Comentario al Evangelio del 3º Domingo de Adviento Mons. Ojea: “La tristeza es una pasión que genera la desesperanza”

Mons. Oscar Ojea
Mons. Oscar Ojea

“Es imperioso que trabajemos por la justicia distributiva de las vacunas, que trabajemos por todos y para todos y no para algunos”

“La alegría se funda en la verdad, no es ficticia, no es una postura, no es una sonrisita arreglada, es verdadera, no fingida. Al mismo tiempo la alegría es contagiosa, si es verdadera se contagia”

“Pidamos al Señor el don de la alegría, el gozo profundo en la seguridad de que el Señor viene, es serenidad y paz de saber con certeza que viene”

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Tristeza, desilusión, heridas grandes, dificultades para la cercanía, angustia frente al futuro, incertidumbre, miedo” son las huellas de la pandemia en mucha gente, según Mons. Oscar Ojea. En su comentario al Evangelio de cada domingo, Mons. Oscar Ojea comienza reflexionando sobre algo que “nos ha revelado que vivimos un mundo interdependiente”.

Una prueba de ello, recuerda el presidente del episcopado argentino es que “no está vacunada la mitad de la población del mundo y entonces la enfermedad seguirá dándose de alguna manera”. Por eso, hace ver que “es imperioso que trabajemos por la justicia distributiva de las vacunas, que trabajemos por todos y para todos y no para algunos”.

Mons. Ojea destaca que “en medio de la tristeza que puede habernos dejado la pandemia, la liturgia de este domingo, llamado Domingo de la alegría por la cercanía, la inminencia de la venida de Jesús al mundo, se abre con un grito, un grito de alegría, en nombre del profeta Sofonías que convoca a la hija de Sion, a Jerusalén, a gritar de alegría”.

Los cristianos, recuerda el prelado, “vemos en esto un eco del anuncio del ángel: ‘alégrate María’”. Recodando las palabras de Chesterton, “la alegría es el secreto más grande del cristiano”, afirma que es algo que “se funda en la verdad, no es ficticia, no es una postura, no es una sonrisita arreglada, es verdadera, no fingida. Al mismo tiempo la alegría es contagiosa, si es verdadera se contagia”.

Domingo Gaudete

Frente a esto reflexiona sobre el placer, que, según él, “se apoya más en los sentidos, no en lo hondo del alma, y el placer genera muchas evasiones”. En su reflexión, Mons. Ojea afirma que “el mundo en que vivimos multiplica las ocasiones de placer, pero estas ocasiones de placer generalmente son distractivas, nos ayuda a evadirnos, a no mirar la realidad, a tomarnos un recreo entre comillas, pero no es la alegría verdadera, la alegría profunda del cristiano, que sabe que Dios es más grande que nuestro corazón, que Dios es más grande que nuestra tristeza y que Dios está viniendo”.

A partir de ahí reflexiona sobre la Navidad ya próxima, para que la que indica que le pidamos “al Señor el don de la alegría, el gozo profundo en la seguridad de que el Señor viene, es serenidad y paz de saber con certeza que viene”. En ese sentido, fundamenta su reflexión en las palabras de San Pablo, que “aún en medio de las tribulaciones, nos habla de la alegría, en medio de tribulaciones y en medio de dificultades”.

También ha citado a San Francisco de Asís, quien decía que “la tristeza era el mal babilónico porque se multiplicaba y porque tenía muchas caras”. Por eso insiste en que “la tristeza es una pasión que genera la desesperanza”. El obispo de San Isidro ha encerrado sus palabras invitando que le pidamos “al Señor ser alegres en la esperanza sabiendo que ciertamente el Señor viene y nos conserve ese gran secreto que la alegría para el cristiano”.

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