Mensaje de Pascua del presidente del CELAM Mons. Miguel Cabrejos invita a transitar hacia “una Iglesia sacramento del Reino de Dios en la historia”

Monseñor Miguel Cabrejos
Monseñor Miguel Cabrejos

“Aquel que sufrió la pasión, que fue crucificado y murió en la cruz, ¡HA RESUCITADO! ¡ha vencido a la muerte!”

El “Resucitado es la luz que ha iluminado e ilumina la conciencia, la acción y la vida de millones de hombres y mujeres transformados por la fuerza de la resurrección y la luz de la fe”

Que el esplendor de su rostro “entre en el mundo, en cada comunidad, en cada Iglesia Doméstica, y nos ayude a caminar en sinodalidad, siendo una Iglesia Samaritana, que encarna el Evangelio en la realidad concreta de cada pueblo de este amado continente”

Mons. Miguel Cabrejos Vidarte

Cristo ha Resucitado, una certeza para Mons. Miguel Cabrejos, que en su mensaje de Pascua llamaba proclamar que “Aquel que sufrió la pasión, que fue crucificado y murió en la cruz, ¡HA RESUCITADO! ¡ha vencido a la muerte!”.

Algo que sucedió hace veinte siglos, continua resonando en la Iglesia, que “no se cansa de proclamar a través de los siglos, esta novedad es el corazón del mensaje que ha difundido en todos los rincones de la tierra”. El “Resucitado es la luz que ha iluminado e ilumina la conciencia, la acción y la vida de millones de hombres y mujeres transformados por la fuerza de la resurrección y la luz de la fe”, ha destacado el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe – CELAM.

En su mensaje, Mons. Cabrejos ha insistido en que el CELAM quiere “transitar hacia una Iglesia como Pueblo de Dios en diálogo y al servicio al mundo; una Iglesia sacramento del Reino de Dios en la historia; una Iglesia sinodal; una Iglesia comunión, toda ella ministerial; una Iglesia ‘abogada’ de los pobres y misericordiosa, “donde todos podemos sentirnos acogidos, amados, perdonados y alentados a vivir según la vida buena del Evangelio” (EG 114); una Iglesia pluricultural, inculturada en la interculturalidad; una Iglesia pobre y para los pobres; samaritana y profética (cf. EG 198)”.

El presidente del CELAM invitaba a ser “la luz del Resucitado”, para que el esplendor de su rostro “entre en el mundo, en cada comunidad, en cada Iglesia Doméstica, y nos ayude a caminar en sinodalidad, siendo una Iglesia Samaritana, que encarna el Evangelio en la realidad concreta de cada pueblo de este amado continente”.

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