Comentario al Evangelio dominical Mons. Oscar Ojea: “Con la falta de perdón matamos al otro”

Mons. Ojea
Mons. Ojea

“Pensamos que el odio es una gran enfermedad social y por eso ponemos nuestra fuerza en la oración

"La herida de la ofensa puede ser muy profunda y hacemos como que el otro deja de existir para nosotros, lo borramos, lo descalificamos, no tiene ninguna oportunidad más, no le damos ningún crédito, lo excluimos”

“Si la música del Evangelio deja de resonar en nuestros corazones y en nuestra vida habremos perdido la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza y habremos perdido toda oportunidad de reconciliación para poder construir juntos”

En el domingo en que en Argentina se realiza en todas las iglesias del país la Colecta Más por Menos, dedicada, como todos los años, a las regiones más necesitadas del país, Mons. Oscar Ojea la define como “una colecta para la cual tenemos una particular disponibilidad en el servicio y en la caridad”.

colecta más por menos

El odio una gran enfermedad social

Un día en que los obispos argentinos han invitado “a realizarse en las casas de familia, en nuestros templos, en nuestras catedrales, oraciones por la paz y la fraternidad, convocando también a hermanos de otras confesiones religiosas”. El presidente del episcopado señala que “pensamos que el odio es una gran enfermedad social y por eso ponemos nuestra fuerza en la oración”.

El obispo de San Isidro piensa que “mucho tiene que ver el Evangelio de este domingo con este tema”, en que se narran las parábolas de la Misericordia del capítulo 15 de Lucas: la oveja perdida, la dracma perdida y el Padre misericordioso que recibe con los brazos grandes de su corazón al hijo perdido. Un texto que lleva al presidente de la Conferencia Episcopal Argentina a afirmar que “con la falta de perdón matamos al otro”.

No es fácil salir para poder caminar hacia el perdón

Para Mons. Ojea, “es verdad que la herida de la ofensa puede ser muy profunda y hacemos como que el otro deja de existir para nosotros, lo borramos, lo descalificamos, no tiene ninguna oportunidad más, no le damos ningún crédito, lo excluimos”, preguntándose “¿Cuántas veces nuestro corazón realiza este movimiento?”, a lo que responde que “no es fácil salir para poder caminar hacia el perdón”.

Fijándose en el Evangelio, señala que “tenemos que mirar y rezar al Padre misericordioso, el Padre de Jesús que nos lo presenta del modo más claro en esta parábola: ‘sean perfectos como el Padre celestial es perfecto, sean misericordiosos como el Padre del cielo es misericordioso’, imitar a este Padre”. Para ello, “es necesario que nosotros logremos abrir una ventanita y encontrar algo valioso en el hermano que nos ha perjudicado, que nos ha ofendido, que nos ha herido, que nos ha lastimado, encontrar algo valioso para poder darle una oportunidad nueva”, según el obispo de San Isidro.

Hijo Pródigo

No anteponer muros

Mons. Ojea llama a “no anteponerle los muros de nuestro silencio, de nuestra indiferencia, de nuestra total falta de posibilidad de nuevos encuentros, sino que tenemos que abrir un crédito encontrando algo común, algo común en nuestra naturaleza, que haga posible que yo pueda otorgarle a ese hermano, a esa hermana, una nueva oportunidad. No hacerlo produce un gran cansancio del corazón, un gran cansancio del alma y estamos viviendo en el mundo en que vivimos, en la Argentina que vivimos, una intolerancia tan grande que nos cierra a toda posibilidad de reconciliación”.

El presidente del episcopado argentino invita a pedir al Padre misericordioso “que nos enseñe a abrir esa ventana para encontrar algún valor, para dar una nueva oportunidad a aquel que en nuestro corazón aparentemente la ha perdido para siempre”. Para eso cita al Papa Francisco en Fratelli tutti: “si la música del Evangelio deja de resonar en nuestros corazones y en nuestra vida habremos perdido la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza y habremos perdido toda oportunidad de reconciliación para poder construir juntos”, es decir, en palabras de Mons. Ojea, “una verdadera Patria de hermanos”.

Por eso, finaliza sus palabras pidiendo “que ese Padre de misericordia mire a nuestra Argentina y con su enorme y dilatado corazón nos conceda esta gracia”.

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