Comentario al Evangelio del domingo 23º del Tiempo Común Mons. Ojea: Como el sordomudo, “hemos perdido capacidad de comunicación en esta pandemia”

Mons. Ojea
Mons. Ojea

“El Señor lo lleva aparte al sordomudo, le va a dar un trato personal, se va a dedicar a su persona, lo saca de la multitud, es un milagro en el cual el Señor compromete su propio cuerpo”

“El sordomudo es un incomunicado, y nosotros hemos perdido capacidad de comunicación en esta pandemia. Si bien, la hemos buscado por los medios, por las redes, pero hemos perdido comunicación interior, nos hemos ido aislando”

"Anímate a hablar, anímate a ser vos mismo, no tengas miedo de expresar lo que piensas, lo que sientes. No tengas miedo de hablar”

Curación de un sordomudo

La curación del sordomudo es la escena que aparece en el Evangelio de este 23º domingo del Tiempo Común. En su comentario semanal, Mons. Ojea señala que “el Señor lo lleva aparte al sordomudo, le va a dar un trato personal, se va a dedicar a su persona, lo saca de la multitud, es un milagro en el cual el Señor compromete su propio cuerpo”.

Según el presidente del episcopado argentino, al decir el texto que con sus dedos le tocó los oídos, “hay un compromiso del cuerpo de Jesús en el milagro”, preguntándose: “¿Qué significa este gesto?”, a lo que responde que “es llevar calidez, llevar calor a esos oídos para que puedan destrabarse”.

El obispo de San Isidro relaciona esta situación con la pandemia, en la que “hay tantas cosas que nos han aislado”. Según el prelado, “el sordomudo es un incomunicado, y nosotros hemos perdido capacidad de comunicación en esta pandemia. Si bien, la hemos buscado por los medios, por las redes, pero hemos perdido comunicación interior, nos hemos ido aislando”.

Al hablar del sordomudo, Mons. Ojea destaca que “este hombre enfermo no podía escuchar”, de donde deduce que “sobre todo nosotros no podemos escuchar o nos cuesta escuchar aquellas cosas que vienen a los gritos con violencia, con deseo de aniquilación”. El prelado se refiere a “tantas palabras que hieren, que duelen, que lastiman en su modo y en su contenido, porque el hablar también tiene su modo”, lo que hace que “nos cerramos a escuchar y no queremos escuchar más nada”.

Mons. Oscar Ojea

El hecho de que “el Señor con sus manos, destraba esos oídos, porque les da el calor del amor”, lleva al obispo de San Isidro a decir que “es una invitación a animarnos a escuchar, animarnos a confiar en él y escuchar qué es lo que está pasando a nuestro hermano. Escuchar de verdad lo que hay detrás de las palabras, cómo poder escuchar lo que hay detrás de las palabras”. El prelado pone como ejemplo a una madre que sabe el motivo del lloro de su hijo, y desde ahí insiste en que “el cristiano también al aprender a escuchar, al destrabar sus oídos, tiene que aprender a escuchar qué pasa con mi hermano, con mi hermana, qué pasa detrás de sus palabras, qué está pasando en su corazón”.

También se refería el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina al hecho de tocar y destrabar la lengua con su saliva. Según él, “la saliva es símbolo de la intimidad, de la interioridad, es como el seno materno en la antigüedad, la saliva, la secreción interna”. Para el obispo, “el Señor quiere significar con esto: anímate a hablar, anímate a ser vos mismo, no tengas miedo de expresar lo que piensas, lo que sientes. No tengas miedo de hablar”.

Para Mons. Ojea, “nuestros hermanos y hermanas necesitan que nosotros podamos expresar con sinceridad nuestro pensamiento”, afirmando que “de este modo el sordomudo, incomunicado, pasa a unirse a la comunidad”. Por eso, “el hombre aislado es comunicado, puede comunicar, puede escuchar y puede transmitir”. Eso es algo que lleva al obispo a pedir al Señor que “nos enseñe cada día a escuchar bien para poder expresarnos mejor”.

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