Rezar con los desafíos de la Asamblea Eclesial a la luz de Aparecida Presbíteros de ALyC: “Un corazón como el de María, capaz de silencio, escucha y desborde”

Presbíteros en el retiro virtual del Celam
Presbíteros en el retiro virtual del Celam

Este retiro es una oportunidad para experimentar el Amor de Dios y profundizar nuestro ministerio sacerdotal en vista de ir asumiendo los desafíos de la Asamblea Eclesial, a la luz del Documento de Aparecida

“Ser testigos de Jesús Resucitado en nuestras calles y plazas

Aparecida consiguió “poner en acción la eclesiología conciliar del Pueblo de Dios en misión, presentando a la Iglesia como comunión discipular y misionera, comprendiendo la misión evangelizadora como la comunicación de la Vida plena en Cristo”

Vivir un desborde del Espíritu, un desafío en el actual contexto de polarizaciones fuera y dentro de la Iglesia

Asamblea Eclesia

Después de dos días de retiro para obispos, los presbíteros de América Latina y el Caribe han sido invitados por el Consejo Episcopal de América Latina y el Caribe (Celam), a participar de la misma experiencia, también durante dos días, 2 y 3 de junio. Se busca con ello impulsar una espiritualidad que ayude a dar seguimiento a la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe.

Como recordó el también presbítero David Jasso, este retiro es una oportunidad para experimentar el Amor de Dios y profundizar nuestro ministerio sacerdotal en vista de ir asumiendo los desafíos de la Asamblea Eclesial, a la luz del Documento de Aparecida, que en este 2022 cumple 15 años de su realización. El secretario general adjunto del Celam, hizo ver a sus colegas que seguimos caminando juntos mientras vivimos la etapa diocesana del Sínodo de la Sinodalidad.

A los participantes del retiro se ha dirigido también el presidente del Celam a través de un mensaje, leído por el padre Jasso. Mons. Miguel Cabrejos ha recordado el proceso de renovación y reestructuración del Celam, reflexionando sobre el tema de la sinodalidad, que “no es un término que esté de moda en la Iglesia, sino una necesidad de caminar juntos como Pueblos de Dios”, desde la corresponsabilidad en la evangelización.

David Jasso

El presidente del Celam llamó a los sacerdotes a “ser testigos de Jesús Resucitado en nuestras calles y plazas”, algo a lo que invita el Papa Francisco. En esa tesitura, el retiro debería ser una oportunidad “para confrontarnos con Jesús y ver si estamos realmente haciendo lo que Dios quiere”, buscando que la Iglesia, guiada por sus sacerdotes, sea casa y escuela de la comunión, pasar del amor a sí mismo al amor a la Trinidad.

Un momento de lectio divina, dirigido por Gisella Intriago y el Hno. Jesús García, e inspirada en Aparecida y en los cambios que se viven en la sociedad actual, especialmente en América Latina y el Caribe, que provocan dolor, pero también generan esperanza, ha ayudado a los presbíteros a entrar en clima de retiro, queriendo que los signos de los tiempos sean iluminados por la Palabra de Dios.

El retiro ha sido conducido por el jesuita brasileño Geraldo De Mori, quien invitó a los participantes a ponerse en la presencia del Espíritu Santo, para después, siguiendo el método ignaciano, llamar a descubrir en Aparecida y Guadalupe “dos figuras o íconos de la inculturación de la fe cristiana en el continente latinoamericano y caribeño entre los más pobres”. El padre De Mori las definió como “mujeres y madres, Aparecida, mujer y madre negra, Guadalupe, mujer y madre india”.

Aparecida

Desde ahí ha hecho el pedido de la gracia: “tener un corazón como el de María, capaz de silencio, escucha y ‘desborde’, que lo haga disponible a decir sí a Dios, engendrando y dando la luz a su hijo Jesús hoy”. Un llamado a asumir una Iglesia discípula misionera (Aparecida), en salida (Asamblea Eclesial de Guadalupe).

Precisamente Aparecida ha sido el punto de partida de su reflexión, un momento sobre lo que mucho se escribió y reflexionó en esos 15 años, y que ha tenido continuidad en el Sínodo para la Amazonía y la Asamblea Eclesial, momentos muy ricos para la Iglesia de América Latina y el Caribe. Desde ahí proponía una mirada contemplativa, una memoria agradecida, y junto con ello un cuestionamiento y reflexión sobre como cada uno se sitúa en el actual momento eclesial.

El tema central de su reflexión ha sido: “De Aparecida a Guadalupe: punto de llegada y punto de partida de une Iglesia discípula misionera en salida”. Ha partido del relato de la Creación en el libro del Génesis, donde Dios crea y ve que todo es bueno-bello, invitando a una mirada de aprecio y acción de gracias por lo vivido en los últimos 15 años, a reconocer el paso de Dios en los signos de los tiempos, no siendo lo que Juan XXIII llamó los “profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente”.

