Ser una Iglesia de presencia Comunidad El Milagro: la Compañía de María llega a la Amazonía para caminar en defensa de la vida

Compañía de María en la comunidad El Milagro
Compañía de María en la comunidad El Milagro

La comunidad El Milagro, surgida “en el lugar de la humildad, ahí donde la única posibilidad es aprender

“Sean en lo profundo de este territorio, la presencia y la bondadosa cercanía de la Compañía de María; que lo suyo sea escuchar, convertirse en cada encuentro, sencillamente tender la mano con entrañas compasivas

“Que la experiencia de la encarnación y la certeza de ‘Dios con nosotros’, les permita transitar con confianza por senderos inéditos, las haga contemplativas frente a todo lo creado y reverentes ante todo lo humano”

Una Iglesia de presencia en la Amazonía es un desafío en el que insistió el Sínodo para la Amazonía, un llamamiento que ha sido asumido por la Compañía de María, que se han sentido llamadas por Dios “a ser en lo profundo de la Amazonía hermanas de su pueblo, a caminar con ellos en la defensa de la vida, de la tierra y de las culturas”.

Compañía de María en Iquitos

La única posibilidad es aprender

Algo que se ha concretado en la Solemnidad de la Anunciación del Señor con el inicio de una nueva misión en el Vicariato de Iquitos, en la Amazonía peruana, la comunidad El Milagro, surgida “en el lugar de la humildad, ahí donde la única posibilidad es aprender”, en palabras de la Hna. Liliana Franco, Superiora Provincial de la Provincia del Pacífico. La superiora llamaba a las hermanas a ubicarse “reverentes ante la sacralidad de todo lo creado”.

A ellas las han pedido: “descálcense, como una actitud vital que les permita ensanchar el corazón en cada encuentro y maravíllense, al ritmo de la vida que fluye distinta, por las venas de estos ríos, al son de los cantos de los pájaros de estos lares, en la medida en que los pasos se abren camino por estas milenarias tierras”.

Escuchar, convertirse, tender la mano con entrañas compasivas

Un convite a que “sean en lo profundo de este territorio, la presencia y la bondadosa cercanía de la Compañía de María; que lo suyo sea escuchar, convertirse en cada encuentro, sencillamente tender la mano con entrañas compasivas”. Una misión que se enmarca dentro de la Red de Escuelas Rurales de Fe y Alegría, pidiendo “que sean para los niños, los maestros y los padres de familia, compañeras de camino, hermanas con las que es posible compartir la vida, discernir los desafíos de la misión y lanzarse a lo profundo conscientes de que la educación inculturada y respetuosa de las personas, de los ritmos y los procesos, transforma y abre posibilidades de vida”.

En este caminar en el Vicariato de Iquitos, la Superiora Provincial pide a la nueva comunidad que “sean hermanas dispuestas a caminar sinodalmente”. Y desde ahí, “que la experiencia de la encarnación y la certeza de ‘Dios con nosotros’, les permita transitar con confianza por senderos inéditos, las haga contemplativas frente a todo lo creado y reverentes ante todo lo humano”.

Mons. Miguel Angel Cadenas

Necesidad de renovar la opción por Jesús

En palabras de la Hna. Liliana Franco, “en el corazón de la Amazonía, sentimos con fuerza su presencia, todo nos habla de Él”, que se hace presente sobre todo en las personas. Una presencia que nació “porque la fuerza de sus sueños fue más grande que la evidencia de nuestras limitaciones y luego”, que es consecuencia de “la necesidad de renovar la opción por Jesús, en una decidida opción por caminar del lado los más pobres, cuidando de la tierra y las culturas, desde una profunda y sincera conversión ecológica”.

Una presencia en la que experimentan que siendo “conscientes de nuestra evidente fragilidad, sabemos bien en quien hemos puesto la confianza y Él nos reviste de valor, para ir por caminos inéditos, con otros y sostenidas por el don de la fraternidad”. Llegan a esta nueva experiencia “porque nos urge la misión”, en este caso en el campo educativo, que quieren llevar a cabo “con otros, en escucha respetuosa al contexto, a cada una de las personas, de las comunidades y de las culturas, desde la convicción de que la educación transforma”.

Llegan a la nueva comunidad “para hacer la travesía amazónica al ritmo de Dios, contemplativas de la sacralidad de todo lo creado y en escucha a cada persona que Dios ponga en nuestro camino”. Por eso insisten en que “la narrativa de la voluntad Dios, se hará nítida, en la medida en que con reverencia nos insertemos en lo profundo de esta tierra, convencidas como María, de que ‘para Dios nada hay imposible’ y seguras de que son muchos los motivos para la alegría, porque Dios pone su mirada en su pequeña y frágil Compañía y quiere contar con nosotras para ir más allá, donde no sabemos, donde sólo podemos ir de su mano”.

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