Comentario al Evangelio del 1º Domingo de Cuaresma Mons. Ojea: “La tentación es una prueba de la propia identidad”

Mons. Oscar Ojea
Mons. Oscar Ojea

"La tentación en el fondo viene a decirnos: ¿Quién sos? ¿Dónde está tu ser más profundo? ¿Cuáles son tus opciones más importantes? ¿Cuál es tu proyecto?”

Pedir al Señor “que nos ayude a vencer las tentaciones que son pruebas de nuestra identidad, pruebas para saber en dónde estamos parados, hacia dónde dirigimos nuestra vida, cuan firme es nuestro destino, nuestro compromiso”

“Inmediatamente después del Bautismo de Jesús, Él sufre las tentaciones en el desierto. En el Bautismo se había afirmado su identidad, aparece la Trinidad y la voz del Padre que lo proclama su Hijo”, afirma Mons. Óscar Ojea comentando el Evangelio del Primer Domingo de Cuaresmo. En el fondo, afirma el presidente de la Conferencia Episcopal argentina, “la tentación es una prueba de la propia identidad, la tentación en el fondo viene a decirnos: ¿Quién sos? ¿Dónde está tu ser más profundo? ¿Cuáles son tus opciones más importantes? ¿Cuál es tu proyecto?”.

Jesús tentado

Tentación de hacer algo por él mismo

A partir de ahí, el obispo de San Isidro nos hace ver que “por eso el tentador comienza diciéndole: ‘Si eres el hijo de Dios haz que estas piedras se conviertan en pan’. Jesús nunca dialoga con el tentador simplemente expone la Palabra de Dios: ‘No solo de pan vive el hombre, escrito está, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’”. Según el prelado, “es la tentación de hacer algo solo por él mismo, es la tentación de las pasiones, del egoísmo, de la búsqueda de sí mismo”.

En ese sentido, recuerda que “Jesús va a multiplicar los panes a lo largo de su vida, pero lo va a hacer para otros, no para sí mismo. Por eso rechaza esta tentación, para afirmar su identidad, es como si le dijera al Espíritu de mal: Yo soy el Hijo de Dios y vengo a cumplir el proyecto del Padre. Esta es mi vida, esta es mi misión, esto es lo que soy”.

La tentación de la espectacularidad

“La segunda tentación es tremenda”, recuerda el presidente del episcopado argentino, “porque es la tentación de la espectacularidad: ‘Tirarte de aquí abajo porque te van a recibir los ángeles, te van a aplaudir’. Qué necesidad de aprobación tenemos en el mundo de hoy. Esto viene de un profundo deseo de ser querido, de una gran orfandad, de una necesidad de que nos quieran, de que nos apoyen, de que nos aprueben”.

Refiriéndose a realidades actuales, recuerda “cuántas veces vemos con dolor en internet chicos que sufren tanto porque no son aprobados en las cosas que dicen, piensan, en las fotos que suben y algunas veces esto ha llegado al suicidio. Que tremenda soledad y, sin embargo, el Señor responde al tentador con estas palabras: ‘Escrito está, no tentarás al Señor tu Dios’. El Señor no necesita”.

Algo que “se va a repetir a lo largo de su vida en el Evangelio de Juan, van a querer hacerlo Rey y lo amenazan con despeñarlo. En los sinópticos va a aparecer: ‘Bájate de la Cruz, si sos el hijo de Dios, bájate de la Cruz’. Qué tentación tremenda para el Señor, que prueba tremenda, y sin embargo Él defiende su identidad, viene a cumplir el proyecto del Padre, por eso entrega su vida por nosotros en la Cruz”, afirma Mons. Ojea.

La tentación del poder

Finalmente reflexiona sobre “la tentación del poder, del poder temporal, esta tentación de someter a todos bajo el poder, esta ilusión en el fondo de creer que se domina todo por la soberbia y por la vanidad”. Citando o texto que dice “Yo te voy a dar todos estos reinos si te arrodillas delante de mí”, Mons. Ojea señala que “el Señor ha venido como un humilde siervo a cumplir la voluntad del Padre, a entregar su vida por nosotros; no ha elegido el camino del sometimiento violento, no ha elegido el camino del avasallamiento de la persona humana”.

Citando a San Agustín, el obispo argentino dice: “Tomó de ti la condición humana para darte la vida, tomó de ti la tentación para que tengas el triunfo, para que te sientas seguro del triunfo”. Desde ahí invita a pedir al Señor “que nos ayude a vencer las tentaciones que son pruebas de nuestra identidad, pruebas para saber en dónde estamos parados, hacia dónde dirigimos nuestra vida, cuan firme es nuestro destino, nuestro compromiso”, y junto con ello “encontrar la fuerza en Él para vencer todas las tentaciones que nos presenta la vida, que en el fondo son pruebas de nuestra identidad”.

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