El director del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam analiza la sinodalidad Mauricio López: Es en la voz del pueblo donde Dios se revela

Mauricio López en la Asamblea Eclesial
Mauricio López en la Asamblea Eclesial

“En un proceso sinodal todas las voces deben ser consideradas, pero serán valoradas siempre y cuando tengan una recta intención, siempre y cuando sean para el bien de la Iglesia y de su misión por la construcción de Reino en su sentido más amplio, incluyente y diverso”

Lo que preocupa es “la falta de la recta intención al momento de plantear posiciones particulares que no construyen el proceso mayor o se quedan atrapadas por las miradas parciales sin posibilidad de mudar"

“Sinodalidad que se construye paulatinamente, para que el misterio de Dios sea más evidente, para que la comunión produzca esa gran resiliencia, que es resistencia y subsistencia, de la vida sobre la muerte”

Sinodalidad

“Atar al Espíritu antes de que el discernimiento se dé” es el peligro que advierte Mauricio López en todo proceso sinodal, como recoge en su reflexión “Notas sobre sinodalidad”, publicado en la edición en español de Vatican News.

Para evitar esto, el director del Centro de Redes y Acción Pastoral del CELAM, señala que “basta comprender que el proceso, el sínodo y la sinodalidad son espacios para discernir y para fortalecer el camino de la Iglesia, una Iglesia siempre reformada”.

Según Mauricio, “en un proceso sinodal todas las voces deben ser consideradas, pero serán valoradas siempre y cuando tengan una recta intención, siempre y cuando sean para el bien de la Iglesia y de su misión por la construcción de Reino en su sentido más amplio, incluyente y diverso”. En su opinión, “muchas posturas doctas a veces encubren una posición personal interna de no comunión o de deseos de imposición ideológica, basadas en una serie de prejuicios marcados por una actitud de superioridad por ostentar una ‘verdad’ parcial.

Ante eso, llama a la Iglesia a “entrar en actitud de genuino discernimiento sinodal, asumiendo una actitud de libertad interior y desapego, sobre todo haciendo opción por quienes han sido puestos en situaciones de descarte, y quienes buscan acogida, escucha y una respuesta concreta de estos procesos sinodales”. El camino es “aumentar la esperanza, la fe, la caridad y la alegría en el Señor como fruto de los procesos en los que caminamos juntos y juntas; reconociendo también lo que es propio del mal espíritu y la desolación, es decir, lo que produce oscuridad en el alma, turbación en ella, falta de sentido”.

Sínodo 2023 1

En su opinión, “la revelación del Espíritu a través del proceso y experiencia del Concilio Vaticano II nos ayuda a caminar sinodalmente, pues nos afirma en la proclama de la buena nueva desde el Evangelio encarnado”, donde encontramos “una fuerza que nos sustenta e ilumina, aunque con divergencias y disensos, pero donde lo importante radica en mantener la dinámica de comunión, de unidad en la diversidad”.

Cita Lumen Gentium, que plantea “la unidad en Cristo con el Papa, dicho sea de paso, de una comunión y comunicación a partir de la unidad, de la caridad y de la paz”, lo que ayuda a purificar la intención. Las divergencias no preocupan, pues de hecho son necesarias y sanas, sostiene, afirmando que lo que preocupa es “la falta de la recta intención al momento de plantear posiciones particulares que no construyen el proceso mayor o se quedan atrapadas por las miradas parciales sin posibilidad de mudar en el sentido de lo que abarca más la pertenencia común en este seguimiento del Señor como Iglesia”.

Frente a lo que viene del Espíritu, “que conduce a más reino, plenitud, sentido de vida, paz”, sitúa la autorreferencialidad, que “produce ruptura, confusión, inquietud”. Por ello advierte del peligro de “atar al Espíritu antes de que el discernimiento se dé, ponerle límites, querer someterlo según nuestra voluntad, anticiparlo y bloquearlo con nuestras premisas, o más bien con nuestros prejuicios-apegos, por más sabios que parezcan”. En su opinión, “el sínodo y la sinodalidad son espacios para discernir, para avanzar, para escuchar la voz del pueblo de Dios y para fortalecer el camino de la Iglesia, una Iglesia siempre reformada”, en camino de conversión.

“El Sensus Fidei Fidelium del pueblo de Dios, el sentir en la fe del pueblo, debe ser identificado en los momentos de tensión, ya que es una presencia del Espíritu que subyace los caminos compartidos, y debemos desentrañar lo verdaderamente esencial que proviene del sentido en el creer del pueblo en su conjunto, no desde posiciones individuales que pretenden ostentar la voz de todo este pueblo santo fiel de Dios”, afirma Mauricio López. Este sentir en la fe del pueblo es una cuestión pneumatológica, sostiene, que se concreta “desde la revelación de Dios en las diversas culturas y contextos donde el Espíritu está presente y actuante”. El discernimiento es esencial, pero no doctrina inmutable, y “no puede prevalecer sobre la voz del Espíritu que sopla donde quiere y como quiere de modo permanente”.

Sínodo para a Amazonía

La clave está en un genuino y amplio proceso de escucha, “con y desde el Pueblo de Dios, puesto que esta revelación de Dios va por encima de cualquier postura particular”, pues es en la voz del pueblo, donde Dios se revela, enriqueciendo la doctrina, asumiendo cambios por el bien del Reino, cambios necesarios y, generalmente, sin rupturas abruptas para dar paso a ese vino nuevo que ha de llenar los odres nuevos, destaca el director del Centro de Redes y Acción Pastoral.

Mauricio López relata las muchas resistencias, ataques burdos y explícitos hacia cualquier propuesta de abrirnos a la conversión y al cambio, presentes en el camino de la Sinodalidad. Por ello llama a sentirse instrumentos de un bien mayor, a entender que la Sinodalidad es un instrumento para la reforma que nos abre a la conversión. Las hostilidades son confirmación de que avanzamos, afirma, defendiendo la necesidad de seguir adelante abriendo espacio para todas las voces.

Por ello llama a ser tierra propicia en busca de “sinodalidad que se construye paulatinamente, para que el misterio de Dios sea más evidente, para que la comunión produzca esa gran resiliencia, que es resistencia y subsistencia, de la vida sobre la muerte”. Eso “para que los pueblos tengan voz, y tengan posibilidad de ser y de existir”. Algo a ser abrazado en medio de la debilidad, en camino hacia una Iglesia sinodal que no es uniforme, y que es Dios quien marca el camino, “porque no podemos pretender controlar todos los rumbos del Espíritu”.

Estamos en una travesía compartida en la que todos y todas somos pasajeros, asumiendo el llamado a permanecer firmes en la conversión sinodal, “acogiendo a aquellos que habitan las periferias existenciales y materiales, quienes están expuestos a mayor vulnerabilidad en este mundo roto, y fortaleciendo a quienes caminan con ellos como garantes del camino de una Iglesia que es hospital de campaña”, lo que permite pasar de las verdades unívocas a “esa gran verdad en el Dios de la vida, que es Cristo y su misterio pascual”.

Para ello, se hace urgente la “oración silenciosa y permanente, de una contemplación cada vez más intensa y profunda en estos procesos sinodales. Mientras más vamos viviendo este camino de conversión sinodal, debemos mantenernos firmes en el seguimiento de Jesús, Dios entre los hombres encarnado, para escuchar el susurro de su voz que nos invita a nunca claudicar, porque en su camino pascual, se están abriendo nuevas posibilidades para una vida, y vida en abundancia para todos y todas”, concluye Mauricio López.

Sínodo Amazonía

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