Entrevista con 3 religiosas que han sido voluntarias durante 3 meses para atender a enfermos de COVID-19 Misión de la Vida Religiosa en la Amazonía: tiempo para cuidar de la vida amenazada

Religiosas en misión en la Amazonía
Religiosas en misión en la Amazonía

"Toda esta situación que trajo la pandemia, de estar encerrada, de volverse hacia adentro, también me hizo cuestionarme sobre el papel de la vida religiosa, también en este sentido de salir, de la misión"

"El miedo paralizaba a la gente. Encontramos gente en casa, que ya había tenido la enfermedad, y se quedaban encerrados en la casa, incluso con plástico en las ventanas"

"Puede ser una Iglesia más itinerante, que va hasta los que buscan esta fe, que nos muestran esta fe, a través de la esperanza de días mejores, de mejores posibilidades de vida, a través de una mayor inserción en la sociedad"

"Siempre hemos subrayado en este sentido que más que abrir las puertas de su casa, han abierto las puertas del corazón. Y cuando se abren las puertas del corazón, está siempre lleno de vida, de esperanza, que siempre se renueva, a pesar del miedo, a pesar de la pandemia"

"Me quedé con los nombres, con la imagen de la gente, me quedé con los dibujos que hicieron, están en mi corazón"

"Es una realidad de un Dios que pare, que acoge, de un Dios que es más bien una Madre, que alimenta a esa gente y alimenta ese río, para que sea vida para la gente"

Hnas. Delva, Alessandra y Zirlaide

La vida religiosa ha sido una presencia samaritana en la Amazonía en este tiempo de pandemia. Una de estas experiencias se ha vivido en los últimos tres meses en la parroquia de Tonantins, diócesis de Alto Solimões, en la Amazonía brasileña, donde tres religiosas, que trabajan en el campo de la salud, se han ofrecido como voluntarias para desarrollar una misión de cuidado de la vida.

Convocadas por la Conferencia de Religiosos de Brasil - CRB, la hermana Zirlaide Barreto Mendonça, de las Hermanas Pasionistas de San Pablo de la Cruz, que vive en Brasilia, la hermana Alessandra dos Santos Santana, de las Hermanitas de la Inmaculada Concepción, que vive en Goiania, y la hermana Delva Piedade de Oliveira, de la Congregación del Sagrado Corazón de María, que vive en Linhares, respondieron a la llamada y no dudaron en ir a un lugar desconocido.

De vuelta a casa, nos cuentan lo que han experimentado durante este tiempo, destacando algunos elementos que se han hecho presentes en sus vidas. Fue un tiempo de escucha, sobre todo de los que sufren, de acompañamiento, de ayuda para superar los miedos, de estar, como Iglesia itinerante, en medio de un pueblo valiente que nunca pierde la fe, la esperanza en días mejores.

En la Amazonía, en su Iglesia, dicen haber encontrado mucha alegría, sencillez, acogida, un pueblo agradecido por la vida, una naturaleza que comunica vida. La Amazonía es una tierra en la que han aprendido a estar en silencio, a descubrir un Dios que habla a través de la mirada, que habla a través de gestos, un Dios Madre que cuida de la gente, que da a luz nuevas posibilidades de vida. Con ellas han traído el apoyo de sus congregaciones y llevan de vuelta el deseo de una mayor presencia de estas congregaciones en la Amazonía, siguiendo así la petición del Papa Francisco. En sus mochilas llevan la gratitud, los nombres, la imágenes de la gente y de un río que genera vida.

Misión en Tonantins

¿Cuál fue la motivación para venir a participar en esta misión en la Amazonía, en la parroquia de Tonantins, diócesis de Alto Solimões?

Hna. Delva: Lo vi como una llamada de Dios, la invitación de la hermana María Inés, dos hermanas que me decían, ¿por qué no vas? Eres enfermera, están llamando a las enfermeras. En este momento no podía salir de casa, hacía trabajo interno, participaba en encuentros virtuales, así que esto me conmovió mucho. Entonces me enviaron el número de teléfono de la hermana María Inés, la llamé, mira, mantengamos el contacto, y me dejó esperando durante unos días, y eso me llamó la atención, era como si me estuviera preparando para venir a la Amazonía. Siento que fue una llamada a través de otras personas que estuvieron insistiendo.

