La Iglesia brasileña grita ante la falta de cuidado con la vida Mons. Leonardo Steiner: "Ayudar a la gente a abrir los ojos en un momento grave como el que nos encontramos"

Mons. Leonardo Steiner
Mons. Leonardo Steiner

El 26º Grito de los Excluidos y Excluidas tuvo como tema: "La vida en primer lugar. ¡Basta de miseria, prejuicios y represión! ¡Queremos Trabajo, Tierra, Techo y Participación!"

La pandemia ha sido un momento en el que ha aparecido claramente la realidad de miseria presente en el Brasil, donde más de 60 millones de personas reciben ayuda de emergencia

El Grito "lo hacemos porque es una expresión de nuestra fe"

El Grito de los Excluidos ha sido un momento para denunciar la destrucción de la belleza natural de la Amazonía, víctima de un saqueo criminal

Grito de los Excluidos en Manaos
Como sucede cada 7 de septiembre desde 1995, Brasil celebró este lunes el 26º Grito de los Excluidos y Excluidas, que en este año de 2020 tuvo como tema: "La vida en primer lugar. ¡Basta de miseria, prejuicios y represión! ¡Queremos Trabajo, Tierra, Techo y Participación!". El Grito se produce en un Brasil que grita con desesperación ante tanto dolor provocado por una pandemia, que según números oficiales ya provocó más de 4,1 millones de contagios y más de 127 muertes.

Como sucedió en muchas ciudades de Brasil, Manaos celebró el Grito de los Excluidos en un evento cerrado, con representantes de las pastorales sociales y la presencia del Arzobispo, Mons. Leonardo Ulrich Steiner. El evento, que tuvo lugar a orillas del Río Negro, fue un momento para escuchar el grito de la juventud, que clamaba por educación, por derechos, por ser escuchada; el grito de la tierra, que a través de la Comisión Pastoral de la Tierra denunciaba la concentración de tierra y el éxodo rural; el grito de quien vive en la calle, aún más invisibles y olvidados en esta época de pandemia; el grito de los trabajadores, que perdieron sus derechos con la reforma laboral y la reforma de la previdencia, y que hoy en día sufren las consecuencias de un modelo laboral cada vez más explotador.

Brasil es un país en el que los prejuicios están presentes, algo que muestra los elementos que generan la muerte, situaciones contra las que hay que gritar. Es un grito que debe lanzarse contra la violencia, que afecta especialmente a las mujeres y a los niños en la Amazonía, que afecta a los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales, como ha sucedido en el río Abacaxis, en los municipios de Borba y Nova Olinda do Norte, situación denunciada por los movimientos y pastorales sociales, también por los obispos de la Regional Norte 1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB.

La pandemia ha sido un momento en el que ha aparecido claramente la realidad de miseria presente en el Brasil, donde más de 60 millones de personas reciben ayuda de emergencia, lo que demuestra que muchas personas viven del trabajo informal. En un mundo en el que la concentración de la riqueza aumenta cada vez más, nos deparamos con personas que nacieron miserables y morirán miserables, no tendrán ninguna oportunidad de cambiar sus vidas, como fue denunciado por el Vicepresidente de Caritas de la Arquidiócesis de Manaos. Estamos frente a una situación inhumana, con un Estado que no cuida de su pueblo, según el Padre Alcimar Araujo, quien hacía una llamada a hacer algo para cambiar esta realidad, insistiendo en que no podemos permanecer en silencio.

Grito de los Excluidos


El Grito de los Excluidos tiene la fuerza de la presencia de Jesús, no podemos olvidar eso, según Mons. Leonardo Ulrich Steiner, que insistía en que el Grito "lo hacemos porque es una expresión de nuestra fe". El arzobispo de Manaos veía ese momento como "un intento de reconciliación, un intento de ayudar a abrir los ojos, de despertar a la gente ante la gravedad de las relaciones distorsionadas en las que nos encontramos”. Para el arzobispo estamos ante la oportunidad de "salir al encuentro de la gente, de nuestros hermanos y hermanas y ofrecer la reconciliación, y ofrecer la armonía, y ofrecer la hermandad, y ofrecer la justicia". Esto es algo que "hacemos como Iglesia, por eso no tememos miedo de celebrar el Grito de los Excluidos, y tratamos de ayudar a la gente a abrir los ojos en un momento grave como el que nos encontramos, donde los pecados están en nuestra sociedad, donde estamos completamente desencontrados en nuestra sociedad".

Con el Grito de los Excluidos, según el Arzobispo de Manaos, "nos estamos dando cuenta, y ayudando a la gente a darse cuenta, de que es posible tener un nuevo Cielo, una nueva Tierra", algo que Mons. Steiner identificó con el buen vivir. Según el prelado, "la tierra y el cielo lo son todo, es la totalidad, que está desarmonizado, que está siendo asaltado, violado", haciendo un llamamiento a "despertar las conciencias para una necesaria reconciliación". Incluso sin resultados, si lo hacemos, "sólo estaremos reafirmando que Él está en medio de nosotros, que siempre seguirá estando en medio de nosotros, y seguiremos trabajando, haciendo el grito de los excluidos, haciendo siempre el grito de los excluidos y marginados”.

El Grito de los Excluidos en Manaos ha sido un momento para lanzar un Manifiesto a la sociedad por parte de las pastorales sociales de la Arquidiócesis, un grito por la ética, la justicia y la verdad, en una sociedad en la que la mentira se ha convertido en "la forma de hacer política y gobernar". Un grito contra el pseudopatriotismo, pero que privatiza todo, "condenado a nacer, vivir y morir en la miseria". Un grito de compromiso concreto con la salud de la población, pero que ve como el Sistema Único de Salud es objeto de corrupción.

El Manifiesto denuncia que "la vida de los seres humanos y el medio ambiente están en peligro", afirmando que "la vida en primer lugar es el grito de las poblaciones vulnerables (indígenas, pobres de la periferia, sin techo, migrantes)", víctimas de la desigualdad socio económica. También denuncia la situación de las poblaciones indígenas, los pobres que viven en las periferias, quien vive en la calle, los migrantes, los colectivos para los que el manifiesto reivindica dignidad. Junto con esto, el Grito de los Excluidos ha sido un momento para denunciar la destrucción de la belleza natural de la Amazonía, víctima de un saqueo criminal. Es un grito que quiere "asegurar que las generaciones presentes y futuras puedan disfrutar de la belleza de la Amazonía viva".

Lectura del Manifiesto de las Pastorales Sociales

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