Ciclo de reflexiones en torno a la pandemia desde América Latina “Teología de la Liberación en tiempos excepcionales de crisis y esperanza”. Amerindia llama a la reflexión ante la pandemia

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“Estos encuentros buscan ofrecer aportes esperanzadores; nos proponemos mirar de frente este tiempo, en clave liberadora, para buscar nuevos caminos"

Toda reflexión en América Latina tiene que partir del grito del pueblo crucificado, donde se escucha la voz de Jesús, del Espíritu

Dios ha entrado en nuestra historia vulnerable. Se trata de un Dios sufre con nosotros, que se hace presente en quien hoy sufre las consecuencias de la pandemia

En este tiempo de crisis e incertidumbre, “desde lo profundo de la vivencia de una espiritualidad encarnada, nos corresponde abrir los ojos, para contemplar a Dios en todo y en todos”

La espiritualidad es “una andadura que nos conduce a desentrañar las huellas de Dios en la realidad

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Reflexionar sobre la situación actual es el objetivo de los encuentros virtuales que Amerindia ha organizado para este mes de octubre. Teniendo como tema “Teología de la Liberación en tiempos excepcionales de crisis y esperanza”, los encuentros tendrán lugar todos los martes y viernes de este mes, habiendo dado inicio este día 2. Con la participación de teólogas, teólogos, pastoralistas y académicos de diversas áreas, el objetivo es reflexionar sobre las complejas realidades que impactan la vida de los pueblos latinoamericanos y caribeños, ante la incertidumbre por la pandemia del Covid-19 y por muchas otras ‘pandemias históricas’ que confluyen en la actual crisis humanitaria.

Como reconocen los organizadores, “estos encuentros buscan ofrecer aportes esperanzadores; nos proponemos mirar de frente este tiempo, en clave liberadora, para buscar nuevos caminos. Esto nos mueve a proponer un proceso de encuentros inspirados por la fuerza de los pequeños y de lo pequeño”. Los viernes, de 20 a 22 horas de Buenos Aires, tendrán lugar celebraciones y conferencias abiertas, mientras que los martes, de 17:30 a 19:30, se destinarán a los grupos de trabajo de Amerindia.

Entre los ponentes invitados para las celebraciones y las conferencias abiertas, han confirmado su participación Raúl Aramendy (Argentina), Elio Gasda (Brasil), Leonardo Boff (Brasil), Mercedes de Budallés Diez (Brasil), Víctor Codina (España), Liliana Franco (Colombia), Romina Gallegos (Ecuador), Dom Erwin Kraütler (Brasil),  Mauricio López (México), Evelyn Martínez (El Salvador), Francisco Orofino (Brasil),  Mons. Álvaro Ramazzini (Guatemala), Ramona Romero (Argentina), Laura Vicuña (Brasil) y Birgit Weiler (Perú).

Los encuentros comenzaron este viernes con la celebración de apertura, que tenía por título “unidos en el caminar”. Este momento ha querido ser “un espacio de mística y compartir, de encuentro y comunión, desde las acuciantes realidades que impactan a los pueblos latinoamericanos y caribeños en medio de la pandemia y en perspectiva de esperanza”, según los organizadores. 

Victor Codina

Toda reflexión en América Latina tiene que partir del grito del pueblo crucificado, donde se escucha la voz de Jesús, del Espíritu, una afirmación que era el punto de partida de Víctor Codina, que reflexionaba sobre la “Esperanza en tiempos de crisis desde la clave de la Teología de la Liberación”. Esta Teología, después de 50 años de reflexión, en los que se ha ido adaptando a la realidad latinoamericana, hoy se enfrenta a la crisis de la pandemia, lo que la obliga a una nueva reflexión, en la que “al grito de los pobres, se une hoy el grito de los enfermos, de los ancianos, de los que mueren en soledad y sin poderse despedir de los suyos, el grito de los médicos y los sanitarios impotentes ante tanta situación de dolor. De los jóvenes, de los que pierden su trabajo, de los jóvenes sin empleo, de los científicos que no hallan la vacuna”, afirmaba el jesuita.

Desde ahí, afirma Codina, surgen las preguntas, “¿Hay esperanza para esta situación? ¿Dónde está Dios? ¿Es un castigo? ¿En esta vida todo acaba con la muerte? ¿Tiene sentido la vida? ¿Las familias se pueden preguntar tiene sentido engendrar hijos?”. La primera cosa es aceptar una realidad que “ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad humana. No somos omnipotentes, no somos eternos, somos frágiles somos mortales, tenemos comienzo y fin y como dice el Eclesiastés, hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir. La muerte no puede ser un tabú”, según el teólogo. Esa fragilidad también afecta a la Tierra, algo que muchos ven como causa de la pandemia, fruto de la destrucción.

Frente al virus, Víctor Codina no duda en afirmar que no es un castigo de Dios, pues “Dios no castiga, Dios es clemente y compasivo, respeta la creación y nuestra libertad, pide nuestra colaboración”, ya que Dios ha entrado en nuestra historia vulnerable. Se trata de un Dios sufre con nosotros, que se hace presente en quien hoy sufre las consecuencias de la pandemia, insiste el jesuita, que no pierde la esperanza en la Resurrección, en la vida. Estamos, según él, ante un tiempo de “retomar tanto la teología de la Cruz, como la de la Pascua, como la pneumatología”. Es tiempo de descubrir la Resurrección de Jesús como fuente de nuestra esperanza, que no estamos solos, de con los salmos, con los profetas, confiar en Dios, de escuchar a Francisco, que nos invita a no tener miedo, a tener confianza en el Señor, aunque parezca que la barca se hunde. Pero esta esperanza no es una invitación a la resignación y pasividad, según Codina.