Hna. Alessandra: Para mí, toda esta situación que trajo la pandemia, de estar encerrada, de volverse hacia adentro, también me hizo cuestionarme sobre el papel de la vida religiosa, también en este sentido de salir, de la misión. Y frente a la propuesta que pedían, gente para ir, donarse, rápidamente me dispuse porque era en este sentido de misionariedad, de asumir este cuidado de la vida, y en este momento una vida que estaba amenazada y necesitada de cuidados.

Hna. Zirlaide: Siempre quise venir y nunca tuve la oportunidad, pero cuando vi la convocatoria de la hermana María Inés, recordé cuando las hermanas vinieron a mi ciudad, que es Barra do Mendes - Bahia, e hicieron una enorme contribución en este sentido de la salud. Entonces recordé y sentí ganas de hacer algo, y en ese momento comprendí que era allí donde la gente estaba más necesitada.

De vuelta a casa en Manaos

¿Qué han estado haciendo en estos tres meses de misión a orillas del río Solimões?

Hna. Alessandra: Fue una misión, aunque fue corta, pero muy completa. Pero el papel principal estaba en esta línea de escuchar, de acoger, de respetar el dolor que el otro estaba sintiendo. En mi caso, desde la fisioterapia, es más que rehabilitar un caso de COVID, era acoger a la persona en su conjunto, y ayudarle a integrarse como un todo, con su realidad, en este contexto de COVID-19.

Hna. Zirlaiede: En esa realidad, como en casi todo el mundo, el miedo paralizaba a la gente. Encontramos gente en casa, que ya había tenido la enfermedad, y se quedaban encerrados en la casa, incluso con plástico en las ventanas. Fue una forma de pasar del miedo al cuidado, resignificando las situaciones y reanudando los sueños y actividades poco a poco, con cuidado, para salir de este miedo paralizante.

El Sínodo para la Amazonía desafía a la Iglesia de la Amazonía a dejar de ser una Iglesia de visita, algo muy típico en la Amazonía hasta ahora, para ser una Iglesia de presencia. A partir de la experiencia que han tenido durante este tiempo, especialmente en el acompañamiento de los enfermos, ¿cómo puede hacerse realidad esta Iglesia de presencia en la Amazonía?

Hna. Delva: Puede ser una Iglesia más itinerante, que va hasta los que buscan esta fe, que nos muestran esta fe, a través de la esperanza de días mejores, de mejores posibilidades de vida, a través de una mayor inserción en la sociedad, favoreciendo a los que necesitan más vida, a los líderes indígenas, a los líderes ribereños, que pueden hacer la transformación social. Creo en una Iglesia que ayuda a la gente a hacer cambios y a tener más oportunidades de vida.

Hna. Alessandra: Durante mucho tiempo la presencia de la Iglesia fue concebida como alguien que va, celebra los sacramentos y se vuelve. Una Iglesia presente es más que nada estar allí, no como cantidad de sacramentos que se realizan, sino como calidad de tiempo. Tiempo para estar, para escuchar, y también tuvimos la oportunidad de ir en algunas comunidades ribereñas pastoralmente, con el equipo de la parroquia. En este sentido, vemos que son viajes rápidos, por toda una demanda pastoral parroquial, pero si ese tiempo fuese de una presencia más constante, menos preocupada por el tiempo, esta iglesia amazónica también caminaría con un sentido diferente.

Las religiosas con la presidenta de la CRB

Uno de los grandes desafíos que el Sínodo también presenta a la Amazonía es escuchar a la gente, especialmente a los que sufren. Viendo el sufrimiento de la gente, frente a las experiencias que han vivido, ¿qué han escuchado que ha tenido un mayor impacto en su convivencia con la gente de la Amazonía?

Hna. Delva: La falta de una política pública que responda a la necesidad de las posibilidades que el río trae, pero que a menudo carece de la presencia del poder público debido a las distancias. Estábamos en la comunidad de Alegría, que estuvo siete días sin luz. Ellos decían que pierden el pescado, el pollo que tenían en la nevera, no había manera de encender el ventilador, y el poder público no sabía lo que estaba pasando allí. Y para que ellos vayan, también está la cuestión de las dificultades con el combustible para enfrentar el río. Líderes que hagan posible la viabilidad de un poder público que acceda a estas personas, que les dé las condiciones básicas.

