María do Socorro dos Santos Silva trabaja en un hospital público con enfermos de COVID-19 Religiosa y enfermera en Manaos: "Encuentro fortaleza en saber que Dios está conmigo y confía en mi misión”

Maria do Socorro dos Santos Silva en su jornada de trabajo
Maria do Socorro dos Santos Silva en su jornada de trabajo

"Como religiosa, también como alguien que trabaja en la sanidad, lloro con tristeza por la pérdida de pacientes, a los que tratamos de ayudar tanto como podemos, pero no podemos dar lo que necesitan para sobrevivir"

"Encuentro a Dios cuando me doy cuenta de que se apoyan en nosotros, cuando comenzamos a decir, ten fe en Dios, que esto pasará, Dios está contigo, y luego, dicen, creo"

"Pasaremos todo esto y saldremos mejores personas, más agradecidos, más solidarios, más hermanos, con más esperanza, con más presencia de Dios en nuestra vida, sintiendo a Dios en la vida del otro, siendo ese instrumento de Dios en la vida del otro”

"La enfermería es un arte de cuidar, de cuidar incondicionalmente, de cuidar a alguien que nunca has visto. Pero se cuida de la misma manera que si estuviera cuidando a alguien que ya conoces, que ya es parte de tu familia"

"Para mí, mi profesión, está vinculada a mi vocación, mi vida consagrada, de alguien que consagró su vida al servicio de las personas y del Reino, mi misión de cuidar esa vida como profesional de la sanidad"

Manaos entierra a sus muertos por COVID-19
Manaos se ha convertido en uno de los principales focos del coronavirus en Brasil, siendo noticia en todo el mundo. Esta realidad se ha visto agravada por la situación crítica que están experimentando los hospitales, que no pueden atender la demanda, lo que hace que mucha gente muera en sus casas, en muchos casos sin atención médica. El número oficial de casos confirmados en Manaos, hasta el 13 de mayo, es de 8.630, con 757 fallecidos, aunque el número de entierros desde el comienzo de la pandemia, puede llevar a pensar que ya habría más de 2.500 fallecidos en la ciudad debido al coronavirus.

María del Socorro dos Santos Silva es enfermera desde hace seis años en uno de los hospitales de Manaos que reciben pacientes de COVID-19. Ella es religiosa de la congregación de las Misioneras de Jesús Crucificado, y dice haber estado viviendo estas últimas semanas con "un sentimiento de impotencia, inseguridad, incapacidad", debido a la falta de preparación para enfrentar "este virus tan violento que salió de la nada". .

Pero la religiosa, que ve su trabajo como algo vinculado a su vocación, se mantiene firme en su labor, afirmando que "encuentro fortaleza en la oración, en saber que Dios está conmigo y confía en mi misión", algo que también experimenta "en la solidaridad de las oraciones de tantas personas que rezan por nosotros", en los mensajes de aliento, algo que no solo ella, como sus compañeros de trabajo, que se han convertido en la única presencia en la vida de quienes están aislados, trata de llevar para los pacientes y sus familias, quienes en la distancia esperan que mejoren.

El Papa Francisco, quien ya ha hablado de profesionales de la salud como los santos de la puerta de al lado, representa en la vida de la religiosa "una fortaleza que proviene de alguien que valora el acto de cuidar". Este cuidado no siempre es fácil, provocando momentos de angustia, en esos momentos en que todo lo que podría haberse hecho como enfermera ya se había hecho. De todo lo que está viviendo, se queda "con este espíritu de solidaridad, de ayuda mutua, este estar juntos", afirmando que "pasaremos todo esto y saldremos mejores personas, más agradecidos, más solidarios, más hermanos, con más esperanza, con más presencia de Dios en nuestra vida, sintiendo a Dios en la vida del otro, siendo ese instrumento de Dios en la vida del otro”.

Maria do Socorro dos Santos Silva

Como religiosa que trabaja en la sanidad, ¿cómo se enfrenta a este momento en que la salud, ante la pandemia de coronavirus, se ha convertido en algo esencial en la vida de las personas?

Como religiosa y, al mismo tiempo, como técnico de enfermería, para mí ha sido un sentimiento de que la sanidad, no solo aquí en Amazonas, sino también la sanidad en el mundo en general, genera un sentimiento de impotencia, donde como enfermería lloramos por perder pacientes con este virus tan violento que prácticamente salió de la nada, y nosotros en el área de la sanidad, no estábamos preparados para esta realidad, nos cogió a todos por sorpresa. Con esta falta de preparación, terminamos con un sentimiento de inseguridad, de incapacidad.

Por lo tanto, como religiosa, también como alguien que trabaja en la sanidad, lloro con tristeza por la pérdida de pacientes, a los que tratamos de ayudar tanto como podemos, pero no podemos dar lo que necesitan para sobrevivir. También lloro al ver que amigos y compañeros de trabajo se enferman y no poder hacer nada. Es un momento que requiere mucha fe, mucha seguridad en Dios, pero nos preocupa, en este sentido de incapacidad.