El teólogo citaba las recientes palabras del Papa Francisco en la ONU, donde decía que de esta pandemia no saldremos iguales, saldremos mejores o peores. No podemos olvidar que ya han muertos más de un millón de seres humanos, tanto sufrimiento, tanto dolor, tanta destrucción de la naturaleza, tantos incendios en la Amazonía, insistía Codina. A partir de ahí defendía “la decisión de edificar una sociedad diferente, basada no en el consumo y la explotación sino una sociedad del compartir, una sociedad no individualista, sino solidaria donde la persona esté por encima del lucro y del dinero”. Una sociedad del cuidado y del respeto, del amor y la justicia, la compasión y la misericordia. Eso es algo que surge del clamor del Espíritu, que lo hace “desde el margen, desde el caos, desde abajo”, invitándonos a transformar esta realidad.

Codina reflexionaba sobre la nueva eclesiología que debe nacer de la pandemia, donde “no podemos identificar la iglesia con el templo y los sacramentos, ni con el clero”. Él recordaba la oración del Papa Francisco en una Plaza de San Pedro vacía, la Cuaresma y Semana Santa en tiempos de pandemia, que “nos ayudan a recuperar una iglesia como Pueblo de Dios, como comunidad, como familia, como iglesia de la Palabra, de la oración, del compartir, de la diaconía, una iglesia no clerical ni patriarcal sino más laical y femenina, sinodal, que escucha y dialoga, una pirámide invertida. Una iglesia poliédrica que sale a la calle, que es hospital de campaña, una iglesia que refleja el Evangelio de Jesús y el Reino”. Todo ello desde la escucha de la voz del Espíritu, como signo de esperanza y de vida, aún en medio de la crisis.

Liliana_Franco-_presidenta_de_la_CLAR

Desde campo de espiritualidad reflexionaba Liliana Franco, que abordaba el tema, “Unidos en una misma espiritualidad: el Evangelio, llamados a abrazar lo humano”. La presidenta de la CLAR partía de la idea de que “la espiritualidad cristiana abarca todas las dimensiones, en las que se desarrolla la convivencia humana y tiene sus raíces y sus fundamentos en la Historia de la Salvación, en la Palabra de Dios, en el anuncio del Reino, en el testimonio de las primitivas comunidades cristianas”. La religiosa presentaba un Dios eternamente Creador, que se encarna, y nos llama a unir fe y vida, lo que en esta pandemia nos debe llevar a “empeñarnos en la defensa de la dignidad de la persona, en el cuidado del bien común, desde una opción preferente por el pobre”.

Destacando la importancia del método ver, juzgar y actuar, Liliana Franco, destacaba la importancia de los gestos en la vida del Papa Francisco, afirmando que “la espiritualidad cristiana nos conduce a un modo de ser y de estar en el mundo”, que se traduce en gestos, en opciones, en modos. Al mismo tiempo destacaba la importancia del silencio, “capaz de fecundar, ese en el que resuenan los acontecimientos”. Lo hacen en una sociedad líquida, porosa, fragmentada, del cansancio, en continua transformación, pero en la que hay “tantos motivos para la esperanza, tantas razones para seguir creyendo. Tantos espacios en los que se sigue generando vida y en los que se actualiza el valor de las bases, de lo germinal y lo comunitario. Tantos empeños solidarios, por la red, la sinergia y la comunión”.

La presidenta de la CLAR reflexionaba sobre el sentido de la noche, pues “en esta coyuntura concreta de nuestro mundo, nos hemos sentidos inmersos en la espesura de la noche, sin brújula, ni mapa de ruta, en medio de la incertidumbre y acariciando nuestra impotencia”. En este tiempo de crisis e incertidumbre, “desde lo profundo de la vivencia de una espiritualidad encarnada, nos corresponde abrir los ojos, para contemplar a Dios en todo y en todos”, según la religiosa. Somos llamados a escuchar su Palabra, a descubrir que no para de revelarse en la historia. Y desde ahí discernir y encontrar “respuestas audaces, innovadoras y sobretodo evangélicas”. Todo ello sabiendo que “el discernimiento requiere disponerse sin resistencias, preconcepciones, temores y desde una experiencia profunda de libertad”, insiste Liliana Franco.

Según la religiosa, la espiritualidad supone oración, descubrir a Dios en lo cotidiano, ser libres en el Espíritu, asumir las preguntas que surgen de la realidad, que debe ser reconocida como lugar teológico, sentirnos cocreadores de la obra de Dios. Junto con ello, asumir desafíos, seguir trabajando por la dignidad humana y el respeto de toda forma de vida, buscar el bien común, fomentar redes de solidaridad, defender la democracia, la opción preferencial por los pobres, trabajar por la paz y cuidar del planeta desde una ecología integral. La espiritualidad, según Liliana Franco, es “una andadura que nos conduce a desentrañar las huellas de Dios en la realidad”, que debe llevarnos a decidirnos a nacer de nuevo, a dedicarnos afanosamente a descubrir las huellas de Dios y a comunicarlas a los necesitados de ánimo y esperanza.

Amerindia

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