La fantasía como instrumento de denuncia Carnaval: arte subversivo para la transformación social

Carnaval en Brasil
Carnaval en Brasil

Don Hélder Cámara definía el carnaval como “una de las alegrías raras que aún quedan para mi amada gente

El carnaval, además de ser un momento de diversión, es también un momento para mostrar la cara de Brasil, una crítica que desde la denuncia pretende que la gente no solo se divierta, sino que también se despierte

Mangueira, la escuela campeona en 2019, mostrará un Jesús que va a aparecer con rostro negro, cuerpo de mujer y sangre indígena

“Jesús escogió identificarse con quien esta en una situación de vulnerabilidad, por causa y por cuenta de las injusticias humanas”

Favelas
El carnaval siempre ha tenido algo de subversivo, de denuncia, de fina ironía, de decir verdades disfrazadas. Es verdad que no todo el mundo lo entiende así, que hay quien ve ataques injustos o exagerados, pero siempre hay que intentar descubrir en el arte popular elementos que ayuden a la transformación social.

En Brasil, el carnaval y el fútbol forman parte de los estereotipos más unidos a un país en el que evidentemente existen muchas otras cosas que le definen mejor. A estos estereotipos, hablando del carnaval, se une el hecho de reducirlo a mujeres desfilando en Sapucaí, la avenida del famoso cardenal carioca, posiblemente el que más flashes hace disparar en todo el mundo. Pero el carnaval es mucho más, sólo hay que fijarse y escuchar con atención lo que está detrás.

Don Hélder Cámara, el recordado arzobispo de Recife, no pocas veces voz de los últimos, definía el carnaval como una fiesta popular, llegando a decir que era “una de las alegrías raras que aún quedan para mi amada gente”. En estas fechas, él siempre recordaba las letras cantadas por los que se divertían en las calles del país, con las que se ponía “un poco de sueño a la dura realidad de la vida”, no siempre fácil en un Brasil de grandes contrastes.

La denuncia siempre estuvo presente es la vida de Don Hélder, cuando lo hacía le llamaban comunista. Hoy no son pocos los que siguen llamando comunistas a quienes desde la Iglesia tienen esa misma actitud. Sólo hay que entrar en los comentarios que muchas veces profieren los insultadores profesionales, preocupados en defender un sistema que no acepta subversión. No son pocos los que queriendo contrarrestar lo que se avecina, ya se han posicionado en sus trincheras para atacar lo que se va a ver, y sobre todo a escuchar, en los próximos días.

Monseñor Walmor Azevedo de Oliveira, Presidente de la CNBB

Esta semana, al finalizar la reunión el Consejo Episcopal Pastoral de la Conferencia Episcopal de los Obispos de Brasil – CNBB, que reúne los miembros de la Presidencia, los presidentes de las diferentes comisiones y los asesores de la entidad, su Presidente, Monseñor Walmor Azevedo de Oliveira, decía que "necesitamos encontrar nuevas formas de soñar un nuevo sueño social, con nadie del lado de fuera”. Ese es el sueño de muchos de los que van a desfilar en estos días, que en sus letras van a decir que “no hay futuro sin repartir, ni Mesías con un arma en la mano”, pidiendo que "Brasil, enfrenta el mal que te consume, que los hijos del planeta hambre no pierdan la esperanza en su cantar”, denunciando que “morada digna no es lujo ni favor”.

Son letras que muestran la situación por la que Brasil pasa, hasta el punto de que el Presidente de la CNBB, denunciaba que “es una vergüenza que la Iglesia vea que en la sociedad brasileña muchos están excluidos". La causa de todo esto, aunque se quiera vender otra realidad, no sólo en Brasil, también en muchos otros lugares, es que “la economía no crece, y no crece porque el modelo económico actual está en bancarrota”, según el arzobispo.

Por eso, el carnaval, además de ser un momento de diversión, es también un momento para mostrar la cara de Brasil, una crítica que desde la denuncia pretende que la gente no solo se divierta, sino que también se despierte. Músicas, disfraces, carrozas, salen a la calle y muestran el arte del pueblo brasileño, que también es instrumento de transformación social. La ironía se hace cargo, y el verso suelto y libre fotografía lo que para muchos pasa desapercibido. Lo que muchos quieren ocultar se torna actualidad en una ceremonia con una audiencia de millones de espectadores.

Es momento en que aparece el Brasil del desempleo, de la miseria, de la falta de vivienda, del abandono, de la violencia, de las fake news, de la intolerancia, de la codicia de los poderosos... pero también de la resistencia de quienes, al menos por unas horas, son foco de atención. La gente de la favela, donde tienen su sede la mayoría de las escuelas de samba y donde proceden la mayoría de aquellos que desfilan, grita a los cuatro vientos para que la sociedad, sobre todo los poderosos, les escuchen y se den cuenta de su situación.

Pastor Henrique Vieira

En el carnaval, el enredo de las escuelas se fija en muchos temas, también en la religión. Este año, en los desfiles del sambódromo de Rio de Janeiro, se va a pedir respeto a las religiones de matriz africana, víctimas de frecuentes ataques, se va a criticar a aquellos que se aprovechan de Dios para sus intereses económicos o políticos, una realidad cada vez más presente en Brasil. Inclusive, la escuela campeona del año pasado, Mangueira, en el que homenajeó a Marielle Franco, la concejala asesinada en Rio de Janeiro, y cuyo crimen, después de casi dos años, no se ha querido esclarecer, mostrará un Jesús que va a aparecer con rostro negro, cuerpo de mujer y sangre indígena.

En el desfile participará el pastor Henrique Vieira, uno de los grandes defensores de los derechos humanos en Brasil. Según él, lo que la escuela de samba pretende es “mostrar el rostro de Jesús en tantas personas que sufren discriminación, prejuicios y violencia”. Para el pastor, eso tiene que ver con el Evangelio Mateo 25, 31-40, lo que le lleva a afirmar que “Jesús escogió identificarse con quien esta en una situación de vulnerabilidad, por causa y por cuenta de las injusticias humanas”.

Teniendo como base la realidad brasileña, él justifica que Jesús tenga rostro negro, pues “los negros son víctimas de racismo”, que tenga rostro indígena, ya que “por mucho tiempo la Iglesia no vio alma en los indígenas”, y rostro de mujer, explicado porque “Brasil es un país machista, el feminicidio, el asedio, las violaciones, son una realidad, las desventajas, las desigualdades de trabajo”. Por todo ello, se pregunta “¿Será que el rostro de Jesús no aparece en esos semblantes que luchan por sobrevivencia, libertad, dignidad?”.

No son pocos los que han criticado que la escuela Estación Primera de Mangueira desfile con esa temática, pero tampoco es menos cierto que el pueblo brasileño quiere una sociedad mejor para todos, donde el que nació en la favela también tenga la oportunidad de una vida mejor, donde el hambre no devore la esperanza de aquellos que a menudo se contentan con sobrevivir. En el carnaval, la multitud que desfila en cada esquina, nos recuerda que todavía es posible unirse en la búsqueda de un mundo mejor para todos, un mundo donde la dignidad sea derecho y no lujo de unos pocos.

Mangueira 2019

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