Una teología con olor a oveja, a calle, en un diálogo interdisciplinar Emilce Cuda: Para construir puentes en la periferia, “no hay que crear nuevos espacios, solamente hay que conectarlos”
Una teología que no tiene la academia como su única fuente y espacio de debate, sino que se abre a lo que viene de la vida cotidiana, sobre todo a lo que viene de las periferias
El pueblo y los pobres producen teología y es tan valiosa como la que se produce en las facultades de teología
Todo discurso sobre Dios de espaldas al pueblo es vacío, ciego y sin sentido
El reconocimiento es la dinámica de la comunicación, si la comunicación no busca del otro la respuesta, el reconocimiento, no es comunicación
Todo discurso sobre Dios de espaldas al pueblo es vacío, ciego y sin sentido
El reconocimiento es la dinámica de la comunicación, si la comunicación no busca del otro la respuesta, el reconocimiento, no es comunicación
Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo de la Sinodalidad
El Papa Francisco apuesta por una teología que tenga olor a oveja, olor a calle y en un diálogo interdisciplinar, una teología que tiene en cuenta no solo la ciencia, también los saberes. Una teología que no tiene la academia como su única fuente y espacio de debate, sino que se abre a lo que viene de la vida cotidiana, sobre todo a lo que viene de las periferias, de los lugares donde no siempre las ciencias eclesiásticas se empeñaron en descubrir la presencia de lo trascendente, la presencia de Dios.
Una teología que se acerca a la experiencia del pueblo
Para avanzar en ese camino propuesto por el pontífice, como se ha debatido en el encuentro realizado en Bogotá de 27 a 29 de noviembre, con el tema “El lenguaje simbólico de la cultura popular”, un ejercicio necesario es construir puentes en la periferia, que lleve a la teología académica a acercarse a experiencias que creen nuevos paradigmas que puedan aportar caminos a la vida y a la reflexión de la Iglesia. Se trata de escuchar con atención y de descubrir el impacto social de aquello que aparece en el discurso, de crear un método que usa un lenguaje que sea entendido por la gente.
Puentes que son construidos desde abajo, por gente que viene de abajo, que tiene en cuenta la espiritualidad presente en todas las realidades, siendo esta espiritualidad una premisa para seguir avanzando. Que tiene en cuenta la salud, los saberes ancestrales, que se lleve a cabo a través de un trabajo colectivo, que es mucho más fuerte que el individual, con una teología con la gente y para la gente, y hacer eso juntos para hacerlo mejor, en un diálogo entre los teólogos y la cultura popular.
Una voz que llega de contextos diversos, también de realidades donde el catolicismo, el cristianismo, no es una voz predominante, donde se tiene que debatir incluso con ambientes contrarios al mensaje cristiano, donde ser católico no es fácil. Pero tampoco se puede olvidar que, en América Latina, el continente más desigual, la Iglesia católica tiene un papel preponderante, lo que debe llevar a la propia Iglesia a reflexionar, todavía más si tenemos en cuenta que la mayoría de los jóvenes del continente son formados en el espacio católico.
Caminos para nuevas lecturas
Buscando iniciar juntos un proceso global de escucha, discernimiento y producción teológico-teologal, un paso decisivo es encontrar caminos para producir nuevos conocimientos y nuevas lecturas de lo que hoy sucede en un popular que es heterogéneo, producir un conocimiento situado, relacional, dialógico, asumiendo que el pueblo y los pobres producen teología y es tan valiosa como la que se produce en las facultades de teología.
No podemos olvidar que todo discurso sobre Dios de espaldas al pueblo es vacío, ciego y sin sentido. De ahí surge el desafío de ir construyendo diálogo a todos los niveles en un trabajo interdisciplinar que crea redes. Para ello se propone una metodología para ir descubriendo ecos de este mensaje, buscando traducir el Evangelio en el Magisterio de Francisco, descubrir los paradigmas que nacen de lo periférico, algo que se consigue con el trabajo cotidiano en el territorio.
Espacios conectados por la misma esperanza
Según Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, una de las coordinadoras del encuentro, “no hay que crear nuevos espacios, los espacios están, solamente hay que conectarlos”, citando las palabras de uno de los participantes, insistiendo en que “están conectados por la misma esperanza. Solo colaboramos en organizar esa esperanza como pide el Papa”.
“Esos grupos que ya existen, esos saberes que ya están puestos en práctica, y que son los que permiten sobrevivir a gran parte de la población mundial hoy, solo van a estar en una red más contenida dentro de las instituciones de la Iglesia católica, a través del Celam, que es el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, con un apoyo importante de la CAL, la Pontificia Comisión para América Latina”, resaltó Cuda.
El reconocimiento es la dinámica de la comunicación
Se trata de crear espacios en los que esas voces que nunca fueron escuchadas tengan un papel cada vez más relevante en la reflexión eclesial. Emilce Cuda señala que “el reconocimiento es la dinámica de la comunicación, si la comunicación no busca del otro la respuesta, el reconocimiento, no es comunicación. Justamente la fe es la respuesta a una llamada, alguien llama y alguien responde, pero esa llamada es una llamada que me reconoce como persona, por eso me llama”.
La secretaria de la CAL sostiene que “la aceptación es reconocer esa voz del otro como algo bueno para mí, por eso lo sigo”. Desde su punto de vista, “todas estas personas, que ya están formando comunidades, que ya están trabajando por una vida buena a través de distintos saberes, ellos nos llamaron para que los escuchemos y nosotros los reconocemos al escucharlos, y al mismo tiempo los llamamos para que colaboren con nosotros a poner en contacto todo lo que es bueno para salvar la vida de nuestro Planeta”.