Seminario sobre “La renovación eclesial en clave sinodal y ministerial” Mons. Marín de San Martín: “El ministerio ordenado no es un título que colocamos en la pared”

Mons. Luis Marín de San Martín
Mons. Luis Marín de San Martín

El prelado ve el proceso sinodal como “un buen momento para reflexionar sobre nuestra identidad como cristianos, sobre todo lo que la Iglesia es en sí misma”

“El ministro ordenado debe servir siempre, no cuando me apetece, cuando quiero, por horas, o en aquello que me va bien, siempre”

Para el subsecretario del Sínodo de los Obispos estamos ante “una oportunidad de oro de renovación y de esperanza

Abertura Sínodo

El Seminario sobre “La renovación eclesial en clave sinodal y ministerial”, realizado de 7 a 10 de septiembre, contó en su último día con la participación de Mons. Luis Marín de San Martín, subsecretario del Sínodo de los Obispos, quien hizo sus aportaciones a “un tema tan importante para la vida y la misión de la Iglesia”.

Partió de la idea de que Sínodo “significa caminar juntos”, insistiendo en que “la Iglesia es sinodal en sí misma”, haciendo referencia a un camino “en unidad, unidad de los cristianos entre nosotros en Cristo cabeza”. El prelado ve el proceso sinodal como “un buen momento para reflexionar sobre nuestra identidad como cristianos, sobre todo lo que la Iglesia es en sí misma”. También sobre el ministerio ordenado, “es una oportunidad de renovación, una oportunidad de profundización en la coherencia y en nuestra identidad como ministros ordenados”.

Mons. Marín de San Martín propuso reflexionar “sobre dos aspectos que ya deben estar presentes en los seminarios y los centros de estudios”. En primer lugar, “la identificación con Cristo”, resaltando que “no actuamos por nosotros mismos, no somos nosotros los que hacemos, no es una profesión, no es un acto administrativo, es un servicio a la Iglesia, un ministerio, actuamos ‘in persona Christi’”. De ahí la necesidad de “crecer en la identificación y en el conocimiento de Cristo Resucitado, en el conocimiento experiencial”, que debe ser “continuo, personal, diario”.

Ordenación

El segundo elemento que destacó fue el servicio a la Iglesia, afirmando que “el ministerio ordenado no es un título que colocamos en la pared y que nos capacita para una serie de funciones, no es eso, es un servicio de amor”. De ahí enfatizó que “el ministro ordenado debe servir siempre, no cuando me apetece, cuando quiero, por horas, o en aquello que me va bien, siempre”, y sí “con todo lo que somos”. No se puede olvidar, según el subsecretario del Sínodo de los Obispos que “el pueblo de Dios tiene derecho a que yo le sirva”. 

El obispo citó la necesidad de superar varios obstáculos en el horizonte del ministro ordenado. Habló del clericalismo, de “esa falsa concepción de Iglesia desde la pirámide, donde el ministro ordenado está en la cúspide, está arriba, como un poder, como una casta, como una élite”, una idea que lleva a algunos ministros a pensar que “nosotros somos la Iglesia, nosotros sabemos todo, hacemos todo, decidimos todo, y solamente nosotros tenemos responsabilidad”, algo que considera absurdo, y un error enorme. 

El ministro ordenado es parte del pueblo de Dios, según Marín de San Martín, que está, sirve, acompaña y se deja acompañar. También advierte que “no se trata evidentemente de laizizar al clero, ni de clericalizar al laico”, cada uno según su misión, según su carisma, según su función. El obispo insistió en que el laico tiene responsabilidad y participación, pues “el bautismo nos incorpora a Cristo, y por tanto nos hace corresponsables”. Junto con eso denunciaba el egoísmo de los ministros ordenados, que no están separados del pueblo de Dios.

Luis Marín

En su intervención ha reflexionado sobre la intolerancia, que lleva a pensar “que todos deben ser como nosotros, pensar como nosotros y hacer lo que decimos”. Ante eso, afirmaba que “hay tantos caminos para seguir a Cristo como personas hay en el mundo, eso sí desde la unidad”, que se da en el conocimiento e identificación con Cristo, y lleva a servir “desde el propio carisma, desde el propio ministerio, a la misión evangelizadora que nos une a todos”.

Para los ministros ordenados pide enorme generosidad, disponibilidad total, valentía, que lleva a la creatividad, a asumir los cambios, “no la esencia, pero sí los modos y las maneras”, evitando dejarse “llevar por la rutina, por las costumbres”, que opaca “la fuerza y la grandeza del ministerio, del servicio al pueblo de Dios”. También pide humildad, sabiendo que no es cuestión de méritos, es que “el Señor utiliza instrumentos deficientes, frágiles y pecadores”. Finalmente, amor, pues “solamente desde el amor podemos ser capaces de dar la vida, de insertar a Cristo en medio del mundo, que es el Dios con nosotros”.

Para el subsecretario del Sínodo de los Obispos estamos ante “una oportunidad de oro de renovación y de esperanza”. Por eso pide al Espíritu Santo “que nos llene con su fuerza  para poder vivir este kairós, este tiempo de Dios, y vivirlo con entusiasmo, con generosidad, unidos a los demás cristianos, en actitud de escucha, en actitud de apertura y siempre con este enorme dinamismo”.

Seminario Sinodalidad

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