Luciani y María Dolores Palencia fueron respondidos con fuertes aplausos por la Asamblea Sinodalidad del Pueblo de Dios: “Involucrar a todos los sujetos eclesiales en relaciones horizontales”

Palencia y Luciani
Palencia y Luciani

"El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio"

América Latina tiene “signos emergentes de un nuevo modelo eclesial en clave sinodal

La escucha, para ser auténtica “debe involucrar a todos los sujetos eclesiales, en relaciones horizontales fundadas en la dignidad bautismal y en el sacerdocio común de todos los fieles

“Nos estamos jugando el futuro de la Misión

“Ya no deben ser los obispos quienes toman las decisiones para todo el Pueblo de Dios”

“Más vale una iglesia con errores y equivocaciones, dispuesta a volver a levantarse y recomenzar el camino, a la parálisis, el pánico, que detiene el paso del Espíritu y anquilosa”

Citando al Papa Francisco, allí donde dice que "el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio". Así comenzaba su intervención en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe Rafael Luciani, quien junto con María Dolores Palencia reflexionaban sobre “La Sinodalidad del Pueblo de Dios”.

Las palabras del Papa son, según el teólogo venezolano, una convocatoria “a toda la Iglesia a discernir un nuevo modelo eclesial que sea fruto de esta nueva fase en la recepción del Vaticano II”. Por tanto, la sinodalidad no es algo nuevo, ya Pablo VI, decía Luciani, pedía en una de las sesiones del Concilio “una más completa definición de la Iglesia”. América Latina tiene “signos emergentes de un nuevo modelo eclesial en clave sinodal”, recordaba la religiosa mexicana, citando la reestructuración del CELAM, la creación de la CEAMA, la celebración de Sínodos diocesanos y Concilios Plenarios, y también esta nueva Asamblea Eclesial.

El primer paso en ese camino, señalaba Luciani, es “la conversión de toda la Iglesia por medio de la escucha, la toma de consejos y la construcción de consensos”. El teólogo insistía en la escucha, que para ser auténtica “debe involucrar a todos los sujetos eclesiales, en relaciones horizontales fundadas en la dignidad bautismal y en el sacerdocio común de todos los fieles”. Es un camino este de la sinodalidad que nos compromete, afirmó María Dolores Palencia, a revisar cómo escucho y a quiénes escucho. También lo que los clamores de los que siempre fueron acallados representan: pueblos originarios y afrodescendientes, mujeres, personas y comunidades LGBTT.

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Para ello la actitud es “superar relaciones desiguales, de superioridad y subordinación propias del clericalismo, y apostar por la recíproca necesidad y trabajo en conjunto. Participación no como concesión y si como derecho de todos, siendo un deber tomar consejos a partir de la escucha para quien ejerce la autoridad, según Luciani. Algo que ya dijo San Oscar Romero, en palabras de María Dolores Palencia, y que tiene que llevarnos a entender que “”la escucha no es genérica ni abstracta”, añadía el teólogo venezolano, que citó el Sínodo de la Amazonía como ejemplo, tanto en el proceso de escucha como en los documentos postsinodales.

El desafío es abrir las mentes y corazones a la Ruah, que surge en la diversidad, en las periferias, entre los vulnerables y silenciados, recordaba nuevamente la religiosa. Una escucha que “no es un fin en sí misma”, para Luciani. Que se lleva a cabo para poder trabajar en conjunto "para que se tomen las decisiones pastorales", algo que define el sentido y la meta de un proceso eclesial sinodal. Y hacerlo sabiendo que se lleva a cabo en pasos “pequeños y sencillos, insignificantes quizá…”, como hacía ver la Hna. María Dolores, pero que se tienen que dar.

Estamos ante algo que es más que “una mera práctica afectiva y ambiental, sin que se traduzca efectivamente en cambios concretos que ayuden a superar el actual modelo institucional clerical”, insistió Luciani. Por eso, llamaba a aprovechar esta Asamblea Eclesial para avanzar en sinodalidad. Esto porque “nos estamos jugando el futuro de la Misión”, dijo María Dolores Palencia, que hizo ver la necesidad de dejar atrás “el modelo clerical, anquilosado y sus privilegios”, y haga fortalecer la idea de que “es todo el pueblo de Dios responsable de acciones transformadoras, flexibles, atentas a las necesidades de las nuevas generaciones y junto con ellas, quien puede recrear una comunidad eclesial participativa, de consenso, con nuevas y diversas maneras de vivir la autoridad y tomar las decisiones”.

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Hay signos de esperanza, como es esta Asamblea Eclesial, vista por Rafael Luciani como “un ejercicio de la eclesialidad de todo el Pueblo de Dios”, que implante un modelo en el que “ya no deben ser los obispos quienes toman las decisiones para todo el Pueblo de Dios”. Algo que se ha ido construyendo en la Iglesia del continente “en medio de la persecución, del descrédito, la duda y la muerte”, recordaba la religiosa mexicana. Por eso insistía en que no “deteneros y reconocer lo nuevo que va surgiendo para abrir los espacios”.

Luciani llamaba, teniendo como base la Episcopialis Communio a que “esta Asamblea Eclesial de paso a una auténtica sinodalización de toda la Iglesia del Continente y América Latina continúe a ser una Iglesia fuente para la Iglesia universal”. Para ello abogaba por “la creación de mediaciones y procedimientos para el involucramiento de todos los fieles y el establecimiento de las modalidades de participación permanentes, que consideren al laicado como sujeto pleno en la Iglesia”. Para ello, María Dolores Palencia llamaba “recrear las redes de comunicación y participación para que este reto de un laicado reconocido plenamente llegue realmente a todos”, una dificultad, inclusive allí donde el obispo es favorable a una mayor participación de personas laicas y una mayor consulta antes de las decisiones, algo asumido en la Iglesia del continente por obispos que ella citaba.

Asamblea Eclesial
Asamblea Eclesial

De ahí surgen preguntas, que el teólogo venezolano lanzaba al aire, que cuestionan sobre la concreción de esa sinodalidad en la vida de la Iglesia. Por ello, respondiendo, la religiosa resaltaba la necesidad de aprender con realidades sociales y eclesiales largamente silenciadas, preguntándose también como vamos a ayudarnos, cómo vamos a generar nuevos caminos. Ello en la perspectiva y reto de “crear una nueva cultura del consenso eclesial”, afirmaba Luciani, poniendo a San Cipriano como ejemplo de ese caminar sinodal y desafiando a la Asamblea a ser “un primer signo emergente de este nuevo modo eclesial de proceder sinodal”.

Para ello, oración y escucha mutua “con el fin de dar los primeros pasos, con temor y temblor, pero sin detenernos”, resaltó la Hna. Dolores Palencia. Según la religiosa, “más vale una iglesia con errores y equivocaciones, dispuesta a volver a levantarse y recomenzar el camino, a la parálisis, el pánico, que detiene el paso del Espíritu y anquilosa”. Un buen principio y una provocación a la que quienes estaban en el auditorio respondieron con una de las mayores salvas de palmas escuchadas a lo largo de la semana.

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