En el camino hacia el Sínodo para la Amazonía, el Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM, quiere hacer, como organismo que congrega al episcopado del continente, sus aportaciones, teniendo en cuenta el pedido del Papa Francisco de promover la participación en el proceso sinodal. No podemos olvidar que la Red Eclesial Pan-Amazónica – REPAM, que ha tenido un papel destacado en todo el proceso sinodal hasta ahora, forma parte del CELAM, que quiere que las decisiones del Sínodo puedan ser implementadas, especialmente en la región amazónica.

Con ese motivo, el CELAM ha organizado un encuentro de estudio, que durante dos días, 6 y 7 de septiembre, reúne en Bogotá a unos 50 participantes, entre los que se encuentran buena parte de los miembros del consejo presinodal y los presidentes o representantes de la mayoría de las conferencias episcopales que forman parte del CELAM. La propuesta es buscar, a través del estudio del Instrumentum Laboris y de las aportaciones de las diferentes conferencias episcopales, prepararse para la asamblea sinodal, para la que sólo falta un mes, siempre desde la perspectiva de que la Amazonía, junto con sus pueblos, es el sujeto de los nuevos caminos. 

La reunión comenzaba con la acogida del Padre Michael Czerny, recientemente nombrado cardenal por el Papa Francisco, por parte del Monseñor Miguel Cabrejos, presidente del CELAM, que hacía lectura de una carta enviada por el Cardenal Baldisseri, en la que destacaba los aportes complementarios que esta reunión puede hacer a la asamblea sinodal. Monseñor Cabrejos, tras destacar la importancia de esta reunión para el CELAM, se refería a los incendios en la Amazonía, “que claman al cielo”, y que ponen de manifiesto que “la Amazonía está sufriendo y es necesario responder con prontitud”. El arzobispo de Trujillo, Perú, destacaba el rico camino hacia el Sínodo “con sugerentes esbozos de nuevos caminos”, así como la cantidad y calidad de reuniones que se están llevando a cabo.

El Sínodo para la Amazonía debe ser visto desde la perspectiva de la encarnación y misterio pascual, resaltaba el Cardenal Pedro Barreto, que insistía en que vivimos un kairós, un tiempo de gracia, algo muy presente en los últimos meses, que supone un gran desafío de cara al Sínodo, que es el de celebrar, “pues no estamos yendo a un parlamento que decide y sí que ofrece una reflexión al Santo Padre”. Junto con eso, el vicepresidente de la REPAM, insiste en la “necesidad de dar testimonio de unidad en la diversidad”, en “actuar juntos”, afirmando que la REPAM ha supuesto una renovación espiritual.

El cardenal Barreto se servía de la imagen del Río Amazonas, con sus mil cien afluentes principales, que van abonando ese gran cauce, mostrando la confluencia desde una gran diversidad de procedencias. También se refería a la importancia de la Conferencia de Aparecida en este proceso de Iglesia amazónica, destacando las palabras del Papa Benedicto XVI, que definía que “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica”. Del documento de Aparecida destaca la importancia del número 475, que llama a crear conciencia de la importancia de la Amazonía para toda la humanidad , y junto con eso, establecer una pastoral de conjunto en la Amazonía para un trabajo más integrado, algo recogido de algún modo en Laudato si 38, y que se puede considerar una semilla de este Sínodo.

Como vicepresidente de esta red, después de una lectura histórica, destacaba que el verdadero fundador de la REPAM es el Papa Francisco. Él llamaba a los presentes a “dejarnos llevar por el Espíritu, por la fuerza incontenible del agua que discurre por la Amazonía”, insistiendo en que no podemos ponernos nerviosos.

