Los dolores de los pueblos están presentes en el corazón del Papa Francisco, siempre atento al sufrimiento de la humanidad, especialmente de los más pobres. Entre las tragedias de los últimos días, recordadas por el Santo Padre en la tradicional catequesis de los miércoles, están los incendios en Chile, los más graves en la última década.

Incendios con consecuencias catastróficas

Como informa Vatican News, el Papa Francisco ha saludado cordialmente “a los peregrinos de lengua española, en particular a los que han venido de Chile. Encomendemos a las víctimas y a los afectados por los incendios en esta querida nación”.

Una ola de incendios que ya se ha cobrado al menos 26 muertes, con más de mil heridos. Según las últimas informaciones el número de focos activos es de 260 y ya se han calcinado más de 274.000 hectáreas en el país austral, sobre todo en el Sur del país.

Amplia ola de solidaridad

Una situación que ha provocado una amplia ola de solidaridad por parte de los chilenos y también de la Iglesia católica en el país, organizando a través de Caritas y de diversas instituciones eclesiales campañas de ayuda para con los afectados, de personas que han visto “el trabajo de toda una vida convertido en cenizas, muchos sueños truncados y cientos de miles de puestos de trabajo menos”, como señalaba en estos días Mons. Fernando Chomali, arzobispo de Concepción, una de las regiones afectadas, y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile.

Son muchas las parroquias y comunidades de diversas diócesis que han organizado campañas de recogida de ayuda, alimentos, agua, enseres, útiles de aseo, medicamentos, gotitas para los ojos, herramientas, materiales de construcción. Estas son algunas de las cosas que están llegando a los afectados a través de la solidaridad de los católicos chilenos y de la colaboración de voluntarios se ha multiplicado en los últimos días.

Conciencia sobre el cuidado de la casa común

Un espíritu de fraternidad cristiana al que se anima por parte de la Iglesia, recordando la necesidad de continuar con esa tarea en estos tiempos de especial sufrimiento para el pueblo chileno.

También una oportunidad para como sociedad y como Iglesia reflexionar sobre la necesidad del cuidado de la casa común, buscando asumir actitudes que lleven a evitar este tipo de catástrofes que perjudica gravemente al Planeta, pero sobre todo a las personas, especialmente a los más vulnerables.