Siempre perseguido por haber elegido estar al lado de los más pobres, de aquellos que viven en la calle, un grupo que ha crecido exponencialmente durante este tiempo de pandemia, por defender a los colectivos LGBTI+, las amenazas contra el Padre Julio Lancelotti han aumentado en las últimas semanas, venidas de uno de los candidatos a la alcaldía de São Paulo, Arthur do Val, del partido Patriota, y de su grupo de seguidores.

Como dejaba claro en una reciente entrevista, el padre Lancelotti considera que los Sin Techo de São Paulo, para él, “son hijos, hermanos, maestros, amigos, personas que forman parte de mi vida”, hasta el punto de afirmar que “no me entendería a mí mismo sin vivir con la gente de la calle, me faltaría una parte importante de mi identidad. Son parte de mi identidad, de mi camino, de mi ministerio”.

El padre Julio Lancelotti siempre ha sido firme en sus posturas, lo que le ha llevado a enfrentarse abiertamente con diferentes políticos de São Paulo y de Brasil, empeñados en acabar con la zona conocida como Cracolandia, sin ofrecer ningún tipo de alternativa para quienes se ven obligados a vivir en la calle, muchos de ellos drogadictos, a quienes el Vicario Episcopal de la Pastoral de los Sin Techo de la Archidiócesis de São Paulo siempre ha defendido, denunciando a los traficantes y a todos los que se enriquecen a costa del sufrimiento de este colectivo.

En un vídeo grabado este martes, 15 de septiembre, el padre Lancelotti, que ya ha hecho una denuncia en la comisaría, decía: “pasó una motocicleta y el tipo dijo 'cura hijo de puta que defiende a drogados'. Después de los ataques de algunos candidatos al Ayuntamiento contra mí, estoy cada vez más en riesgo". Ante la gravedad de los hechos, no olvidemos que se trata de alguien que ya tiene 71 años, el sacerdote ha insistido en que "quiero dejar claro, si algo me pasa, si alguien me golpea, ya sabéis quién tiene la culpa, a quién acusar".

Las palabras de Lancelotti eran confirmadas por algunos de los que aparecen con él en el vídeo, diciendo que “amenazó, insultó, y eso pasa en todo momento, pasa coche, pasa moto, insultando, amenazando al padre". Después de eso, el propio amenazado recalcaba que "el riesgo que estoy corriendo es cada vez mayor, y la responsabilidad sabéis de quién es".

Las reacciones no se han hecho esperar, siendo numerosos los mensajes de apoyo al sacerdote, con vídeos, recogida de firmas. Mucha gente de Iglesia, inclusive de otras confesiones cristianas y de otras religiones, políticos, actores, periodistas han mostrado su repulsa a los ataques y piden que las autoridades tomen providencias al respecto. La Asociación Brasileña de Prensa (ABI) ha emitido una nota de repudio ante las amenazas y ofensas a alguien que consideran como “uno de los humanistas brasileños más representativos”.

Reconociendo el gran trabajo que lleva a cabo con quien menos tiene, la ABI, en la nota firmada por su presidente, Paulo Jeronimo, afirma ser “un deber de los demócratas defender y proteger la integridad física y la vida del Padre Júlio Lancellotti, premiado por varias instituciones en reconocimiento a su trabajo en defensa de los derechos humanos”.

La Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB también se ha pronunciado con una nota de solidaridad de la presidencia del Regional Sur 1, que comprende el Estado de São Paulo, en la que “expresa su total apoyo y solidaridad al Padre Julio Lancelotti”, a quien muestra “el reconocimiento y la gratitud... por su incansable y persistente acción con los excluidos de la Capital, especialmente los sin techo”. Ante el riesgo que corre su vida, Mons. Pedro Luiz Stringhini, Presidente, Mons. Edmilson Amador Caetano, Vicepresidente, y Mons. Luiz Carlos Dias, Secretario, piden “garantías efectivas de protección para el Padre Julio para que pueda continuar su dedicada labor en favor de los pobres de la ciudad de São Paulo”. Al mismo tiempo, la nota expresa “nuestro firme repudio a toda la agresividad, el odio, la violencia y la discriminación que dañan la dignidad humana”.

El camino a seguir, según afirmaba el propio padre Julio, es “la cercanía a los que sufren, la superación de todo tipo de discriminación y prejuicios, la convivencia con los más sencillos, los más pobres, la gratuidad y el principio misericordia”, algo que se debe concretar en “estar con ellos, ir a su encuentro”, priorizando siempre “la humanización de la vida, la defensa de las mujeres, en la defensa de los marginados y discriminados”.