Realizada de 31 de octubre a 4 de noviembre Mensaje 235ª Asamblea Conferencia Episcopal muestra desafíos sociales y eclesiales en Paraguay

235 Asamblea General Ordinaria Conferencia Episcopal Paraguaya
235 Asamblea General Ordinaria Conferencia Episcopal Paraguaya

Una realidad nacional que, en el contexto del camino sinodal, “exige capacidad de escucha y discernimiento

Denuncian los desalojos y la violencia de las instituciones del Estados para llevarlos a cabo, reclamando postura firme y coherente del Estado con los pueblos indígenas a quienes tienen que respetar sus derechos

“Mirar hacia objetivos de justicia y paz, caminar juntos, sin dejar a nadie atrás

A los laicos católicos se les llama a ser “fermento de cambio y transformación en la Iglesia y en la sociedad”, y junto con eso a “ser militantes apasionados en la promoción y defensa de la justicia, la verdad y la convivencia fraterna en nuestra sociedad”

La Conferencia Episcopal Paraguaya ha realizado de 31 de octubre a 4 de noviembre su 235ª Asamblea General Ordinaria, presidida por el primer cardenal en el país, Adalberto Martínez Flores, al final de la cual ha sido emitido un Mensaje (ver aquí).

Cardenal Adalberto Martínez Flores

Capacidad de escucha y discernimiento

Una celebración de fe compartiendo las vivencias de las distintas pastorales de la Conferencia y de la vida de las Diócesis”, afirman desde el episcopado paraguayo. En un país que busca “una nueva normalidad en la postpandemia”, los obispos dan gracias “por la vida de las familias que cultivan el amor, el diálogo y la solidaridad”, denunciando “la inflación y la dificultad de encontrar empleo digno y seguro”, pidiendo también compromiso en la educación.

Una realidad nacional que, en el contexto del camino sinodal, “exige capacidad de escucha y discernimiento”, señala el mensaje, inspirados por la Doctrina Social de la Iglesia. Un proceso sinodal que es visto como “una inmensa gracia de Dios”, que como recoge el Documento elaborado por la Secretaría del Sínodo, “nos hacen ver una imagen de nuestra Iglesia en plena vida”, destacando “la renovación de la catequesis y la liturgia, el desafío del diálogo social, el ejercicio de la autoridad, el rol de la mujer en la Iglesia y en la sociedad”.

Desafíos presentes

El escrito reflexiona sobre diferentes realidades presentes en la sociedad paraguaya: el acceso y calidad de la educación; tierra y territorio; laicos, política y elecciones nacionales. En relación con la educación, los obispos destacan “la importancia y la urgencia de una educación accesible y de calidad", denunciando el estado crítico del sistema educativo en el país. Ante ello llaman al consenso para un pacto educativo nacional y una formación integral, algo que no ha conseguido el Plan Nacional de Transformación educativa, que “ha generado confrontaciones y crea inseguridad”. Para ello se ha programado un precongreso para el próximo 7 de noviembre buscando “iniciar un análisis y aportar propuestas sobre la educación en Paraguay”.

El problema de la tierra en relación con los Pueblos Indígenas y asentamientos campesinos duele e indigna a los obispos paraguayos, pues se está despojando “a una gran mayoría de la posibilidad de soñar y desarrollar una vida digna sobre tierras aseguradas legalmente”. Por ello denuncian los desalojos y la violencia de las instituciones del Estados para llevarlos a cabo, reclamando postura firme y coherente del Estado con los pueblos indígenas a quienes tienen que respetar sus derechos.

Obispos Paraguay

No dejar a nadie atrás

En relación con las elecciones generales del próximo abril, apelan a una cultura del bien común, a un debate sano y constructivo. Por ello, basados en el proceso sinodal, los obispos afirman la importancia del diálogo social, de “mirar hacia objetivos de justicia y paz, caminar juntos, sin dejar a nadie atrás”. Desde ahí se llama a elegir personas honestas y de servicio a la comunidad y al país, no dejándose cautivar por falsas promesas.

A los laicos católicos se les llama a ser “fermento de cambio y transformación en la Iglesia y en la sociedad”, y junto con eso a “ser militantes apasionados en la promoción y defensa de la justicia, la verdad y la convivencia fraterna en nuestra sociedad”. Una práctica de la justicia que, en el año del laicado, debe mirar de modo especial a “los más pobres y vulnerables”, buscando construir “un país más humano y cristiano”.

Una asamblea en la que los obispos han rezado por las personas secuestradas y desaparecidas, llamando a participar en el Censo Nacional, “una herramienta importantísima para fundamentar y orientar futuras políticas públicas”. Todo ello colocado en las manos de Nuestra Señora de Caacupé para que bendiga al pueblo paraguayo con la paz, unión e igualdad.

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