La Semana Social Argentina, que ha tenido lugar de modo virtual de 12 a 15 julio, con el lema “Soñemos con una humanidad nueva”, ha sido concluida con un mensaje final, en el que la Comisión Episcopal de Pastoral Social del episcopado argentino recoge lo abordado a lo largo de la semana, reflexionado sobre la situación por la que pasa el país.

El texto comienza denunciando que “resta mucho tiempo de vacunación a escala global para comenzar a pensar en un retorno a la normalidad que alguna vez conocimos”. Reconociendo que ha afectado a todos, esta pandemia “ha sido particularmente virulenta con la población más vulnerable”, afirma el mensaje. Esa desigualdad se ve también en “la distribución de vacunas en todo el mundo”.

Desde la Comisión Episcopal de Pastoral Social se constata que “la pobreza más desgarradora, convive con la riqueza más inconcebible”, a lo que “se ha unido el maltrato a la tierra. Algo se desmadró para perjudicar a la humanidad”, idea que ya fue recogida por el Papa Francisco en la Laudato Si.

Las reflexiones de la Semana Social han puesto de manifiesto “que no se puede salir de una crisis de esta magnitud sin la participación del Estado, tanto en la cobertura de las necesidades básicas, como en la educación para la empleabilidad y en la creación de oportunidades que permitan integrarse al mundo del trabajo formal”. En el texto se insiste en la necesidad “de lograr un país industrializado, capaz de procesar su producción primaria y crear empleo, integrando sus redes y combinándolo con políticas de Estado que garanticen un horizonte de consenso en materia de políticas públicas, con una imprescindible reforma impositiva, con el cuidado del medio ambiente y con una profunda mirada federal”.

En sus palabras, el texto recoge la difícil situación por la que pasa Argentina, con “una vasta población con necesidades básicas insatisfechas”, reclamando que sea resuelto el problema de “la alimentación accesible para todos”. Para eso, destacan la necesidad de “cambiar el paradigma del subsidio por el paradigma del trabajo”, resaltando la importancia de “volver a la dignidad del trabajo. Trabajo formal, registrado, que posibilite desarrollo para todos”.

Por eso, no dudan en afirmar que “es necesario definitivamente reformar la economía y para ello es necesario repensar la política, de manera que sea ésta quien provea las soluciones que el pueblo necesita”. Todo ello en un escenario desgarrador, en el que “donde seguimos arrastrando problemas estructurales que no se resuelven”. En Argentina, más del 60 por ciento de niños y niñas pasan hambre, y los jóvenes reclaman un sueño colectivo. Sin embrago, desde la Semana Social se ha hecho ver que “la inclusión social tampoco es compatible con la excesiva concentración de la riquezay el poder”, algo en lo que la pandemia ha contribuido.

La Semana Social ha sido momento para reflexionar sobre la falta de la posibilidad de acceso a internet, “una nueva causa de exclusión en un mundo interconectado”, todavía más teniendo en cuenta que se trata de una “herramienta indispensable para el acceso a los contenidos educativos, a la salud, al encuentro familiar”. Ante esa realidad, entendiendo la conectividad como un derecho humano, resaltan que fue pedido la necesidad de “plantear la universalización del acceso”, buscando llegar a los sectores más vulnerables, para lo que es necesario políticas públicas que “favorezcan el despliegue de las redes” y eviten la brecha digital.

A lo largo de la Semana, según la nota, se ha insistido en “el compromiso de todos los sectores, con la búsqueda del diálogo y la cultura del encuentro”. Todo ello en vista de “deponer en nuestra sociedad: odios que nos despersonalizan, mentiras y noticias falsas que impiden el sano debate, distanciamientos ideológicos y acusaciones constantes que no hacen más que generar enemistad, descalificación, mediocridad y culpabilizaciones sin solución. Solo así podremos construir una fraternidad para salir mejores”.