Hna. Alessandra: También escuchamos, como señaló la hermana Zirlaide, en este sentido de miedo, pero también mucha voluntad de superación, mucho coraje. Gente que habla poco, pero uno tiene que saber escuchar lo que no se dice, escuchar en los gestos, en las miradas, pero con un gran deseo de superación, una gran esperanza en decir que todo pasará, que lo estamos superando y que vendrán días mejores. Además de escuchar el dolor, también es escuchar que hay una esperanza que habla más fuerte, que la esperanza tiene una palabra que llega a través de todas las personas que viven en estas realidades de mayor sufrimiento.

Y es una esperanza muy viva, que vimos en la forma en que nos han acogido, porque incluso ante todo el miedo de quien llega, después de haber viajado, nos acogieron muy bien. Siempre hemos subrayado en este sentido que más que abrir las puertas de su casa, han abierto las puertas del corazón. Y cuando se abren las puertas del corazón, está siempre lleno de vida, de esperanza, que siempre se renueva, a pesar del miedo, a pesar de la pandemia. 

Hna. Zirlaide: Para mí es fuerte esta cuestión de la esperanza, una cierta resignación de algunos a esta situación política, entrar en esta dinámica, en que los candidatos dan trabajo, y ahí hay que someterse, porque no se puede reaccionar. Y también me llamó la atención que es un pueblo que lucha, mucha gente estudia, gente muy sencilla, que estudia, que tiene una maestría, que sueña con hacer algo diferente, en una realidad tan limitada, porque hasta internet es muy difícil de acceder, y tienen éxito. Es muy importante que sus hijos estudien, muchas mujeres fuertes, que crían a sus hijos solas, y estudian, y se preparan. Vemos una situación de fortaleza también, no sólo de dolor.

Hna. Delva: Un biólogo que dijo que su madre vendía huevos en la feria y hacía galletas para que él pudiera estudiar aquí en Manaos. Ese creer en la posibilidad de que uno de los nuestros pueda llegar a donde no lo hemos hecho todavía.

Misión de la Vida Religiosa en la Amazonía

¿Qué han encontrado diferente en la Amazonía, en medio de la gente, en la iglesia?

Hna. Zirlaide: Mucha alegría, celebraciones muy alegres. Tuve la oportunidad de participar en las celebraciones que no tenía un sacerdote, donde llegamos y ellos presidieron la celebración. Estaba encantada con la forma de celebrar, la alegría de la gente, la forma de involucrarlos, esto es muy propio de ellos, una alegría muy contagiosa.

Hna. Alessandra: La simplicidad, ahora vivo en una capital y veo una liturgia, con todo el respeto, con todo el afecto, muy cuadriculada, una liturgia muy cuadrada en algunas situaciones. Ver la simplicidad con que la gente celebra la vida, y lo que vimos todos los domingos en la misa y en las comunidades a las que fuimos, me llenó de fuerza, porque ese es el significado de la misa. Con todas las dificultades, dar gracias a Dios por lo que está sucediendo, por la vida de cada persona. Esta simplicidad me encantó, una liturgia que es para celebrar la vida en la Iglesia.

También los ríos, vi que encantan a todo el mundo. Bromeaba que si en Bahía tuviéramos el 5% del agua que tenemos aquí en la Amazonía, no tendríamos sequía. Pero es un río que tiene muchas historias, que también tiene mucha vida debajo y encima de él, en todas partes.

Hna. Delva: Las leyendas, que son inclusivas, de los indígenas, de los ribereños, que acogen a todos los que llegan. Esto es muy fuerte, acogen al Padre Gonzalo, que es colombiano, les gusta su forma de ser, se está adaptando a esta realidad. Por lo tanto, creo que esto es muy fuerte, esta acogida a quien es diferente.

En la Amazonía mucha gente descubre las semillas del Verbo, las señales de Dios. ¿Cuáles son esas señales de Dios que han descubierto en este tiempo de misión aquí en la Amazonía?