Vemos que el gobierno no está preparado para prepararnos para esta realidad. Al principio, sufríamos la falta de material adecuado para nuestra seguridad y la seguridad de los pacientes. Tenemos mucho miedo, es un miedo aterrador, y no sabemos dónde terminará esto. Surge la desesperación, parece que, dentro del hospital, estamos haciendo cosas que no valen la pena, porque todo lo que intentamos hacer, parece que este virus es mucho más fuerte. La desesperación es capaz de dominarnos a todos en el campo de la sanidad, es una desesperación de lágrimas, de anhelo, de miedo, de inseguridad. Todavía hay una mayor desesperación cuando vemos en la sociedad que una buena parte de la población no se preocupa por protegerse a sí misma ni por proteger a los demás. Ahí viene este sentimiento de impotencia.

Dada esta realidad de la que está hablando, ¿dónde encuentra la fuerza para volver a trabajar cada día y continuar ayudando a los enfermos?

Cuando regresamos a casa, llegamos con un sentimiento de incapacidad, pero al día siguiente, sabemos que tenemos que volver, tenemos que regresar al hospital. Encuentro fortaleza en la oración, en saber que Dios está conmigo y confía en mi misión. La otra fortaleza en la que confío es la solidaridad de las oraciones de tantas personas que rezan por nosotros. Recibo muchos mensajes, muchas llamadas, diciendo: no estás sola, estamos contigo, ten fe en Dios. Eso es lo que nos sostiene, saber que no estamos solos.

Esta fortaleza es lo que llevamos al hospital, para los pacientes y para las familias de los pacientes. Esta certeza de que Dios está con nosotros y se manifiesta a través de la solidaridad de amigos, personas de las comunidades que rezan, mi propia congregación que también es una fuerte presencia en este momento, que me dice que no estoy sola, estamos contigo. Aquí es donde encuentro fuerzas todos los días, le digo a Dios, estoy aquí, que sea un instrumento dentro de esa realidad. Lloro, pero me recupero desde esa confianza en Dios.

Hospital en Manaos

¿Dónde y cómo descubrir la presencia de Dios en el hospital, dada la situación que enfrenta?

Siento esta presencia de Dios dentro de esta realidad al acoger a los pacientes, al llegar al paciente, al ver que él, como decimos en el hospital, se relaja para poder respirar, tiene mucho dolor y sabes que ya le has dado el medicamento, que no puedes hacer nada como enfermera, y luego intentas que ese paciente confíe en Dios, diciendo que él es fuerte, que estamos con él, que no está solo, que la familia está a su lado, lo que se convierte en esa presencia de fortaleza para ese paciente.

Encuentro a Dios cuando me doy cuenta de que se apoyan en nosotros, cuando comenzamos a decir, ten fe en Dios, que esto pasará, Dios está contigo, y luego, dicen, creo. Cuando nos buscan, a la enfermera que fue a hablar con ellos y dicen que cuando viniste aquí y comenzaste a decir esas cosas, comencé a respirar mejor. Solo el apoyo, la presencia, es algo de Dios para ellos, son acogidos, se sienten mejor. Y ellos nos lo devuelven, en el afecto, en el agradecimiento, en el apretón de manos cuando ya hemos hecho todo lo que pudimos hacer con las medicinas, y decimos que vamos a confiar en Dios, y ellos dicen, creo. Encuentro a Dios en los pacientes, en el momento en que agradecen nuestra presencia, apretándonos la mano como una forma de su gratitud hacia nosotros.

Ante la pandemia, los familiares no pueden acompañar a los pacientes. ¿Se han convertido, además de profesionales de la salud, en una presencia amiga y familiar para estos pacientes?

Ciertamente, porque no pueden tener compañía, para evitar el riesgo de contagiar a otro miembro de la familia. Luego nos hacemos amigos, hermanas, la persona más cercana, que necesita prestar más atención a estas personas. Aunque también necesitamos protegernos a nosotros mismos, no podemos quedarnos directamente con ellos, debido a la protección, pero tratamos de ser esta presencia de familia, amigo, que sabe que la otra persona necesita atención y no tiene a nadie para cuidarle. La atención de llevar agua a este paciente, que a veces pasa todo el día sin beber agua, prestando esta atención para hidratar a este paciente, ver cómo está, porque están aislados.

Ahí se requiere más atención de nuestra parte. Si solíamos darla antes, esta pandemia requiere más atención, y las familias también preguntan cómo está el paciente. Nosotros, además de prestarle esta atención, debemos brindarle este apoyo a la familia, hablar sobre cómo está, cómo pasó el día. Esto no depende de nosotros en enfermería, depende del médico, pero a veces, porque estamos más cerca, terminamos haciéndolo.

