Entrevista con el segundo vicepresidente del Celam Mons. Ulloa: “En América Latina la sinodalidad no es una sorpresa”

Mons. Ulloa
Mons. Ulloa

"Toda nuestra pastoral tiene que estar animada por la caridad"

"La mejor forma de responder a la realidad de pobreza, de marginalidad que vive nuestra gente, en primer lugar, es la cercanía. Que ellos puedan reconocer que nosotros los reconocemos primero en su dignidad de persona, y no sólo los reconocemos, sino que los ayudamos también a levantarse"

"Estamos en un tiempo también en que nosotros como autoridades tenemos que tener la capacidad de ser siempre aprendices, y donde aprendemos mejor a ejercer este ministerio episcopal, lo aprendemos de los laicos, de las religiosas, de tanta gente comprometida en todas nuestras instituciones"

"Sí es posible que la Iglesia la podamos sentir como un sólo cuerpo, donde cada uno somos distintos, pero no distantes. Cada uno con una misión al servicio de los demás"

Mons. José Domingo Ulloa Mendieta es arzobispo de Panamá y recientemente ha sido elegido segundo vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam). Un servicio que asume respondiendo a lo que la Iglesia necesita.

En esta entrevista va analizando la importancia de la caridad, de trabajar con los pobres, de la sinodalidad, algo muy presente en la Iglesia del continente, afirmando que “en América Latina la sinodalidad no es una sorpresa”.

Mons. José Domingo Ulloa

En la última asamblea del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), fue elegido segundo vicepresidente, siendo el único entre los elegidos que no estaba presente en la Asamblea, ¿cómo recibió ese encargo que la Iglesia del continente le hizo?

Con sorpresa, con cierto temor también por la responsabilidad, pero también con gratitud a todos los hermanos congregados en la Asamblea que me propusieron para que pudiera ser yo el segundo vicepresidente. Algo que siempre me ha movido es donde la Iglesia me necesite ahí estoy, y esa fue la respuesta cuando, yo estaba en Roma, recibí la llamada de que había sido elegido por la asamblea para que pudiera realizar esta encomienda de formar de la junta directiva del Celam.

Usted también ha participado del XX Congreso de Cáritas Latinoamérica y el Caribe, una dimensión muy presente en su vida como obispo. ¿Qué significa para usted ese trabajo de caridad, ese trabajo con los más pobres de Panamá?

Toda nuestra pastoral tiene que estar animada por la caridad. Por eso, lo que hemos estado trabajando, organizando, fortaleciendo las Cáritas nacionales, la Cáritas arquidiocesana. Cáritas tiene que ser ese eje transversal de toda la pastoral de conjunto de cada una de nuestras diócesis. El Papa nos lo decía, Cáritas, la caridad es el rostro misericordioso y cercano de Dios para todos, pero especialmente para nuestros hermanos más necesitados.

Ser caridad en un mundo cada vez más dividido y con grandes diferencias entre los más ricos y los más pobres, algo que no es nuevo, pero que ha aumentado con la pandemia del COVID-19. ¿Cómo responder como Iglesia ante esa realidad?

La mejor forma de responder a la realidad de pobreza, de marginalidad que vive nuestra gente, en primer lugar, es la cercanía. Que ellos puedan reconocer que nosotros los reconocemos primero en su dignidad de persona, y no sólo los reconocemos, sino que los ayudamos también a levantarse. Hoy día, más que trabajar por los pobres, es trabajar con los pobres. Y uno de los grandes retos que tenemos en la caridad en la Iglesia, es que los pobres tienen que ser también protagonistas de toda esta forma de llevar la caridad entre nosotros. Hay que sentarnos cada vez más, porque la tentación también la tenemos en poder elaborar programas muy hermosos, pero programas nuestros y no desde ellos.

XX Congreso Caritas

Usted habla de escucha, protagonismo, y eso nos lleva a reflexionar sobre la sinodalidad, que no es algo nuevo, pero es algo que el Papa Francisco ha impulsado mucho en nuestra Iglesia. ¿Cómo aplicar en la práctica, en este caso en su arquidiócesis de Panamá, en América Latina y el Caribe como segundo vicepresidente del Celam, ese caminar juntos, ese escuchar, ese dar protagonismo a todos?

Este es el gran reto que tenemos ahora en esta nueva reestructuración del Celam. Se ha reestructurado, pero no podemos olvidar que el espíritu de la reestructuración viene con la sinodalidad, el escuchar. Uno de los grandes retos en el Celam es que como directiva vamos a estar escuchando a los obispos, que también son los protagonistas. Pero no sólo a los obispos, el Celam tiene que dar un paso mucho más en el trabajo de los laicos. Hoy día no podemos imaginar nuestro trabajo, nuestras organizaciones sin la incorporación de nuestros laicos, y entre los laicos, el papel protagonista de la mujer.

Estamos en un tiempo también en que nosotros como autoridades tenemos que tener la capacidad de ser siempre aprendices, y donde aprendemos mejor a ejercer este ministerio episcopal, lo aprendemos de los laicos, de las religiosas, de tanta gente comprometida en todas nuestras instituciones.

Un trabajo que la Iglesia de América Latina y el Caribe puso en práctica en la Asamblea Eclesial, una idea del Papa Francisco ante el pedido de una VI Conferencia General del Episcopado, que visto desde hoy podemos decir que sería un experimento del actual Sínodo de la Sinodalidad. ¿Usted piensa que la Iglesia de América Latina y el Caribe está siendo maestra en sinodalidad para la Iglesia universal?

Tal vez tenemos que empezar nosotros los latinoamericanos reconociéndonos, todo ese caminar, y con mucha humildad tenemos que reconocer que sí, que estos nuevos tiempos han dado un viraje, y la experiencia, con el respeto a las otras iglesias, tal vez en América Latina la sinodalidad no es una sorpresa, porque ha sido el modo en que hemos estado trabajando siempre. Es un signo de los tiempos, no por casualidad el Espíritu puso al frente al Papa Francisco, con esta experiencia muy latinoamericana, y esto bueno, como tienen las otras iglesias, ahora se está difundiendo en toda la Iglesia universal, y esto también nos compromete.

Esta forma de ser Iglesia es un compromiso para la Iglesia latinoamericana. Tenemos que convertirnos como en un espejo, pero con mucha humildad, de un trabajo a veces callado, en conjunto con nuestra gente. Sí es posible que la Iglesia la podamos sentir como un sólo cuerpo, donde cada uno somos distintos, pero no distantes. Cada uno con una misión al servicio de los demás.

Mons. Ulloa

Ante estas realidades que estamos comentando, ¿cuáles son los desafíos para la Iglesia de Panamá, para las Cáritas, para la Iglesia de América Latina y el Caribe?

El gran desafío para Cáritas, para la Iglesia panameña, es que toda nuestra misión, nuestras obras, nuestros proyectos puedan salir, sabiendo que cada uno tiene un ministerio de ese irnos escuchando y de ese discernimiento de lo que el Espíritu quiere para nosotros. Y eso va a provocar en nosotros muchas crisis, porque sí tenemos que incluso replantearnos estructuras, replantearnos formas de hacer las cosas, y ahí está el reto para estos nuevos tiempos que tenemos, iluminados por lo que el Magisterio latinoamericano, pero especialmente el Magisterio de los Papas, desde Juan Pablo II, Benedicto XVI, ahora el Magisterio del Papa Francisco, nos ofrece en ese deseo de renovar realmente la Iglesia y ser en medio de nuestro mundo, esa pequeña luz, ese fermento que pueda ir impregnando la masa de lo que somos como cristianos.

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