La identidad de Jesús, el llamado secreto mesiánico es algo presente en el Evangelio de san Marcos. Sobre eso reflexiona Mons. Oscar Ojea al comentar el Evangelio del 24º Domingo del Tiempo Común.

Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “el Señor guardó con delicadeza el secreto sobre su identidad, el secreto mesiánico, porque tenía temor de alguna manera de que el pueblo lo considerara un rey, lo identificara con un mesías esperado temporal”. Dado el hecho de que “varias veces lo quieren hacer rey y lo llevan para hacerlo rey”, afirma Mons. Ojea, “el Señor se retrae a esta revelación inmediata de su identidad”.

Lo hace “en los límites de su pueblo, Cesárea de Filipo”, donde “el Señor parece necesitar hacer esta pregunta que es fundamental en el Evangelio: ¿Y para ustedes quién soy yo? ¿Qué significo yo para ustedes? ¿Qué significa mi persona para ustedes? Por eso todos los cristianos debemos hacernos esta pregunta fundamental: ¿Quién es para nosotros Jesús? ¿Qué significa? ¿Qué sentido tiene para nosotros, para nuestra vida la persona de Jesús?”, según el obispo de San Isidro.

Ante la respuesta de Pedro: “Tú eres Mesías, aquel que todos esperábamos”, Mons. Ojea resalta que el Señor, que no quiere mentir, no quiere entusiasmarse con ningún tipo de ser ensalzado. Frente a eso, señala que “muchas veces nosotros cuando nos sentimos reconocidos nos pasamos de rosca y en nuestro creérnosla nos vamos al otro lado”. Eso es algo que “lo vemos en las redes sociales, esa necesidad de ser aprobado, de ser reconocido, de ser ensalzado sobre otros, por encima de otros”, insistiendo en que “es algo tan malo el buscar ese protagonismo y está tan lejos de Jesús”.

Jesús revela que es el Mesías, afirma el presidente del episcopado argentino, pero afirma que “el Mesías debe sufrir, va a ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los fariseos, pero al tercer día resucitará”. Esto quiere decir, según Mons. Ojea que “la clave de mi vida es la entrega a los demás y por la entrega a los demás, el Señor me da la vida. Después vendrá la Resurrección, pero a través de la Cruz”.

Citando el Documento de Aparecida, hace ver que Jesús ha venido por aquellos que “se animan a perder la seguridad de vivir en la propia orilla y quieren cruzar apasionadamente a la otra, de la mano del Señor”. Desde ahí invita a que “corramos ese riesgo, unidos a aquel que no nos miente, que no nos miente nunca, que corrige el entusiasmo mesiánico de sus apóstoles, pero nos dice la verdad y al mismo tiempo nos marca un camino nuevo a través de la Cruz y del sufrimiento, a través de la entrega sincera a los demás el Señor nos devuelve la vida”.