El Presidente de la CNBB rechaza las decisiones de Bolsonaro y pide que los brasileños se queden en casa Monseñor Walmor Azevedo de Oliveira: “El COVID-19 no se puede agravar cada vez más con pandemias de irresponsabilidad”

Monseñor Walmor Oliveira de Azevedo
Monseñor Walmor Oliveira de Azevedo

“Rechazamos, criticamos enérgicamente, a las autoridades del ejecutivo nacional cuando minimizan lo que se debe hacer de manera responsable por todos nosotros"

La crisis será superada “construyendo una sociedad más justa y fraterna, sin delitos ambientales, sin la codicia del poder, sin el apego al dinero”

“Trabajemos todo lo que podamos para ayudar a construir una sociedad justa y fraterna, los trabajos deben mantenerse con las condiciones necesarias, salvaguardando y cuidando la vida de cada uno de nosotros”

El arzobispo hace una llamada a todos los segmentos de la sociedad, de quienes espera “una competencia y colaboración humanista y solidaria, renunciando a muchas cosas, salarios, beneficios, en un momento en que el mundo necesita cambiar, y solo cambiará con la fuerza de la solidaridad”

Monseñor Walmor Azevedo de Oliveira, Presidente de la CNBB
Los desmanes de Bolsonaro se repiten todos los días, con decisiones que el Presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB, no ha dudado en calificar como “pandemías de irresponsabilidad”. Monseñor Walmor Azevedo de Oliveira lo hacía en su homilía de la fiesta de la Anunciación del Señor, este 25 de marzo, horas después de que el Presidente de la República dijese que, por el bien de la economía, era necesario volver al trabajo y a las aulas, calificando el coronavirus como gripecita y resfriadito.

Nadie sabe a donde puede llegar el país, pero cada vez está más claro que el caos se ha instalado en el gigante sudamericano, a pesar del esfuerzo que la gran mayoría de los 27 estados que componen el país están haciendo, una postura seguida por muchos alcaldes, que han cerrado a cal y canto las ciudades. Sin embargo, Brasil se ha levantado con una nueva sorpresa, pues Bolsonaro ha emitido un decreto en el que ordena abrir las iglesias, que él considera como “actividad esencial”, según muchas voces presionado por los líderes de las dos grandes iglesias pentecostales, Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, y Silas Malafaia, de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, a la que pertenece la actual mujer del presidente y que fue quien les casó.

Se trata de iglesias que concentran un gran número de fieles, que en la mayoría de los casos no dudarán en seguir las consignas de sus líderes, lo que pueden provocar una verdadera catástrofe en todo el país. La medida de Bolsonaro, contradice los decretos de muchos gobernadores y alcaldes que habían determinado cerrar todas las iglesias, algo que ha sido cumplido en la práctica totalidad de las parroquias y comunidades católicas.

Silas Malafaia

El arzobispo de Belo Horizonte ha sido firme en sus palabras, diciendo abiertamente que “rechazamos, criticamos enérgicamente, a las autoridades del ejecutivo nacional cuando minimizan lo que se debe hacer de manera responsable por todos nosotros. La pandemia COVID-19, y muchas otras pandemias, ahora no se pueden agravar cada vez más con pandemias de irresponsabilidad, inconsecuencias y falta de sentido humanista y respetuoso hacia la dignidad de la persona humana”.

Partiendo de que “es Dios quien nos guía, en Él encontraremos el camino para superar tantas crisis y pandemias”, el presidente del episcopado brasileño deja claro que eso solo será posible “construyendo una sociedad más justa y fraterna, sin delitos ambientales, sin la codicia del poder, sin el apego al dinero”, algo que contrasta con el posicionamiento de algunos grandes empresarios brasileños, que en los últimos días han tenido la desfachatez de decir que la economía es más importante que la muerte de cinco o siete mil personas.

Son ellos y los inversores bursátiles los que más han presionado a Bolsonaro para exigir la vuelta de las actividades, como ha dado a entender en sus recientes declaraciones el Presidente del Congreso, Rodrigo Maia, quien aparentemente, así como el Presidente del Senado, Davi Alcolumbre, se han posicionado contrarios a las decisiones del presidente de país. Por eso, Monseñor Walmor Azevedo de Oliveira, no ha dudado en enfatizar que lo “primero, en este momento, quédese en casa, esta es la indicación de las autoridades sanitarias competentes y sensibles, quédese en casa”.

Desde nuestros hogares, el desafío que debe ser enfrentado por la sociedad brasileña y mundial, según el arzobispo es que “trabajemos todo lo que podamos para ayudar a construir una sociedad justa y fraterna, los trabajos deben mantenerse con las condiciones necesarias, salvaguardando y cuidando la vida de cada uno de nosotros”. Por eso, él espera “que los poderes fácticos tengan un orden social y político adecuado, eliminando lo que de hecho está en la contramano y reemplazándolo por nuevos caminos que debemos tomar”, algo que en este momento, con el actual presidente en el poder parece una utopía cada vez más lejana.

Iglesias vacias

Ante la situación que la sociedad brasileña está viviendo, el presidente del episcopado ha sido claro en aquello que espera de los diferentes poderes. En primer lugar del poder ejecutivo, espera “la presentación de un importante proyecto de contingencia para la protección de los más pobres en este momento de crisis, un proyecto inteligente que demostrará que la sociedad brasileña realmente se preocupa por los ciudadanos, especialmente aquellos que más lo necesitan, los más vulnerables, los más pobres, garantizando trabajo y sustento para todos”, algo que es posible, pero que no está en la mira de un gobierno que desde el principio de su gestión solo se ha preocupado en satisfacer las demandas de los más ricos.

Del legislativo, en todas sus esferas, el arzobispo de Belo Horizonte espera “la valiente postura de mostrar, con ejemplos y con intuiciones, que pueden cambiar el camino del mundo y de la sociedad brasileña, propuestas concretas de cambios, especialmente en el hermoso testimonio de todos los que piden solidaridad”. Solo con la solidaridad común, que nos lleve a pensar en las necesidades del otro, especialmente de quien más está sufriendo, se podrá hacer frente a la actual situación de caos.

Por último, Monseñor Azevedo de Oliveira, refiriendose al poder legislativo, que identifica con la Corte Suprema, les pide “la fuerza para garantizar la justicia y la defensa del orden constitucional”, un temor cada vez mayor en un país donde la amenaza de un golpe de estado se deja entrever en las decisiones y actitudes de algunas instituciones. Finalmente, hace una llamada a todos los segmentos de la sociedad, de quienes espera “una competencia y colaboración humanista y solidaria, renunciando a muchas cosas, salarios, beneficios, en un momento en que el mundo necesita cambiar, y solo cambiará con la fuerza de la solidaridad”.

Bolsonaro

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