Fue el primer obispo del Vicariato, de 1997 a 2013 Fallece Monseñor Antonio Bayter, obispo emérito de Puerto Inírida, en la Amazonía colombiana

Monseñor Antonio Bayter
Monseñor Antonio Bayter

“Nos deja un recuerdo cargado de respeto, admiración y reconocimiento, por su valioso y gran servicio, que ofreció con inmenso amor y gran sentido de compromiso, tanto a la Iglesia como a sus muy queridas comunidades indígenas y sociedad civil en general”

“Se metió en la Colombia profunda, navegó los grandes ríos del Guainía, vivió una vida simple al lado de los indígenas y campesinos de su jurisdicción, se preocupó de la educación y de promoción de los más pobres”

“La Iglesia es universal, no tiene fronteras, donde haya necesidad hay que responder, no invadir o meterse donde no toca, pero no reducirse por los límites”

Ha fallecido este viernes, 21 de agosto, a los 86 años, Monseñor Antonio Bayter Abud, primer vicario apostólico de Inirida, en la Amazonía colombiana, de donde fue pastor entre 1997 y 2013. El obispo fallecido pertenecía al Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, del que fue superior general, desempeñando diferente misiones en Colombia y Ecuador.

En una nota difundida por el Vicariato Apostólico de Inírida, su sucesor, Monseñor Joselito Carreño, definía a Monseñor Bayter como alguien que “nos deja un recuerdo cargado de respeto, admiración y reconocimiento, por su valioso y gran servicio, que ofreció con inmenso amor y gran sentido de compromiso, tanto a la Iglesia como a sus muy queridas comunidades indígenas y sociedad civil en general”. En palabras del actual obispo de Inírida, que enfatizaba el cariño del obispo fallecido por la región del Guainía y de sus habitantes, destacaba que “su nombre, quedará grabado en la memoria de la Iglesia, como artífice de paz, amor, solidaridad y buenas obras a favor de la educación, la familia, los marginados y las personas más vulnerables y desfavorecidas de la sociedad”.

Su hermano en el Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, Jairo Alberto Franco Uribe, definía al obispo Bayter como “humanidad sin añadiduras”, como alquien que “es padre para muchas gentes de lugares remotos y pobres donde entregó lo mejor de sí”. Hombre de pocas palabras, Monseñor Bayter fue alguien que “se metió en la Colombia profunda, navegó los grandes ríos del Guainía, vivió una vida simple al lado de los indígenas y campesinos de su jurisdicción, se preocupó de la educación y de promoción de los más pobres”, según Jairo Alberto Franco, que veía al obispo como “un hombre que no se ahorró y que se dio sin calcularlo mucho. Era un magnifico administrador y hacía rendir los bienes para todos, y sabía bien que la verdadera riqueza de la Iglesia son los pobres”.

En entrevista a Religión Digital, en 2018, destacaba la importancia del trabajo educativo llevado a cabo en una región donde la mayoría de las comunidades son evangélicas, pero a quienes siempre respetó en sus creencias, lo que le valió el respeto de quienes en principio no le veían con buenos ojos. En su tiempo, el Vicariato de Inírida atendía comunidades de Colombia, Venezuela y Brasil, algo que para él no tenía nada de extraño, pues “la Iglesia es universal, no tiene fronteras, donde haya necesidad hay que responder, no invadir o meterse donde no toca, pero no reducirse por los límites”.

Monseñor Bayter sentía la necesidad de una Iglesia en salida, misionera, diciendo que los obispos “deberían estar más entre el pueblo, menos oficina, menos estructura, y así por delante. Dar testimonio en todos los sentidos, no ser obispos de curia”. Lo importante, recordaba el obispo en la entrevista es ser sal y luz, fermento, presencia en medio de la gente, especialmente entre los más necesitados.

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