Comentario al Evangelio del 5º Domingo del Tiempo Ordinario Ojea: “Poder tender la mano, como la suegra de Pedro, del mismo modo que el Señor nos ha tendido la mano a nosotros”

Óscar Ojea
Óscar Ojea

“Están sus apóstoles al lado de él. Él no quiere que sean solo espectadores de lo que hace, sino que los quiere integrar y movilizar para que ellos también puedan hacer lo mismo”

“Llevarle al Señor todo lo que hemos hecho; con sus imperfecciones, con su incompletitud, con sus limitaciones, pero aquello que hemos hecho de corazón para poder para poder tender la mano”

Comentando el Evangelio del quinto domingo, Mons. Óscar Ojea recordó que “nos presenta un día de la vida de Jesús, compilado por el evangelista San Marcos”. Relatando el texto dijo que “Jesús va a la Sinagoga, expulsa un demonio, va a la casa de Pedro, cura a la suegra. Se agolpa una gran multitud sobre la puerta, una multitud de enfermos, de necesitados y luego se retira a la oración al atardecer”.

Curación de la Suegra de Pedro

Que los discípulos hagan lo mismo 

Según Ojea, “están sus apóstoles al lado de él. Él no quiere que sean solo espectadores de lo que hace, sino que los quiere integrar y movilizar para que ellos también puedan hacer lo mismo”. Del pasaje del Evangelio destacó “la curación de la suegra de Pedro, que estaba en cama con fiebre”. En la actitud de Jesús, el obispo de San Isidro destaca que “se inclina y le extiende la mano para levantarla; no la mira desde arriba, se pone a su nivel y la levanta y ella como respuesta se pone a servirlos, es decir, ella sigue la misma corriente de aquel que le había tendido la mano, como si dijera: ‘Jesús me tendiste la mano para que yo se la pueda tender a otro”, definiendo como maravilloso “este ejemplo de caridad y de servicio”.

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina ha recordado que “este domingo celebramos por primera vez la Memoria Litúrgica del Cardenal Eduardo Pironio; 4 de febrero, podemos celebrar su misa, con los textos propios”. Sobre Pironio ha recordado una anécdota de su tiempo del Seminario, “una predicación sobre este mismo Evangelio en la cual Pironio se detenía en el hecho de que al final de ese día trajinado por haber estado en medio de su pueblo, inmerso en aquellas personas que le exponían su enfermedad, su necesidad, que querían que los tocará, que lo sanará, Jesús se retira finalmente a la oración para con el Padre y llevarle todo aquello que había hecho durante el día”.

Finalmente ha destacado como bueno que “en este año de la oración, al que el Papa nos ha convocado, poder hacer como Jesús al final del día: Llevarle al Señor todo lo que hemos hecho; con sus imperfecciones, con su incompletitud, con sus limitaciones, pero aquello que hemos hecho de corazón para poder para poder tender la mano, como la suegra de Pedro, del mismo modo que el Señor nos ha tendido la mano a nosotros, recordando de este Evangelio ese gesto de dulzura, ese gesto de amor, de cariño, de poder levantar al que está postrado”.

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