Mensaje del CELAM por los ocho años de pontificado El CELAM agradece al Papa Francisco, que “nos alienta a hacer presente el Reino de Dios en nuestros pueblos”
El Papa Francisco nos anima “a ser discípulos misioneros, Iglesia en salida, a dejar nuestras prebendas y a desinstalarnos de nuestras seguridades para desplazarnos hacia las periferias geográficas y existenciales”
El episcopado latinoamericano reconoce la necesidad de una conversión permanente, presente en Querida Amazonía, haciendo así realidad una Iglesia “samaritana, misericordiosa, sinodal, participativa y, sobre todo, al servicio del Pueblo de Dios”
Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica
Los ocho años de pontificado del Papa Francisco, el Primer Papa Latinoamericano, ha sido motivo de agradecimiento del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM, que define el actual como un “Pontificado con la Alegría del Evangelio”, marcado por elementos muy presentes en la vida de la Iglesia del continente.
El CELAM descubre en Francisco a aquel que nos anima “a ser discípulos misioneros, Iglesia en salida, a dejar nuestras prebendas y a desinstalarnos de nuestras seguridades para desplazarnos hacia las periferias geográficas y existenciales”, algo que tuvo su germen en Aparecida y que se está impulsando abiertamente con la Conferencia Eclesial de América Latina y el Caribe.
La carta, firmada por todos los miembros de la presidencia del CELAM, agradece los gestos y palabras del Santo Padre, con los que “nos alienta a hacer presente el Reino de Dios en nuestros pueblos, especialmente entre los más pobres”. Al mismo tiempo, el episcopado latinoamericano reconoce la necesidad de una conversión permanente, presente en Querida Amazonía, haciendo así realidad una Iglesia “samaritana, misericordiosa, sinodal, participativa y, sobre todo, al servicio del Pueblo de Dios”.
El texto va recogiendo elementos presentes en el pensamiento del Papa Francisco, que nos ha enseñado a “vivir el Evangelio con alegría y sencillez de corazón”. Finalmente, la Presidencia del CELAM expresa “nuestra comunión y fidelidad”, y reitera algo que el Santo Padre siempre pide, que recemos por él.