Maria do Socorro dos Santos Silva

El Papa Francisco, este martes, 12 de mayo, en el que se celebra el día de la enfermería, dijo que es más que una profesión, es una vocación, una dedicación, que en este momento de pandemia, dieron un ejemplo de heroísmo y algunos dieron sus vidas. También tos ha llamado santos de la puerta de al lado. ¿Qué significa como religiosa esa fuerza que el Papa Francisco les está dando?

Para mí en particular, es una fortaleza que proviene de alguien que valora la enfermería, valora el acto de cuidar, el ponerse en el lugar del otro, darse cuenta de cuánto lucha quien desempaña la enfermería, siempre luchando por la vida, cuidando la vida de los pacientes, y a menudo no se valora. Esta pandemia también trae un pequeño reconocimiento de la enfermería, de nosotros como profesionales de la sanidad. El papa Francisco es una persona que reconoce esto.

La enfermería es un arte de cuidar, de cuidar incondicionalmente, de cuidar a alguien que nunca has visto. Pero se cuida de la misma manera que si estuviera cuidando a alguien que ya conoces, que ya es parte de tu familia, estamos llamados a cuidarlo. Cuando el Papa dice estas cosas, es que estamos poniendo nuestras vidas para cuidar otras vidas. Creo que es de esta manera que nos reconoce, estamos donando nuestras vidas para cuidar otras vidas que necesitan atención.

¿Cuál ha sido el momento más impactante en las últimas semanas en todo lo vivido en relación con el COVID-19?

Un momento impactante para mí fue cuando en nuestro sector, tres pacientes estaban entrando en parada. Cuando solicitamos ayuda del equipo médico para la reanimación, el médico dijo que todo ya estaba lleno, y de hecho estaba muy lleno, no había más espacio. Además, el médico no podía ir al sector porque estaba con otro paciente que estaba siendo intubado. Fue un momento muy impactante para mí, para nuestro equipo. Lo que estaba a nuestro alcance como enfermería ya se había hecho, aquí viene la presencia de Dios, el equipo se dividió y se quedó allí tratando de reanimar a los paciente, buscando mejores posiciones para respirar, hablando con ellos para calmarse, porque en ese momento se agitan. .

Para mí fue un momento muy doloroso porque había tres al mismo tiempo, y éramos cuatro técnicos de enfermería y una enfermera, tratando de dividirnos y sin saber qué hacer en ese momento, porque se había hecho lo que estaba a nuestro alcance. Luego, mientras hablamos en equipo, comentamos este sentimiento de impotencia en ese momento. Para mí fue el momento más impactante, gracias a Dios ninguno murió esa noche.

Un cuerpo es retirado de una casa en Manaos

¿Qué está aprendiendo de cara al futuro con esta situación que estamos viviendo? ¿Qué puede sacar de positivo para su vida a partir de una situación negativa como la pandemia?

Me quedo con este espíritu de solidaridad, de ayuda mutua, este estar juntos, esta solidaridad de las comunidades, de personas que ni siquiera conoces, donando cosas para proteger a los que estamos en la línea de frente. Creo que pasaremos por todo esto y saldremos mejores personas, personas más agradecidas, más solidarias, más hermanas, con más esperanza, con más presencia de Dios en nuestra vida, sintiendo a Dios en la vida del otro, siendo este instrumento de Dios en la vida del otro

Creo que todo en esta vida se renueva, por lo que todo comienza de nuevo, todo renace, todo progresa. Creer en el bien de esta fuerza mayor que nos mueve, que es Dios, que trae paz, que trae felicidad, frente a todo esto, que nos lleva a no perder la esperanza, a estar siempre a favor de la vida, a favor del bien mayor, a favor de todos.

Incluso ante situaciones como las que acaba de relatar, ¿cree que vale la pena, también como religiosa, trabajar en el área de la sanidad?

Creo que vale la pena. Para mí, mi profesión, está vinculada a mi vocación, mi vida consagrada, de alguien que consagró su vida al servicio de las personas y del Reino, mi misión de cuidar esa vida como profesional de la sanidad. También está conectado con el carisma de mi congregación, que es ir en busca de los más necesitados. Me llena cada vez más, me deja aún más convencida de mi vocación y mi vocación, dentro de mi profesión como técnico de enfermería dentro del hospital.

Solo quiero agradecer a Dios por este llamado que me hizo para estar al servicio de la vida, en el sentido de cuidar, agradecer, respetar. También agradecer a mi congregación por confiarme este servicio, y las personas que se solidarizan conmigo a través de la oración, las conversaciones, la ayuda que necesito, el apoyo que recibo cada mañana, cada día que me anima, me deja más entusiasmada para asumir esta misión de estar en la vanguardia en medio de esta pandemia que estamos viviendo.

Maria do Socorro dos Santos Silva

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