El Papa abre el Sínodo invitando a recuperar el Espíritu del Concilio Sínodo de la Sinodalidad: a la búsqueda de la Verdad con la mirada de Jesús

Misa de apertura del Sínodo de la Sinodalidad
Misa de apertura del Sínodo de la Sinodalidad

Una nueva tentativa, esperemos fructuosa, de impulsar una Iglesia sinodal, que no es algo nuevo, pero sí dificultado por mucho tiempo

“Nadie puede creer en cristianos miserables que no transmiten sentido, testimonio, verdad, belleza en su mirada del mundo”

“No nos sirve tener una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas. No estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas. No. Estamos aquí para caminar juntos, con la mirada de Jesús”

Cómo ser una Iglesia que acoge, cordial, amable, sin miedo a confrontarse, una Iglesia que “se hace coloquio”

En el día en que la Iglesia celebra la fiesta de uno de sus grandes santos, aquel a quien el Señor le pidió que reconstruyese su Iglesia, un tocayo suyo, Francisco de Roma, inicia una nueva tentativa, esperemos fructuosa, de impulsar una Iglesia sinodal, que no es algo nuevo, pero sí dificultado por mucho tiempo.

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Qué aportar en este camino

Una labor que se nos ha confiado a todos los bautizados y que ha contado con muchas voces a lo largo de un proceso sinodal iniciado dos años atrás. Un tiempo de escucha, de diálogo, teniendo como resultado elementos que ahora ayudarán en el proceso de discernimiento, que no es otra cosa que una búsqueda de la verdad en un mundo roto. Todos somos llamados a preguntarnos, pero especialmente los miembros del Sínodo, sobre lo que tienen que ofrecer, que aportar en este camino.

Misa Apertura Sínodo

Un camino que tiene que ser recorrido bajo las premisas de la esperanza y la alegría, que no podemos olvidar son clara expresión de la presencia de Dios. Es bueno recordar las palabras de Teilhard de Chardin, que dice que “nadie puede creer en cristianos miserables que no transmiten sentido, testimonio, verdad, belleza en su mirada del mundo”. O en palabras menos poéticas, el llamado que el Papa Francisco nos hace a no ser “cristianos con cara de vinagre”.

Ser valientes

Formamos parte de una Iglesia Inspirada en la Trinidad, la mejor comunidad, la comunidad que se complementa, que es signo de una armonía, de una sinodalidad que debe ser generada en la Iglesia, para lo que este Sínodo es una clara oportunidad. Pero se necesita ser valientes, actuar con parresía para siguiendo la voz del Espíritu responder a los desafíos que el mundo actual le está planteando a la Iglesia, para que ésta pueda responder a los signos de los tiempos. Es una oportunidad de renacer, de superar los miedos, las resistencias, y fortaleciendo el camino del discernimiento encontrar la verdadera Belleza.

Para ello “no nos sirve tener una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas. No estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas. No. Estamos aquí para caminar juntos, con la mirada de Jesús”, como ha dicho el Santo Padre en la homilía de la misa de apertura, en la que también han participado los nuevos cardenales que revieron el capelo el pasado sábado 30 de septiembre.

Misa Apertura Sínodo

Recuperar el espíritu del Concilio

Un Sínodo que quiere recuperar el espíritu del Concilio, algo a lo que Francisco ha hecho un guiño citando las palabras de Juan XXIII en el discurso de apertura del último concilio: “Ante todo es necesario que la Iglesia no se aparte del sacro patrimonio de la verdad, recibido de los padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico”, palabras de gran actualidad.

Esos nuevos caminos son el gran desafío que asume este Sínodo. Es tiempo de sinodalidad, de caminar juntos, de superar “el espíritu de división y de conflicto”, y generar espacios de comunión, como ha señalado el Papa. Para ello, el Sínodo es desafiado a “volver a poner a Dios en el centro de nuestra mirada, para ser una Iglesia que ve a la humanidad con misericordia. Una Iglesia unida y fraterna, que escucha y dialoga; una Iglesia que bendice y anima, que ayuda a quienes buscan al Señor, que sacude saludablemente a los indiferentes, que pone en marcha itinerarios para instruir a las personas en la belleza de la fe. Una Iglesia que tiene a Dios en el centro y, por consiguiente, no crea división internamente, ni es áspera externamente”, señaló Francisco.

La gran pregunta es cómo conseguirlo, cómo ser una Iglesia que acoge, cordial, amable, sin miedo a confrontarse, una Iglesia que “se hace coloquio”, como dijo Pablo VI. Una Iglesia sin cargas, que no es rígida ni tibia, que no está cansada o replegada en sí misma. Todo ello sin olvidar que el protagonista es el Espíritu. Casi un mes, hasta el día 29 de octubre, para avanzar en todo eso.

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