Coincidiendo con la fiesta de la Conversión de San Pablo, patrono de la archidiócesis que pastorea, el cardenal Odilo Scherer, primer vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), celebraba este 25 de enero una Eucaristía en la que también fue conmemorado el 468º aniversario de la fundación de la mayor ciudad de América Latina.

La Eucaristía, como informa O São Paulo, vehículo oficial de la archidiócesis, fue concelebrada por los obispos auxiliares y sacerdotes, y contó con la presencia de autoridades civiles y militares, entre ellas el alcalde Ricardo Nunes. También estuvieron presentes representantes de iglesias de confesión cristiana y de diferentes tradiciones religiosas.

En su homilía, el arzobispo de São Paulo destacó que la fiesta de la Conversión de San Pablo recuerda un momento fundamental en la vida de este Apóstol, considerado, junto con San Pedro, uno de los pilares de la Iglesia. En palabras del cardenal Scherer, "sin la predicación de San Pablo, tal vez, el Evangelio no habría llegado a tantos lugares, a tantos países, con tanto énfasis como lo hizo".

Según el primer vicepresidente del Celam, la experiencia vivida por San Pablo en el camino de Damasco no puede interpretarse sólo como una conversión de hábitos y costumbres, sino como un cambio fundamental de dirección en la vida, a partir de un gran encuentro personal con Jesucristo.

Estamos ante un encuentro, insistió el arzobispo brasileño, que impulsó al Apóstol a confiar toda su vida a Cristo, hasta el punto de preguntarle: "Señor, ¿qué quieres que haga?”. Según el purpurado: "Mirando a San Pablo, queremos pedirle con su ejemplo que nos ayude a tomar las decisiones fundamentales de nuestra vida que nos den la dirección correcta y la fuerza necesaria para vivir según los valores que esta dirección nos indica. No con desprecio por este mundo, sino con el deseo de construir un mundo conforme a lo que es bueno".

Nacida en 1554 en torno a una misión de los jesuitas con los indígenas, teniendo como centro una escuela y una capilla, la ciudad de São Paulo fue fruto de un deseo de los misioneros de "anunciar el Evangelio y construir una comunidad humana que pudiera vivir bien, donde tuviera educación, sanidad, seguridad y paz", en palabras del cardenal.

Siguiendo ese proyecto inicial, el arzobispo de São Paulo insistió en seguirlo "como referencia también para la ciudad que debemos construir año tras año. Una ciudad que se interesa por la persona humana, orientada a la convivencia pacífica y armoniosa entre los muchos pueblos diferentes que somos hoy. Una ciudad en la que la educación cuente mucho, que incluya a todos, que no excluya a nadie, que se interese por el diálogo para superar los conflictos, que busque construir una comunidad humana en la que los conflictos se resuelvan con el diálogo y las necesidades con la solidaridad y la justicia".

Finalmente, el cardenal Scherer imploró la intercesión de San Pablo por todos los habitantes de la ciudad, pidiendo "que todos nos sintamos animados a dar cada día, con grandeza de alma, como hizo San Pablo, nuestra participación para la edificación de nuestra enorme y querida ciudad de São Paulo".