Petición permanente por el Sínodo Amazónico al inicio de cada día

“Que el Dios de la vida y la belleza, el Espíritu Santo que nos impulsa hacia más fraternidad, unidad y dignidad, y el Cristo encarnado de la Buena Nueva, y de la inculturación y la interculturalidad nos den la serenidad, el discernimiento y la valentía para encontrar los nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral en este Sínodo Amazónico. Todo ello para el bien y la vida de sus pueblos y comunidades, y para caminar más juntos por el Reino”.

Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de navegar por las aguas de la Amazonía y de la vida de la Iglesia al servicio de sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su palabra viva.

Lectura del día -fragmento- (cada uno y cada uno es invitado a profundizar en la lectura completa según su propia necesidad y criterio)

“En aquel tiempo, los recaudadores de impuestos y gente de mala reputación solían reunirse para escuchar a Jesús. Al verlo, los fariseos y los maestros de la ley murmuraban: Este anda con gente de mala reputación y hasta come con ella.  Jesús entonces les contó esta parábola: ¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja en el campo las otras noventa y nueve y va en busca de la que se le había perdido? Cuando la encuentra, se la pone sobre los hombros lleno de alegría y, al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice:  «¡Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido!».  Pues yo les digo que, igualmente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesiten convertirse” Lucas 15, 1-32(fragmento)

Reflexión desde la perspectiva del Sínodo Amazónico

Este Sínodo nos invita a reconocer en las personas consideradas indeseables como sujetos de la revelación de Dios. A esos pueblos indígenas y campesinos considerados tantas veces como personas de segunda por los poderosos de este mundo, a ellos mira Jesús con especial cariño y sale a su encuentro. A los que antes eran considerados como impedimento para el progreso y analfabetos en el sistema occidental dominante, Jesús los reconoce como personas con un conocimiento invaluable de la vida, del contacto con la naturaleza y sus misterios, y del saber espiritual que sin tener valor para el mundo mal llamado “desarrollado”, es el saber que podrá ayudarnos a salir delante de esta crisis, un saber periférico que será camino de salvación y en Jesús también de Salvación. Y, en otro sentido, también esta lectura nos hace permanecer con un corazón abierto por las muchas conversiones que se dan en esta Amazonía, de personas que antes hicieron daño o rechazaron el cuidado de la casa común, y que en su transformación Jesús sale a su encuentro y los abraza lleno de júbilo. Pidamos al Señor superar nuestros propios fundamentalismos o sentimientos de superioridad para acoger a todos los que poco a poco se van convirtiendo a la causa del Reino en el cuidado de la vida de los pueblos y comunidades Amazónicas y de la casa común.

Contemplación

Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta palabra de Dios en preparación del Sínodo. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para el Sínodo Amazónico.

Cita para meditación de cierre

Recordemos el modelo de san Francisco de Asís, para proponer una sana relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de la persona. Esto implica también re­conocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro (…)  La conversión eco­lógica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria.

Recordemos o modelo de São Francisco de Assis, para propor uma sã relação com a criação como dimensão da conversão integral da pessoa. Isto exige também reconhecer os próprios erros, pecados, vícios ou negligências, e arrepender-se de coração, mudar a partir de dentro. (...) A conversão ecológica, que se requer para criar um dinamismo de mudança duradoura, é também uma conversão comunitária.Laudato Sí 218, 219