En el Sínodo para la Amazonía se destaca la necesidad de escuchar y ver, según el neo cardenal Michael Czerny, pero la verdadera escucha se tiene que dar en Roma, en la asamblea sinodal, una escucha al otro, a sí mismo y al Espíritu. El jesuita ve la escucha como esencial para caminar como Sínodo, pues lo que el mundo quiere es que se camine como parlamento, como conferencia, y no como Sínodo. Él reconoce que “las palabras salen fácilmente, escuchar nos cuesta un poco más”. Por eso, contaba su experiencia después de participar del Sínodo de 2018, reconociendo que al final votó a favor de propuestas con las que no estaba de acuerdo al iniciar la asamblea, fruto de un ejercicio espiritual. Después de participar de encuentros de preparación en cuatro países, destacaba la unidad en la diversidad y la participación de los pueblos originarios, a quienes los obispos han escuchado de boca cerrada, una actitud que Michael Czerny considera ejemplar y poco común en otras latitudes.

Honrar a los antepasados es algo fundamental, “algo que mi abuelita nos enseñó”, decía Mauricio López, Secretario Ejecutivo de la REPAM, insistiendo en que “el Sínodo es un flujo de vida que se conecta con el Vaticano II”, por lo que es necesario “reconocer de dónde venimos”. Mauricio ve este encuentro como algo que va más allá del Sínodo para la Amazonía, que está al servicio de la Iglesia, pues éste es “un encuentro que arropa y abraza lo que se ha venido tejiendo y escuchando”. El Secretario Ejecutivo de la REPAM destaca que este Sínodo tiene varios rasgos de inédito, lo que tiene sus ventajas y peligros, por lo que es necesario un discernimiento que genere más vida, plenitud y sentido. Reconocía la existencia de voces contrarias, no muy numerosas, que nos ayudan a purificar la intención. Por eso, no podemos olvidar que es Sínodo es sólo un medio y lo importante vendrá después.

En torno al Sínodo para la Amazonía surgen tensiones creativas que deben llevar a reflexionar sobre el foco prioritario de este proceso. En la reflexión sobre estos elementos, el Padre Czerny reafirmaba una vez más la necesidad de abrirse al Espíritu, “que nos va a llevar a donde nosotros no podemos ver”, de escuchar y superar los obstáculos que impiden escuchar, para posteriormente discernir lo que es del Espíritu, pues no podemos olvidar que “estamos en las manos de Dios”.

En esa dinámica no podemos dejar de lado aquello que el Papa Francisco coloca en la Episcopalis Conmmunio, que actualmente marca cómo deben ser llevados a cabo los sínodos, donde dice que “el Sínodo de los Obispos debe convertirse cada vez más en un instrumento privilegiado para escuchar al Pueblo de Dios: «Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama»”.

Desde esa perspectiva Mauricio López recordaba a los presentes algunas palabras que ha escuchado al Papa Francisco, en diferentes encuentros y conversaciones, y que, en su opinión, son determinantes a la hora de entender todo el proceso sinodal. La primera es “pongan la atención en los más importante, la periferia es el centro”, escuchada en la primera reunión del consejo presinodal, de quien el propio Francisco dijo “nunca experimenté un consejo presinodal tan lleno de alegría y libertad”. Junto con eso, el Papa Francisco ha insistido en otros momentos en que “no pierdan el foco del Sínodo, la Amazonía como sujeto, los pueblos de la Amazonía y la misión de la Iglesia en la Amazonía, con atención especial a los pueblos originarios”, recordando que “no dejen que se diluya el Sínodo”.

Al hablar de las tensiones, el Secretario Ejecutivo de la REPAM afirma varios elementos. En primer lugar la bipolaridad entre la universalidad y la territorialidad, como segundo punto la temporalidad, que manifiesta tensión entre el kairós, que nos habla de proceso y de que los nuevos caminos para la Iglesia necesitan tiempo, y el cronos, que nos apela ante el hecho de que la casa común se nos está quemando. Por último, una tercera tensión, que nos remite al proceso de reforma de la Iglesia, que nos habla de centralidad y sinodalidad. No podemos olvidar que el Sínodo para la Amazonía, según Mauricio López, se puede comprender desde tres formas distintas, como proceso, donde lo más importante es el postsínodo, como estructura, que es la que es y así hay que entenderla, y como medio, pues el Sínodo no es un fin en sí mismo.