Los pueblos indígenas, los quilombolas y otras comunidades tradicionales corren un gran riesgo, que también se extiende al bosque, dado el importante papel de estas comunidades en su conservación.
Los datos son alarmantes: la región tiene la proporción más baja de hospitales en el país, con baja y alta complejidad (solo 10%). Grandes áreas del territorio amazónico no cuentan con camas de UCI y solo unos pocos municipios cumplen con los requisitos mínimos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en número de camas y UCIs por habitante (10 camas de UCI por cada 100 mil usuarios).
Además de los pueblos del bosque, las poblaciones urbanas, especialmente en las periferias, están expuestas y sus condiciones de vida se degradan aún más por la falta de saneamiento básico, vivienda, alimentación y empleo. Son migrantes, refugiados, pueblos indígenas urbanos, trabajadores industriales, trabajadoras domésticas, personas que viven del trabajo informal y que piden protección de la salud. Es obligación del Estado garantizar los derechos establecidos en la Constitución Federal ofreciendo condiciones mínimas para que puedan superar este grave momento.
La minería de oro, la minería y la deforestación para el monocultivo de soja y la ganadería para la exportación han aumentado de manera alarmante en los últimos años. Según el sistema Deter-B, desarrollado por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe), la deforestación en la selva amazónica creció un 29,9% en marzo de 2020, en comparación con el mismo mes del año pasado. Contribuyó a este crecimiento, la notable reducción de las inspecciones y el continuo discurso político del gobierno federal contra la protección del medio ambiente y las áreas indígenas protegidas por la Constitución Federal (Art. 231 y 232). El coronavirus que nos está atormentando ahora y la crisis socio ambiental ya están mostrando una gran tragedia humanitaria causada por un colapso estructural. Con la Amazonía cada vez más devastada, las sucesivas pandemias serán aún peores que la que estamos experimentando actualmente.
Estamos extremadamente preocupados por el aumento de la violencia en el campo, un 23% más que en 2018. En 2019, el 84% de los asesinatos (27 de 32) y el 73% de los intentos de asesinato (22 de 30) tuvieron lugar en la Amazonía, según los datos del “Cuaderno de Conflictos en el Campo Brasil 2019" de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT Nacional). Causas del aumento de la violencia en el campo y la deforestación de la selva amazónica son, sin duda, la extinción, el desguace, la destrucción financiera y la instrumentalización política de organismos como el Ministerio de Desarrollo Agrario (MDA), la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (IBAMA) y organismos de inspección y control agrícola, ambiental y laboral.
También nos preocupa la militarización de la Comisión para la Amazonía, según el Decreto nº 10.239, de 11 de febrero de 2020, con su transferencia del Ministerio del Medio Ambiente a la Vicepresidencia de la República.
Nosotros, obispos de la Amazonía brasileña que firmamos esta nota, exhortamos a la Iglesia y a toda la Sociedad a exigir medidas urgentes del Gobierno Federal, del Congreso Nacional, de los gobiernos estatales y las Asambleas Legislativas, para:
La Iglesia en la Amazonía, después de un rico proceso de escucha para la celebración de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Amazonía, está atenta a estos escenarios y demandas, haciéndose eco de los gritos de los pobres y de la Tierra, de que se tomen medidas urgentes para detener las actividades depredadoras y, al mismo tiempo, invertir esfuerzos en alternativas a la propuesta fallida de progreso y desarrollo que destruyen la Amazonía y amenazan la vida de sus pueblos.
Que Nuestra Señora de Nazaret, Reina de la Amazonía, nos acompañe y nos ayude en nuestro deseo de servir a los pobres y en la defensa intransigente de la justicia y la verdad.
Brasilia-DF, 4 de mayo 2020.
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