Hna. Zirlaide: La gran señal de Dios es esta esperanza y la fe, tienen mucha fe, la comparten. Esta liturgia profunda, vivencial, es un gran signo de Dios para mí. La solidaridad, en las comunidades muy rápidamente se organizan y se ayudan, celebran, nos preparan cosas, mucha gratitud.

Hna. Alessandra: Para mí la gran señal de Dios y el aprendizaje es también en el sentido del silencio, aprender a permanecer en silencio, no tanto en el ruido, en lo que se dice, sino en lo que no se dice y que dice mucho, por muy contradictorio que parezca. Un Dios que es silencioso, que habla en la mirada, con gestos, y que también enseña a través de eso. Para mí fue esa gran señal de un Dios que habla al no hablar.

Hna. Delva: Un Dios Madre, que cuida a la gente, nos cuida a nosotros, un Dios que va pariendo nuevas posibilidades de vida.

Con las religiosas de Tonantins

El Papa Francisco ha insistido mucho en que la vida religiosa, esté cada vez más presente y abra espacios de misión en la Amazonía. ¿Creen que su experiencia puede ayudar a sus congregaciones a fomentar este trabajo misionero en la Amazonía?

Hna. Delva: Creo que sí, porque las posibilidades de la vida consagrada hoy pasan por la itinerancia y la intercongregacionalidad, porque el número de vocaciones está disminuyendo. Por lo tanto, es una posibilidad de unidad, las casas de la Amazonía, incluso las de las familias, se amplían para acoger a alguien que llega a la comunidad, se amplían para acoger a alguien que sale enfermo del hospital. Es una familia que llamamos ampliada, en mi congregación, familia ampliada Sagrado Corazón de María. Y pude experimentar esto cuando la gente hablaba, hermana, puedes venir a dormir, puedes quedarte aquí en casa si lo necesitas. Es una acogida que, en la vida cotidiana de los grandes centros, no la vemos más. Pero la gente confía y cree.

Hna. Alessandra: Sí, por supuesto, cuando vine, las hermanas estaban muy emocionadas, y muchas dijeron, vamos a ir contigo. En este sentido hay un gran apelo, porque incluso tenemos algunas comunidades aquí en la región amazónica que están en proceso de redimensionamiento o tal vez de cierre. Venir, estar aquí, sentir, escuchar, poner los pies en esta tierra, nos ha hecho despertar que no podemos permanecer indiferentes a todo el glamour que tiene la región amazónica. Incluso ahora, el 13 de octubre, tendremos una apertura en Amapá, que también es región amazónica. Precisamente en este sentido de responder al llamado de la Iglesia aquí, en esta tierra.

Hna. Zirlaide: La nuestra también, ya debíamos haber abierto en Rondonia, estábamos en Acre, y cumplimos el contrato allí. También es un poco la idea de la itinerancia, ya no tenemos la idea de quedarnos en grandes obras, no tenemos grandes obras, y es un poco esta itinerancia, quedarse un tiempo significativo en un lugar, ir pasando, y creo que tengo una gran sensibilidad con esta realidad.

Finalmente, ¿qué se llevan a sus casas?

Hna. Alessandra: Gratitud, mucha gratitud, por haber tenido esta oportunidad de tener esta experiencia, y ciertamente, recuerdo mucho una frase de Pedro Casaldáliga, que dice, al final de mi vida me preguntarán, seré amado, y no diré nada, sólo mostraré mi corazón lleno de nombres. Si pudiera mostrar mi corazón, ciertamente serían todos los nombres, todos los pacientes, todas las personas que tuvimos la gracia, la oportunidad de visitar, de atender durante este tiempo en la parroquia de Tonantins.

Hna.Zirleide: También me quedé con los nombres, con la imagen de la gente, me quedé con los dibujos que hicieron, están en mi corazón.

Hna. Delva: Es una realidad de un Dios que pare, que acoge, de un Dios que es más bien una Madre, que alimenta a esa gente y alimenta ese río, para que sea vida para la gente. Llevo esta imagen de un río, yo nací a orillas del Río San Francisco, para mí fue como encontrarme con mi realidad, mi familia de la infancia y hoy en día a veces muy dispersa.

En Manaos con el obispo de Alto Solimões, Mons. Adolfo Zon

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