Comentario al Evangelio del Domingo Mons. Ojea: “La Iglesia quiere llevarnos en este tiempo al desierto, es decir, a lo esencial”

Mons. Oscar Ojea
Mons. Oscar Ojea

En medio de la opresión el Señor nos escuchó, el Señor miró nuestra miseria, nuestra opresión y nuestro cansancio. Esta es nuestra fragilidad que tenemos que presentar al Señor”

“Delante del Señor en esta Cuaresma, mirándonos por dentro en el desierto de nuestro corazón, nuestra fragilidad y al mismo tiempo pongamos la fragilidad de nuestro mundo en este tiempo tan difícil para que el Señor escuche nuestro clamor por la paz”

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En el primer domingo de Cuaresma el Evangelio nos conduce al desierto, a donde Jesús es llevado por el Espíritu, como recuerda en su comentario semanal Mons. Oscar Ojea. “El desierto es el lugar del encuentro con Dios, del amor con Dios, pero también es el lugar de la prueba y de la tentación”, afirma el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

Para el obispo de San Isidro, “en el desierto aparece lo esencial, las necesidades esenciales: el agua, el alimento, el cubrirse del sol, el poder caminar, la vida, la vida misma. Ahí no son útiles los teléfonos celulares, las computadoras, las agendas que tenemos”. Desde su punto de vista, “en el desierto importa lo esencial”, lo que le lleva a entender que “por eso la Iglesia quiere llevarnos en este tiempo al desierto, es decir, a lo esencial”.

El prelado argentino hace una serie de preguntas que quieren provocar la reflexión en este tiempo de Cuaresma: “¿Cómo está tu corazón? ¿Cuál es el sentido de tu vida? Olvídate de tus ansiedades, olvídate de tus urgencias, olvídate de aquello que te ocupas tanto tiempo para pensar a dónde va tu corazón. ¿Cuál es el sentido de tu vida? ¿Cuáles son los ejes de tu vida? ¿Cuáles son las personas para quienes vivís o la persona para quien vivís? Este es el examen que nos pide el tiempo de Cuaresma, no está en tu mirar hacia afuera sino mirarnos hacia adentro”.

También ha recordado la “hermosa oración que nos propone el libro del Deuteronomio en la primera lectura”, recordando que “era la oración de las primicias de la tierra, que traían alegres los hebreos para presentar al Templo del Señor”. Una oración “que graficaba la historia del pueblo”, en la que se recuerda que “mi padre era un arameo errante, era un hombre sin destino podemos decir y de pronto formó un pueblo, un pueblo fuerte, un pueblo numeroso que Dios regalaba. Luego vino la opresión y allí aparecen estas palabras fundamentales: en medio de la opresión el Señor nos escuchó, el Señor miró nuestra miseria, nuestra opresión y nuestro cansancio. Esta es nuestra fragilidad que tenemos que presentar al Señor”.

Edificio de apartamentos dañado en un bombardeo. Ucrania
Edificio de apartamentos dañado en un bombardeo. Ucrania

Una vez más, Mons. Ojea reflexiona sobre la pandemia, a lo que une la situación de guerra por la que el mundo pasa. En ese sentido, reflexiona sobre la paz a la luz de la Jornada de Oración por la Paz del Miércoles de Ceniza. Según el prelado argentino, “cuando nosotros hicimos esta oración debíamos haber pensado en ponernos en la piel de aquellos hermanos nuestros ucranianos que están perdiendo vidas, vidas de niños, vidas de personas mayores”.

Para el presidente del episcopado argentino, “una cosa es ver la guerra por televisión, otra cosa es sufrir ese temor, esa gente aglomerada en las estaciones para poder irse, para poder escapar, los países vecinos llenos de demandas, de requerimientos; la angustia, la incertidumbre que crea la guerra frente al futuro, este fracaso de la humanidad como dice el papa Francisco, esta ‘locura de la guerra’”.

Por eso hace la propuesta de que “delante del Señor en esta Cuaresma, mirándonos por dentro en el desierto de nuestro corazón, nuestra fragilidad y al mismo tiempo pongamos la fragilidad de nuestro mundo en este tiempo tan difícil para que el Señor escuche nuestro clamor por la paz”.

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