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El jesuita ha hecho una lectura desde la primera Conferencia General del Celam, en 1955 en Rio de Janeiro, destacando los elementos fundamentales de cada una de las conferencias. Desde ahí ve Aparecida como punto de llegada, como madurez de un camino comenzado más de 50 años atrás, haciendo una síntesis del camino recorrido hasta entonces, teniendo como base los discípulos misioneros, logrando una síntesis entre el camino recorrido y las nuevas cuestiones levantadas por la realidad, en un mundo que desde los años 80 había cambiado mucho, una sociedad pluralizada y fragmentada, “marcada por un pluralismo gnoseológico, cultural y religioso cada vez más acentuado”.

Aparecida consiguió “poner en acción la eclesiología conciliar del Pueblo de Dios en misión, presentando a la Iglesia como comunión discipular y misionera, comprendiendo la misión evangelizadora como la comunicación de la Vida plena en Cristo”, según el profesor de la Facultad Jesuita de Belo Horizonte. En Aparecida, una experiencia de comunión, se insiste en la dinámica del discipulado, que implica encuentro personal con Jesús, y de la actitud misionera, trasmisión de fe y los valores cristianos.

En ese punto, destacaba el papel del cardenal Bergoglio en Aparecida, que después como Papa Francisco ha llevado a la Iglesia universal lo vivido en la V Conferencia General del Celam. Siguiendo Aparecida, el Papa Francisco inicia una nueva etapa de recepción del mismo Concilio. Lo hace desde una dinámica de salida misionera, “la Iglesia está al servicio de la misión, por lo que todo el Pueblo de Dios es el sujeto comunitario del anuncio del Evangelio”, ha insistido el jesuita brasileño. “Todo Bautizado es convocado a ser protagonista de la misión”, afirma De Mori, recordando que el Papa distingue entre el aspecto paradigmático y el aspecto programático de la misión.

Este proceso reformador ha ido dando pasos, por ejemplo, con la reciente Constitución Praedicate Evangelium sobre la Curia romana, “que rescata la dinámica misionera como constitutiva de la Iglesia más que la doctrinal”, según el teólogo brasileño. Esto implica cambios de vida, algunos de ellos relatados en Aparecida, algo asumido en el Sínodo para la Amazonía, sobre todo en el proceso de escucha, en la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), en la Asamblea Eclesial, “una experiencia sinodal única, original, jamás acontecido en la historia de la Iglesia católica”.

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En sus palabras, el jesuita presentó algunos elementos de la Asamblea Eclesial, refiriéndose al Documento para el Discernimiento Comunitario, en el que destaca: el horizonte y propósito de la Asamblea; los elementos que no pueden ser olvidados de Aparecida (discipulado misionero, conversión pastoral, eclesiología del pueblo de Dios); los signos de los tiempos que interpelan (pandemia, cuidado de la casa común, la creciente violencia en América Latina y el Caribe, el fortalecimiento de la democracia y la promoción de los derechos humanos, el compromiso con la educación integral y libertadora); los signos eclesiales que interpelan (la sinodalidad, el anuncio del evangelio a las familias hoy, jóvenes como protagonistas en la sociedad y en la Iglesia, de la pastoral en la ciudad a la pastoral urbana, un nuevo lugar para la mujer en la Iglesia y en la sociedad, el clericalismo como obstáculo a una iglesia sinodal, los casos de abusos en la Iglesia, el movimiento evangélico pentecostal).

Finalmente, el padre Geraldo de Mori ha llamado a vivir un desborde del Espíritu, un desafío en el actual contexto de polarizaciones fuera y dentro de la Iglesia. En ese contexto somos llamados a crear puentes y no levantar muros, como nos invita el Papa Francisco, a dejar de lado la auto referencialidad que dificulta el vivir la catolicidad, a estar dispuesto a escuchar, insistiendo en que para ello es necesario saber silenciar, para no reaccionar por impulso.

También ha invitado a vivir el sacerdocio como quien ayuda a la gente a descubrir la riqueza del diferente, pues solo dialogaremos si somos capaces de escuchar. Recordaba la imagen del poliedro, presente en la reflexión del Papa Francisco, de dejarse enriquecer por los diferentes ángulos de la realidad. Junto con ello, la importancia decisiva de discernir, de entender los signos de los tiempos, qué es lo que Dios quiere de nosotros, y para ello escuchar la Palabra de Dios y vivir la Sinodalidad, que lleve a los presbíteros a tener en cuenta a todo el Pueblo Santo de Dios.

Los presbíteros participantes han tenido la oportunidad de compartir sus inquietudes y sus preocupaciones en relación con la Iglesia y la vida de los presbíteros en América Latina y el Caribe, profundizando en algunas de las reflexiones del padre De Mori. Los presbíteros han reflexionado sobre el clericalismo, el resurgir del conservadurismo, la necesidad de evangelizar sin miedo, la fraternidad sacerdotal, el encuentro con el Jesús Vivo, con la Palabra, el sacramentalismo olvidando el servicio, las dificultades para vivir las dinámicas de Nueva Evangelización, la formación de los seminaristas, madurez afectiva de los sacerdotes, los nuevos caminos tras la pandemia...

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