40 días navegando hacia la conversión - Sábado de la semana I Día 11º: Descubrir el proyecto de Dios para toda la humanidad

40 días de conversión sinodal
40 días de conversión sinodal

Relaciones con los que nos rodean y con el ambiente en el que vivimos, desde una perspectiva integradora, que nos lleva a renunciar a posturas establecidas para construir juntos proyectos comunes que nos permiten vivir en comunión y hacer realidad una Iglesia sinodal

“El Padre Dios, que creó cada ser del universo con infinito amor, nos convoca a ser sus instrumentos en orden a escuchar el grito de la Amazonía"

40 días

Petición permanente por la conversión sinodal al inicio de cada día

Que el Dios Trinitario, ejemplo de vida en comunión, nos ayude a soñar con una Iglesia sinodal, donde sepamos descubrir los signos de los tiempos, y la presencia de un Dios encarnado de diferentes modos, en distintos lugares. Un Dios que nos ayude a discernir su presencia y a anunciarle en todos los rincones, también entre los que más lejos se encuentran; a ser una Iglesia en salida, que va al encuentro, que escucha y dialoga con todos. Que busquemos el bien para todos los que nos encontramos cada día y sepamos traer de vuelta a la Amazonía y a todos los lugares donde estemos, todo lo vivido en el proceso sinodal, y así hacer realidad aquello que Dios espera de nosotros.

Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de conversión desde la Amazonía por las aguas de la sinodalidad, al servicio del Pueblo de Dios y sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su Palabra Viva.


Fragmento de una lectura del día (cada uno es invitado a profundizar en las lecturas completas según su propia necesidad y criterio)

Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. (Mateo 5,43-48)

Reflexión desde la perspectiva del proceso sinodal amazónico

Un Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos, un Dios que ha puesto lo creado a disposición de todos, los justos y los injustos. Las actitudes de Dios nos llevan a asumir modos de vida que sean base para poder amar. La escucha y el diálogo son pasos que nos posibilitan la construcción de una sociedad en armonía, donde el enfrentamiento sea superado desde una mayor disponibilidad a superar las diferencias, que dejan de ser vistas como problema y pasan a ser consideradas como posibilidad de aprendizaje mutuo y enriquecimiento.

Construir relaciones de ese tipo nos ayuda a aprender a ser perfectos como lo es el Padre que está en el cielo. Relaciones con los que nos rodean y con el ambiente en el que vivimos, desde una perspectiva integradora, que nos lleva a renunciar a posturas establecidas para construir juntos proyectos comunes que nos permiten vivir en comunión y hacer realidad una Iglesia sinodal y una sociedad donde se descubre la presencia del proyecto de Dios para toda la humanidad, los malos y los buenos.

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Contemplación

Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta Palabra de Dios y así traer de vuelta todo lo vivido. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para poder asimilar mejor el proceso sinodal.

Cita para meditación de cierre

“El Padre Dios, que creó cada ser del universo con infinito amor, nos convoca a ser sus instrumentos en orden a escuchar el grito de la Amazonía. Si nosotros acudimos ante ese clamor desgarrador, podrá manifestarse que las criaturas de la Amazonía no han sido olvidadas por el Padre del cielo. Para los cristianos, el mismo Jesús nos reclama desde ellas, “porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que Él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa”. Por estas razones, los creyentes encontramos en la Amazonía un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos”. (Querida Amazonía, 57).

Querida Amazonía 6

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