Apertura de la 123ª Asamblea de la Conferencia Episcopal Argentina Ojea: “Toda víctima de un rechazo, de un abandono o un abuso nos incomoda y nos desinstala”

Asamblea de la Conferencia Episcopal Argentina
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“Abrir el corazón como quien recibe en casa a un enemigo con quien es necesario reconciliarse y curar las humillaciones recibidas”

“Recuperar a los descartados y dedica un amplio espacio a los pobres que piden a la Iglesia amor, entendido este como respeto, acogida y reconocimiento”

“Como a Jesús, nos importan las personas. Lo que cada una vive y sufre. Pero también lo que anhela y sueña”

“El profundo deseo que tenemos de que el Papa Francisco visite nuestro país, se traducirá sin duda en un encuentro muy esperado entre el pastor y su pueblo, nos ayudará a sanar heridas, a crecer en el aprendizaje del diálogo y a renovarnos en el espíritu misionero”

Los obispos argentinos están reunidos de 6 a 10 de noviembre en la Casa de Retiros “El Cenáculo” para realizar su 123ª Asamblea Plenaria. En la misa de apertura, Mons. Óscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina ha comenzado destacando la invitación de Jesús en cada Eucaristía a compartir su mesa, afirmando que “somos nosotros los invitados a un banquete de amor frente al cual no tenemos realmente como retribuirle ya que es Él mismo donándose por nosotros”.

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Invitar a quien no puede retribuirnos

Recordando a San Agustín, el presidente del episcopado planteó que “comulgando de él estamos invitados a prolongar en nuestra vida esta entrega”, recordando las palabras del rito de ordenación presbiteral: “Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”. Analizando el pasaje del Evangelio del día Ojea reflexionó sobre el hecho de invitar a comer a quien no puede retribuirnos.

Desde ahí compartió tres ideas presentes en el texto, partiendo de que “el tema central del texto es la gratuidad. Se trata de ser generosos como lo es el mismo Dios”. Se trata “de dar sin esperar nada porque el mismo dar ya es importante”, insistiendo en que “damos por amor y el que da desde el amor no espera recibir. Damos por el bien del otro, como dan los padres a los hijos solo por el gusto de que ellos estén mejor, de verlos felices”.

122ª Asamblea Conferencia Episcopal Argentina

Ser desinteresados

Según el obispo de San Isidro, “es la enseñanza central en la que Jesús quiere exhortar a sus discípulos a ser desinteresados de modo de poder hacer el bien sin poner la mirada en la retribución que especula qué podrá recibir”. De ahí que “el que comparte lo suyo sin buscar recompensa en este mundo la recibirá de manos de Dios que es generoso en grado infinito”.

“Jesús plantea la inmensa libertad que supone el hecho de dar”, resaltó. Eso “porque dar es un privilegio que conlleva la inmensa satisfacción que sentimos cuando damos libremente con generosidad. Lejos de quitarnos algo, el dar multiplica la libertad y la posibilidad de abrir nuestro horizonte. No en vano esta forma gratuita de dar es una virtud, se la llama liberalidad, porque concede libertad a las personas que así se conducen”.

Una Iglesia que escucha y acompaña

En segundo lugar, destacó un elemento presente en el Informe de Síntesis de la Asamblea Sinodal, de la que es uno de sus miembros, donde habla de una Iglesia que escucha y acompaña. Desde ahí abordó la cuestión de la credibilidad de la Iglesia, afirmando que “muchos, siguiendo en la atmósfera del banquete, podrán decirnos mientras compartimos la mesa cosas muy difíciles de escuchar porque se han sentido heridos y rechazados por la Iglesia en distintas circunstancias”. Viendo estas situaciones como realidades no agradables, destacó entre ellas el clericalismo.

Ante ello llamó a ir más allá de escuchar y dar cauce a procesos de justicia, lo que ve como muy bueno y necesario, llamando a “abrir el corazón como quien recibe en casa a un enemigo con quien es necesario reconciliarse y curar las humillaciones recibidas”. Según Ojea, “toda víctima de un rechazo, de un abandono o un abuso nos incomoda y nos desinstala”, afirmando que “en este caso, al tender la mesa recibimos nosotros una verdadera bendición”.

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Recuperar a los descartados

En tercer lugar, quiso aplicar este mensaje a la realidad del país, lo que “implica un enfoque en la justicia, en la inclusión y la solidaridad”. Volviendo a la síntesis de la Asamblea Sinodal, recordó que “nos habla de recuperar a los descartados y dedica un amplio espacio a los pobres que piden a la Iglesia amor, entendido este como respeto, acogida y reconocimiento”. El miembro de la Asamblea Sinodal recordó que “piden de la iglesia una aceptación incondicional y gratuita de sus personas y el texto nos recuerda que para la Iglesia la opción por los pobres y descartados es una categoría teológica, antes que cultural, sociológica, política o filosófica”.

Desde ahí insistió en que “invitar a la mesa a aquellos que no nos pueden retribuir, afirma la importancia central que Jesús en el Evangelio da a la dignidad de las personas sin hacer cálculos en favor de aquellos que nos pueden ayudar o cuya palabra nos conviene o fijándonos en los cargos que ocupan”. Ello porque “simplemente, como a Jesús, nos importan las personas. Lo que cada una vive y sufre. Pero también lo que anhela y sueña. Nos importa promover al ser humano por su misma dignidad de hijo de Dios y hermano o hermana en Cristo”.

Finalmente, dijo que “el profundo deseo que tenemos de que el Papa Francisco visite nuestro país, se traducirá sin duda en un encuentro muy esperado entre el pastor y su pueblo, nos ayudará a sanar heridas, a crecer en el aprendizaje del diálogo y a renovarnos en el espíritu misionero así podremos tender una mesa generosa en la que haya lugar para todos como insistió tanto en las jornadas de Lisboa”.

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