Comentario al Evangelio del domingo XXVIII del Tiempo Común Mons. Ojea: “Servir con nuestro dinero a los pobres es depositarlo en el banco de Dios”

Mons. Oscar Ojea
Mons. Oscar Ojea

“Tenemos el corazón triste, nos hemos visto defraudados en tantos sentidos, necesitamos más que nunca liberarnos de la esclavitud del dinero y poner el corazón en Jesús

"No puedo pensar que ellos no tienen ninguna riqueza para darme, no puedo ayudar de arriba hacia abajo como si yo fuera el omnipotente que da un beneficio”

“El dinero encandila, seduce, con su aparente luminosidad, pero después la tristeza, no podemos poner el corazón en lo que termina dando tristeza"

JOVEN RICO

Tres miradas de Jesús, así resume Mons. Ojea el Evangelio de este 28º del Tiempo Común en su comentario semanal: la primera, “a este hombre joven que se arrodilla con sinceridad delante de él y le dice: ‘Maestro bueno ¿qué debo hacer para alcanzar la plenitud de la vida?, es decir la vida eterna'”.

Para el presidente del episcopado argentino, “Jesús ve que es un hombre sincero que está buscando plenitud de vida. Jesús se da la cuenta que a este hombre no le basta sólo con cumplir los mandamientos, que después le va a decir los ha guardado desde su juventud, entonces lo mira con amor y le dice: ‘sólo te falta una cosa; toma tu dinero y dáselo a los pobres, después venir y seguirme’”.

Según el prelado, “este servir con nuestro dinero a los pobres es como depositarlo en el banco de Dios, donde está tu tesoro, allí está tu corazón”. Recordando las palabras de San Pablo: “Es más feliz el que da que el que recibe”. Para el obispo de San Isidro, “este hombre tenía su corazón atado al dinero, el dinero era como un ídolo, tenía temor de desprenderse de él, entristecido se alejó”.

Reflexionando sobre la pandemia, señalaba que “tenemos el corazón triste, nos hemos visto defraudados en tantos sentidos, necesitamos más que nunca liberarnos de la esclavitud del dinero y poner el corazón en Jesús”. En ese sentido, en la frase de Jesús “toma el dinero y dáselo a los pobres”, Mons. Ojea ve que “no lo está diciendo para que los pobres sigan siendo pobres, sino que lo está diciendo para poder librar, con mi aporte, a los pobres de su miseria”.

Monseñor Ojea

Mons. Ojea insiste en que “lo está diciendo para que mi corazón tenga la grandeza de poder recibir la riqueza de lo que ellos me puedan dar, porque no puedo pensar que ellos no tienen ninguna riqueza para darme, no puedo ayudar de arriba hacia abajo como si yo fuera el omnipotente que da un beneficio”. Por eso llama a “salir de la tristeza”, a pedir al Señor “poder remontar este efecto de la pandemia y trocarlo en una motivación hermosa para poder rehacer y reconstruir nuestro mundo”.

La segunda mirada de la que habla, “la dirige Jesús alrededor, es una mirada reflexiva”. Recuerda que Jesús dice: “qué difícil es para un rico entre en el Reino de los Cielos, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios”. Una vez más afirma que “no se puede servir a Dios y al dinero”. Eso porque “el dinero encandila, seduce, con su aparente luminosidad, pero después la tristeza, no podemos poner el corazón en lo que termina dando tristeza, sino que tenemos que aprender a poner el corazón en aquello que realmente vale la pena y que me trae el sentido de la vida humana, en Jesús”.

La tercera mirada es “una mirada para los apóstoles, a nosotros”, haciendo ver que “lo que para los hombres es imposible para Dios es posible”. Desde ahí, hace ver que “salir de esta situación de crisis tremenda en la que nosotros vivimos como personas, como comunidad, como país, es posible solamente con la fuerza de Dios”, según el obispo de San Isidro. Por eso, pide que “busquemos cómo poner el corazón en Él, de verdad para obtener de alguna manera una libertad, un coraje y una fortaleza que necesitamos todos para poder emprender con esperanza el camino de nuestra reconstrucción”.

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